Jue 21.12.2006

EL PAíS • SUBNOTA

No hubo cacerolazos, pero sí una multitud que recordó la lucha

Organizaciones políticas, sociales, estudiantiles y de derechos humanos pidieron justicia por los 37 muertos del 20 de diciembre de 2001.

› Por Adriana Meyer

“La rebelión popular está vigente.” Esta es la consigna que sintetiza el espíritu de la manifestación realizada ayer en Plaza de Mayo por una multitud de organizaciones políticas, sociales, estudiantiles, gremiales y de derechos humanos, a cinco años de la movilización popular espontánea y su sangriento sofocamiento a manos de la policía que respondía a las últimas órdenes del ex presidente Fernando de la Rúa. Unas 15 mil personas –20 mil según los organizadores– llenaron el sector de la plaza que quedó bien lejos de la Casa Rosada, por obra del vallado que la divide desde aquella represión para que una futura ira popular no se exprese tan cerca del poder como la noche del 19 y el 20 de diciembre de 2001. “Ya pasaron 30 años, Kirchner dice Nunca Más, pero el compañero López no se sabe dónde está”, fue el cántico más coreado entre las columnas de manifestantes y desde el palco, por donde fueron desfilando los dirigentes, familiares de los cinco asesinados en Capital (hubo 37 en todo el país) y heridos de esa jornada. Algunos incidentes aislados (ver aparte) no afectaron el desarrollo del acto, que cerró con la convocatoria a la marcha del 30 por los muertos del incendio en Cromañón.

Cuando todavía se estaban armando las columnas de manifestantes de las distintas agrupaciones, según el orden en que fueron sorteados, el aire trajo el olor y la picazón en los ojos y garganta no se hizo esperar. “¿Tan pronto empezaron a gasear?”, preguntó una chica a sus compañeros en el Congreso. Hasta allí llegó el eco del reprimido escrache al Departamento Central de la Policía Federal (ver aparte). Pero la marcha largó igual a las 18, bastante puntual a pesar del caótico corte de calle que la policía pareció hacer tarde y mal para empeorar la circulación.

En la cabecera estaban los organismos de derechos humanos (Ceprodh, Cadhu, Apel), de trabajadores (del Hospital Francés, de la Unión Ferroviaria, docentes de la UBA), la Federación Universitaria de Buenos Aires y los centros de estudiantes. Unos pegados a otros, marcharon en primera fila Patricia Walsh, Vilma Ripoll, Marcelo Ramal, Néstor Pitrola, Juan Carlos Giordano, Juan Carlos Alderete, Agustín Vanella y Oscar Kuperman, entre otros. Junto a ellos pudo verse a Marta Almirón y Marta Pinedo, la mamá de Carlos “Petete” Almirón y la esposa de Alberto Márquez, asesinados en la masacre de hace cinco años. Unos pasos delante de la cabecera marchó el dirigente ferroviario Rubén “Pollo” Sobrero en silla de ruedas, tras la brutal agresión que sufrió en la madrugada del lunes. “Hay serios antecedentes, lo de Castells, lo del Francés, las intimidaciones que cuentan los compañeros de Astilleros Río Santiago... tenemos que empezar a cuidarnos entre nosotros. Así empezó la cosa en el ’74, yo era chico pero me acuerdo”, declaró sin detenerse.

Entre las banderas del MAS, el PO, el PCR, la CCC y el MST se ubicó la de color azul que portaba la asamblea de San Telmo, una de las que nació tras aquel levantamiento y que sobrevive. También dijeron presente los militantes del Movimiento 29 de Mayo y la Correpi, donde militaba Almirón. Sobre la avenida 9 de Julio esperaban los motoqueros nucleados en Simeca, que el 20 perdieron a Gastón Riva, mientras ejercían como avanzada de “caballería” de los que se defendían con piedras de las balas de goma y plomo policiales. En el mismo lugar esperaban los manifestantes del PTS y enfrente los de Quebracho y el MTD Aníbal Verón.

La marcha se detuvo varias veces, para atender a la prensa y para gritar “presente” cuando pasó por las placas que recuerdan a Riva y a Gustavo Benedetto, sobre Avenida de Mayo. A su paso, los turistas miraban con curiosidad desde sus mesitas de café, los peatones que venían por Florida se apuraban a cruzar y la Catedral permanecía abierta, aunque custodiada. Mientras unos gritaban y cantaban recordando el levantamiento que expulsó al gobierno de la Alianza y su sangriento sofocamiento, otros seguían absortos como si fuera un día cualquiera. Muchos de ellos fueron los automovilistas que quedaron atrapados entre las columnas.

Al llegar a la plaza el escenario dominaba la escena central, con un enorme cartel que decía: “2001-2006, la rebelión popular sigue vigente, exigimos la aparición con vida de Jorge Julio López, con Kirchner sigue el hambre, la entrega y la represión, por las luchas obreras y populares, por la libertad de los presos políticos”. Gente suelta y sin bandera esperaba la llegada de la marcha. Desde el escenario leían adhesiones internacionales y nacionales (de los obreros de la ex Zanon) y de las asambleas sobrevivientes, junto a los trabajadores de las recuperadas Sasetru y Bauen. Los locutores invitaron a pasar a los representantes de los obreros (Francés, Garrahan, ex Jabón Federal, subte), de los organismos de derechos humanos (Correpi, Correpi Sur, Hijos La Plata, Hijos Oeste, Liberpueblo, Fidela, y de los partidos y agrupaciones (MST Teresa Rodríguez, Cicop, FTC, MTR 11 de abril, UTL, MTR-CUBa).

“Las razones que llevaron a esa rebelión tienen completa vigencia (...) porque el Gobierno pretende reconstruir el régimen político con los mismos instrumentos con los que actuaron Menem, la Alianza y Duhalde (...) porque la desaparición de López significa que el aparato represivo sigue impune (...) porque de los 3800 implicados en el genocidio de la dictadura, 220 están procesados y solo 2 fueron condenados (...) porque el derecho a manifestar y organizarse está siendo atacado y hay cinco mil luchadores procesados”, son las partes salientes del documento consensuado y leído anoche. Entre las muchas consignas se reiteró la nulidad de los indultos, y hubo un repudio a Botnia y Ence, a Estados Unidos por la ocupación de Irak, y a la permanencia de las tropas en Haití.

El único fuego de ayer fue el de unas gomas y papeles, la palmera incendiada aquel 19 en la plaza exhibió su verde recuperación, y la movilización popular demostró que aún goza de buena salud.

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