EL PAíS • SUBNOTA
› Por Eduardo Aliverti
–¿Hasta dónde cree que la sensación térmica, sobre la inseguridad en la provincia de Buenos Aires o en general, está influida por los medios?
–Absolutamente influida. Cuando hablamos de estadística del delito somos muy cautos porque su difusión sólo sirve a la opinión pública si muestra un incremento. La disminución de esas cifras genera, de inmediato, escepticismo. Paradójicamente, el único que puede dar con seriedad esos números es el Ministerio de Seguridad. Hay personas que inventan una fundación o tienen un sello de goma, y hablan de la supuesta existencia de secuestros extorsivos a partir de denuncias que dicen recibir y que, casualmente, no se hacen ante los organismos oficiales. Nosotros medimos el índice del delito por cifras blancas indiscutibles. Hechos que ingresan al sistema penal porque hubo una denuncia o porque la policía actuó de oficio. No pierdo el tiempo en la cantidad de arrebatos habidos en la vía pública porque eso tiene un alto índice de cifra negra. O sea, gente que es víctima de hechos que no denuncia.
–Lo que dice “la gente” es que no se hacen denuncias porque se considera que no se obtienen resultados y por eso las cifras de las estadísticas oficiales no son reales.
–No nos importa entrar en terreno de polémica sobre cifras no confiables, le repito. Concentrémonos en los números que no son discutibles. Es decir, las cifras blancas que incluyen el homicidio; el robo de automor, porque quien no hace la denuncia policial no cobra el seguro, de modo que no hay robos de autos no denunciados; la piratería del asfalto, también denunciada por el cobro del seguro, y el secuestro extorsivo con cautividad. El conjunto de estos delitos bajó, desde abril de 2004 hasta hoy, el 30,26 por ciento. Esto no nos conforma, pero es un logro que debemos exhibir.
–¿Cómo se puede producir semejante divorcio entre estas cifras y un grueso de la sociedad que ubica a la inseguridad como tema central?
–El problema es que la tematización continua de los medios de comunicación respecto del fenómeno de la inseguridad genera un alto grado de alarma social. Por ejemplo, countries. No sé por qué motivo creen que los countries no pueden ser víctimas de delitos contra la propiedad. Mencionan 15 hechos como denotativos de un estado de cosas terrible. Es muy poco serio. En la provincia de Buenos Aires hay, aproximadamente, 100.000 casas en barrios cerrados. No creo que el robo en 15 de ellas merezca el espacio desmedido que le otorgaron los medios. Esta actitud de los comunicadores contribuye notablemente a la alarma social. Y es muy difícil de contener o contentar con medidas gubernamentales, porque la realidad es que nosotros no vamos a llegar a tener una sociedad sin delitos. Si los medios no entienden que generando alarma no van a producir resultados, perdemos el tiempo todos. Muchos exigen la seguridad de Suiza sin advertir que viven en América latina. Se construyen sus fortalezas, se encierran en sus countries. Y creen que eso es una patente de inmunidad absoluta. Nada les debe pasar porque son ciudadanos que tomaron todos los recaudos. Ahora bien, recordemos que en los barrios cerrados no pueden ingresar patrulleros. Entiéndanlo de una vez. Estos lugares están custodiados por empresas de seguridad privada. Sin embargo, se responsabiliza al Estado por estos hechos. Y eso sucede porque hay un fuerte reduccionismo en la opinión pública. Una tendencia a la simplificación extrema, según la cual el Estado debe resolver todo y el particular nunca es responsable de nada.
–Se puede justificar su enojo con la manipulación mediática. Pero teniendo en cuenta que un hecho policial da rating, y cuanto más sensacionalista mejor, ¿usted aspira a la autorresponsabilidad de los comunicadores y de los dueños de los medios?
–Yo no quiero que omitan hechos delictuales, pero nosotros damos conocimiento a las agencias de noticias cuando un episodio es esclarecido. Tengo carpetas llenas de cables informativos con hechos que, en caso de darse a conocer a la comunidad, contribuirían a recuperar la confianza pública. Los medios de comunicación hacen caso omiso de esos esclarecimientos. No es que mientras hablan del asalto a Andrea Frigerio cuentan el modo en que se desbarató tal o cual delito, cómo se apresó a tales o cuales delincuentes, o cómo se esclareció tal o cual secuestro extorsivo. Guardan silencio, de modo que hay una actitud muy sesgada a la hora de la información policial. Es una apuesta a la crispación social. Los que tienen que comunicar hechos que contribuyan a aplacar el miedo de la sociedad son los medios de comunicación. Si no se notifican de esa responsabilidad social que tienen, lo siento en el alma pero no le veo solución al problema. Es más, vamos a llegar a la paradoja de tener índices bajísimos de delito y gente alarmada como si estuviéramos en el pico de la década pasada. Por ejemplo, el índice de homicidios en la provincia de Buenos Aires es de 7,5 cada 100.000 habitantes. El de Washington es de más de 50. Cualquier ciudad de América latina tiene un índice mayor que el nuestro.
–¿Es incorrecto decir que Argentina se “latinoamericanizó” en términos de delito?
–Argentina ofrece una situación muy superior al resto de los países de Latinoamérica. Argentina no es México, no es Brasil, no es Venezuela. Cualquiera de los índices que nosotros podemos exhibir nos coloca en una situación más favorable que la de muchos países de América latina y, en algunos casos, incluso mejor que algunas naciones desarrolladas. Hay 20 ciudades de Estados Unidos que tienen índices delictuales varias veces superiores a los de la provincia de Buenos Aires. Y esto también hay que decirlo, porque si no la gente cree que nosotros estamos sumidos en el peor de los mundos, que la delincuencia se apoderó de todos, que todos peligramos, que ya no se puede salir a la calle. Y la realidad demuestra que hay millones de personas que viven, trabajan, mandan a sus hijos a la escuela sin ningún problema. Quiero decir que todo esto se desarrolla con una normalidad razonable para la realidad sociológica argentina. Entonces, lo que yo les digo a los medios es que ya basta de alarmar a la gente. Ya basta.
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