EL PAíS • SUBNOTA
Adolf Eichmann es el legendario criminal de guerra nazi que se escapó de Europa con apoyo del Vaticano luego de la Segunda Guerra Mundial y permaneció escondido en Argentina. Hasta que el Mossad lo localizó y lo secuestró en 1960 para llevarlo a Israel, Eichmann trabajó con una identidad cambiada en la Mercedes Benz, célebre más tarde por su conspicua relación con los militares. En el país, Eichmann tuvo al menor de sus cuatro hijos. Ricardo Francisco Eichmann tenía 5 años cuando secuestraron a su padre. Con el tiempo, todos volvieron a Alemania. El hijo argentino del criminal de guerra nazi no supo quién era y qué había pasado con su padre hasta la adolescencia, cuando Adolf Eichmann se ahorcó. Con los años, el chico siguió creciendo y se convirtió en un arqueólogo de prestigio mundial, especializado en arqueología musical y en la evolución de la música en Medio Oriente. Durante diez años dirigió el Departamento Oriente del Instituto de Arqueología de Alemania, uno de los más importantes del mundo, y un ámbito que hace unos meses debate nada menos que si extender o no su labor a Israel y a los territorios autónomos palestinos. ¿Qué pasará si eso sucede? Como ocurre en el seno de otras familias de criminales nazis, Eichmann hijo recién habló públicamente de su historia hace doce años, cuando le ofrecieron un alto cargo en una universidad. “Esas cosas sucedieron antes que yo naciera –dijo– y no tuve influencias sobre ellas”. La posibilidad de que ahora él viaje a Israel como arquéologo y con el Departamento de Arqueología de Alemania despierta algunas inquietudes dentro y fuera de Israel. “Las dudas provienen –según declaró al diario israelí Yedioth Ajronot– del carácter político que toda investigación toma en Medio Oriente.”
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