EL PAíS • SUBNOTA › OPINION
› Por J. M. Pasquini Durán
Uno de cada cinco hogares vive bajo la línea de pobreza y 35 mil de los casi 400 mil habitantes de Río Negro son considerados indigentes. En el conglomerado Viedma-Carmen de Patagones, allí donde Raúl Alfonsín quería mudar la capital nacional, “al sur, al viento y al frío”, en números redondos suman 60 mil entre desocupados y subocupados, pese a que la provincia posee uno de los valles más fértiles de la nación. El actual gobernador Miguel Saiz, uno de los últimos mandatarios de la UCR en sumarse a la “línea K”, termina su mandato con una deuda de 3000 millones de pesos y un déficit de veinte millones, pero con una tradición legendaria: los siete gobernadores electos por mayoría de votos desde 1983 fueron todos radicales. Saiz va por la reelección con buenas chances porque el acuerdo con los radicales que respaldan la concertación kirchnerista mantuvo neutral a la presidencia en la disputa con Miguel Angel Pichetto, titular del bloque peronista del Senado nacional desde los tiempos de Duhalde, al que apoyó con idéntico entusiasmo al que le había dedicado antes a Carlos Menem y ahora a Kirchner.
Con población escasa y dispersa, más de la mitad de los votantes vive en cinco ciudades, mientras que hay poblados, a medio centenar de kilómetros de la capital, donde los empadronados son a lo sumo media docena. Pese a esta concentración territorial, era muy lento el recuento de los votos, a tal punto que casi cuatro horas después de cerrado el comicio se conocía apenas un puñado de datos, insignificantes para medir el resultado definitivo. Las encuestas a boca de urna le otorgaban la reelección al gobernador, mientras que las 43 bancas de la Legislatura, que se renovaba por completo, eran disputadas además por candidatos del ARI, el Partido Humanista y el Movimiento Socialista de los Trabajadores.
No hay evidencia en la propaganda electoral de los dos partidos más grandes de Río Negro que muestre alguna influencia de los conflictos con docentes y estatales en Santa Cruz, en Neuquén o en Tierra del Fuego, pese a su intensidad y hasta la marca trágica que dejó el asesinato vil del profesor Carlos Fuentealba en la capital neuquina. Para el gobierno nacional el resultado de la competencia Saiz/Pichetto carece de trascendencia, porque los dos candidatos con mayor intención de voto disputaron la campaña ofreciendo pruebas para ver quién tenía más larga la lealtad a la Casa Rosada. A lo largo del año se verán otros casos similares, sin contar que la renovación presidencial contará con votantes que en sus distritos hicieron opciones diversas para elegir a las autoridades provinciales.
La situación en Río Negro viene a confirmar hasta qué punto se han disuelto las antiguas fronteras partidarias o las antinomias cerradas del viejo bipartidismo. En este tipo de comprobaciones se apoyan los vaticinios sobre el futuro de los partidos, al menos para quienes presagian la formación de coaliciones que expresen, a derecha y a izquierda, los dos modelos básicos de capitalismo, cuya diferencia central es la indiferencia o la preocupación por las políticas públicas de equidad social, tal como sucede en buena parte de los países europeos en la actualidad.
Hablando de la Patagonia, el martes último el presidente Kirchner decía: “¡Claro! Qué interés podían tener los inversores en el Sur si no existimos en el padrón electoral”. Cierto: el padrón de todas las provincias patagónicas es menor que el de La Matanza bonaerense y lo más probable es que la región sur seguiría postergada si no tuviera a uno de sus nativos, que se autodenomina “pingüino”, en la jefatura del Estado nacional. Aun así, todavía el tiempo es escaso para que sus pobladores se sientan parte de una única comunidad nacional y que los alcancen los debates que interesan a los bonaerenses. No son los únicos en esa situación, ya que en este año electoral de comicios escalonados ya pasaron el de Entre Ríos y ahora Río Negro, pese a lo cual cualquier televidente puede tener la sensación de que la única convocatoria que cuenta es la de Capital Federal dentro de dos semanas. Sin embargo, hay muchos motivos para que el país se ocupe de su tercio sureño, aunque más no sea porque en ese territorio abunda una de las mayores riquezas de este tiempo: los recursos naturales. El tiempo dirá si los comicios provinciales de ayer podrán inscribirse en una nueva era para esos ciudadanos que han vivido tanto tiempo como si el extremo austral del continente americano fuera una isla apenas recorrida por el viento y el frío.
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