Carlos Rautenberg es argentino, tiene 27 años, y viajó en agosto pasado a Virginia, para hacer doctorado de Matemáticas en la Universidad de Blacksburg. Pero hoy ni las ciencias exactas ni cualquier otra le alcanzan para entender lo que ocurrió. En diálogo telefónico con Página/12, el estudiante --uno de los tantos argentinos que cursan en ese centro de estudios relató lo que vivió en esas horas trágicas.

–¿Dónde estaba cuando ocurrió la tragedia?

–Estaba a 80 metros del edificio donde sucedió la matanza. Iba a terminar una clase de matemática cuando vemos cómo empiezan a llegar móviles de policías, agentes en autos particulares que sacaban gran cantidad de armas de sus baúles para ir a la zona de conflicto. En un principio creímos que era otra amenaza de bomba, que se venía repitiendo desde hace unos días, pero después, nos dimos cuenta de que no era eso.

–¿Cómo reaccionaron?

–Al principio, todo el mundo se quedó mirando por curiosidad hasta que a los pocos minutos llegaron policías a buscarnos. Nos escoltaron a cada uno de los edificios donde vivimos. Yo estaba a unas cuatro cuadras del lugar. A partir de ahí se instaló una suerte de toque de queda. Nadie podía salir de los edificios.

–¿Cuándo se enteraron de lo que había ocurrido en el campus?

–Una hora y media después. Primero nos dijeron que habían muerto unos 20 estudiantes. Después de unas horas, la cifra subió a 30.

–¿Cuál es la situación ahora?

–El campus está desolado. El ánimo de la gente es terrible. En ese momento todos entramos en un shock, temblábamos. Nadie lo podía creer. Nos sentimos peor cuando comenzaron a circular las versiones de las atrocidades de lo que sucedió. Uno de los comentarios fue que hubo fusilamientos.

–¿Cómo era la universidad antes de la tragedia?

–Un paraíso. Es una zona muy tranquila. Ahora cambió todo.

–¿Pudiste comunicarte con tu familia en Argentina?

–Fue lo primero que hice cuando llegué a mi habitación. Pude hablar con mi mamá. Quedó un poco mal después de la conversación. Me dijo que se hubiera infartado si se enteraba primero por los medios de lo que había ocurrido.

Informe: Elisabet Contrera.