Dom 06.05.2007

EL PAíS • SUBNOTA

Cómo se asumía a un hijo

En lo que hacían, Hebe se encontró con el compromiso político de los que perdieron la vida. Con el carácter revolucionario de la militancia, entre las madres, aquellas madres que poco a poco tenían que empezar a trasformar en otra cosa el dolor. Hebe habló de esa trasformación, enumeró sus cambios entre las innumerables claves del crecimiento de las madres.

–Usted suele decir que hasta ese momento las madres sentían miedo de presentar el compromiso político de sus hijos.

–Las madres decían mi hijo no hizo nada. Pero, si ningún hijo hizo nada ¿qué estamos defendiendo? les decía. “¿A toda una manga de bolonquis que no sabían hacer nada?” Cómo hacíamos para decirle a una madre: “Mirá, si tu hijo era sociólogo, actuaba como psicólogo también en el movimiento, si era alfabetizador, alfabetizaba para que la gente se concientizara”. Eso era para nosotros la socialización de la maternidad. Para eso, primero intentamos que cada una de las madres llevara la foto de otro, pero se daban vuelta para ver dónde estaba su hijo.

–¿Ellas qué le decían?

–Cada una lo iba asumiendo a su manera. Algunas todavía lo traían, y les decía la foto la podés llevar en la cartera. Pero qué pasa, a la prensa extranjera le encantaba ver a una madre llorando y con la foto del hijo. Para ellos es bárbaro, pero nosotras no somos madres lloronas: porque la situación no la estás viviendo todo el tiempo. Llorar hay que llorar en la casa. Y la foto del hijo hay que llevarlo en la cartera. Y es mucho más grande y es mucho más fuerte, y es mucho más comprometido ser madre de todos. Otro momento clave fue decir que muchos de nuestros hijos también eran marxistas. Eso también causó un crack porque los reconocimos en la época en la que todos eran terroristas. Porque ¿cómo se justificó el asesinato, la muerte y la tortura? Diciendo que eran terroristas. ¿Cómo se justificó la guerra con Irak y ahora con Irán? Diciendo que tenían bombas y cosas escondidas. A mí cuando me contaron todo lo que le pasó a mi hijo menor, después al mayor, después a mi nuera, yo dije: “Nunca lo voy a contar”, porque, primero, me parece que es lo más íntimo, como nacer o morir, y si yo cuento, lo vivo nuevamente. Todos esos pasos fueron pasos muy fuertes de las madres para romper el vínculo madre e hijo y que madre e hijo se trasforme en hijos, hijos, hijos... Para que una cada vez abarque a más. Esas fueron todas trasformaciones que costaron charlas debates, pensarlo. (...) Después, el sistema capitalista intenta vencerte. Te reparan con guita lo que hay que reparar con justicia, no hay plata en el mundo para pagar la vida de estos jóvenes. Así que eso fue otro paso importante y después el salto importantísimo fue armar la universidad, y empezamos a hacer festivales de rock para contar y con la ganancia compramos la casa de al lado.

Inmediatamente, Hebe señala como momentos claves en la historia de las Madres, los primeros secuestros, pero después las persecuciones de la policía en 1978 y 1979, las detenciones diarias o semanales en las cárceles comunes donde siempre las encerraban con algún muerto. Cuando empezaron a ponerse clavos en las solapas de los sacos, como los “clavos de Cristo”, dice, de los primeros pañales en la cabeza, de los pañuelos y de cuando se abalanzaban sobre un policía o en un patrullero cuando arrestaban a alguna.

–Decíamos, si vamos todas, nos podemos defender: nos metíamos de prepo, por esos nos decían Las Locas. Dicen que la cana le tiene miedo al rezo y al himno, y entonces cantábamos el himno y después de cantar nos poníamos a rezar: “Padre nuestro para que no haya asesinos / Padre nuestro para que no haya torturas”. Los volvíamos locos, era una manera de defendernos.

Nota madre

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