En agosto de 2000, Emilio Nani amenazó con devolver la condecoración que había recibido de manos de Raúl Alfonsín por repeler el ataque al cuartel de La Tablada. Descontento con la posible conmutación de penas a algunos de los detenidos por el copamiento, recurrió al diario La Nación para lanzar la amenaza pública. Por la bravata, tuvo que cumplir un arresto de 15 días en Campo de Mayo. Meses más tarde, cuando se concretó la conmutación, cumplió su amenaza. A pesar de que el entonces ministro de Defensa, Ricardo López Murphy, intentó convencerlo de que no entregara los blasones que le había otorgado el ex presidente, dejó su medalla en la mesa de entradas de la Casa Rosada. Se manifestó “defraudado” por Alfonsín.

En La Tablada una esquirla le hirió un nervio óptico. A partir de ese momento lleva un parche en el ojo. No fue su primera herida. En la guerra de Malvinas, donde se alistó como voluntario, fue herido en una pierna. Recibió una medalla por ello. Reivindica su perfil de comando militar y su amistad con el carapintada Mohamed Alí Seineldín. No así con Aldo Rico. “No soy amigo de Rico, nunca lo fui ni lo voy a ser”, repite. Esto no le impidió negarse a reprimir a quienes se alzaron contra Alfonsín, aunque permanentemente aclara que “no fue carapintada”.

En 2004 fue sancionado por criticar al gobierno de Néstor Kirchner luego de que el CELS difundiera que en Córdoba la instrucción a los comandos militares incluía métodos de tortura. Volvió a ser sancionado con veinte días de arresto cuando criticó el tardío mea culpa con que el titular de la Marina, almirante Jorge Godoy, se distanció de los crímenes realizados por la Armada durante la dictadura militar.

Anteayer homenajeó a los militares que murieron en el ataque que el ERP realizó al regimiento de Azul en 1974. Curiosamente, uno de los dirigentes a los que acusa de terrorista, el diputado Carlos Kunkel, coincidió ayer en su crítica contra el ERP por la acción militar de Azul.