Dom 31.12.2006

EL PAíS • SUBNOTA

Ingeniería social

› Por Horacio Verbitsky

La elección de las dos personas secuestradas en septiembre y diciembre sugiere una estrategia de ingeniería social. Tanto López como Gerez eran albañiles, humildes trabajadores que se habían acercado a la militancia atraídos por el proyecto transformador que encarnó la Juventud Peronista, compuesta en alto grado por personas de las clases medias. Durante la conferencia de prensa ofrecida en Escobar, uno de los hijos de Gerez dijo entre lágrimas que a él no le importaba nada de la política, que sólo quería que le devolvieran a su papá. Comprensible reacción de un chico desesperado, pero amargo mensaje a la sociedad: para no tener problemas es mejor que un trabajador se mantenga lejos de cualquier militancia, percibida como un lujo que sólo pueden permitirse otras clases. En los últimos años uno de los mayores logros del movimiento defensor de los derechos humanos fue la masificación del repudio a los crímenes de la dictadura, ejemplificado en la clase de instrucción cívica que alumnos secundarios de Esquel le impartieron a un oficial del Ejército que intentó adoctrinarlos con un video institucional de propaganda que pasaba por alto la agresión al propio pueblo a partir de 1976 y el maltrato de oficiales a soldados durante la guerra de las Malvinas. Esa conciencia social es la que se intenta abortar.

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