EL PAíS • SUBNOTA › ELISA CARRIO ESTUVO JUNTO A TELERMAN
› Por Martín Piqué
“No sé si voy a dormir la siesta. Habrá que ir a sostener a esta gente.” Con una sonrisa, Elisa Carrió giró sobre su silla y miró a quienes la rodeaban. Sentada en el living de su departamento de Santa Fe al 1500, la fundadora de la Coalición Cívica exhibió su primera reacción ante lo que prometía ser una jornada muy dura. Eran las tres de la tarde y los datos de boca de urna ubicaban a Jorge Telerman –con quien Carrió se había aliado al ofrecer a Enrique Olivera como segundo de la fórmula– en el tercer lugar detrás de Daniel Filmus. Carrió estaba rodeada de periodistas, entre ellos Página/12, a los que había invitado a almorzar. En plena sobremesa llegó Patricia Bullrich. Y con Bullrich empezaron los llamados a su celular. “Tengo un global de tres encuestadores: 45, 25 y 20”, informó la dirigente de Unión por Todos. No hizo falta que dijera mucho más. Carrió pareció entender que los números marcaban una tendencia inexorable. “En tres semanas voy a irme a pasear”, comentó entonces mientras acompañaba la frase con un guiño de ojo. Se refería al ballottage que enfrentará a Mauricio Macri con el kirchnerista Filmus.
Como en todas las elecciones desde 2000 a la fecha, Carrió esperó los resultados en el noveno piso que le alquila a la familia Torres (hasta hace unos años en ese departamento vivía la cantante Lolita Torres). Acompañada por algunos allegados –la candidata a legisladora Diana Maffía, los diputados nacionales Susana García y Fernando Sánchez, el vocero Matías Méndez– Carrió recibía informes de sus fiscales y de los fiscales del radicalismo. Pasadas las ocho de la noche, Carrió recibió un llamado de Olivera. Allí combinó con el candidato a vicejefe para llegar juntos al bunker del telermanismo, el Palacio San Miguel, de Suipacha y Mitre. Un rato antes había hecho difundir un comunicado en el que felicitaba al candidato de PRO. “Quiero reconocer como leal adversaria el triunfo claro de Mauricio Macri en la primera vuelta”, afirmó.
Antes de trasladarse hacia el Palacio San Miguel, Carrió repitió lo que ya habían acordado en el seno del telermanismo: nadie reconocería el tercer lugar hasta que terminara el escrutinio oficial. “Es una elección muy disputada en el segundo y tercer lugar. Tenemos que esperar”, comunicó. Luego se refugió en el segundo piso del bunker, convertido en el reducto íntimo de Telerman. La siguió Olivera. En la planta baja esperaban periodistas, funcionarios y militantes acompañados por los bombos de la agrupación peronista Felipe Vallese. Dos horas después, el candidato a vicejefe apareció ante el decorado que decía Telerman + Olivera. “De la información que tenemos resulta un contundente triunfo de la fórmula Macri-Michetti. Les deseamos que tengan éxito en el futuro gobierno”, dijo Olivera. Esa frase, que daba como un hecho el triunfo de Macri en segunda vuelta, abrió una dura polémica en el telermanismo. “No coincido para nada con Olivera. A la derecha hay que darle batalla”, dijo Humberto Tumini, uno de los pocos kirchneristas que sigue en la gestión de Telerman.
Cerca de las diez y media, Carrió bajó hasta la planta baja y se plantó ante las cámaras. Unas horas antes, cuando los datos extraoficiales empezaban a llegar a su departamento (y con ellos el indicio de una probable derrota), Carrió prometió que acompañaría a su aliado “en las buenas y las malas”. Y citó una anécdota de su época de radical. “Yo ya lo viví varias veces. Una vez en el Chaco parecía que perdíamos y sólo quedamos Mempo Giardinelli y yo. El candidato era Rozas y estaba encerrado en un cuarto con su familia. Los demás se habían escapado”, recordó. La promesa se cumplió cuando un tumulto de cronistas y movileros lo rodeó como si estuviera en un scrum de rugby. “Yo asumo la derrota porque soy una dirigente política que da pelea y da batalla más allá de los resultados electorales, que no abandona a los candidatos en la adversidad”, subrayó. “No puedo dejar de estar feliz por la amplia victoria de la oposición en la ciudad”, agregó, y felicitó en especial a Gabriela Michetti, la compañera de fórmula de Macri: “Es mi amiga”.
Mientras contestaba las preguntas, Carrió se esforzó por no perder la sonrisa. Detrás de los anteojos de diseño portaba un gesto de altivez. “Yo no perdí como candidata pero asumo la derrota en toda su extensión”, repitió. Luego se refirió a sí misma en tercera persona: quería dejar en claro que su candidatura presidencial seguía en carrera. “Uno de los líderes nacionales (de la oposición) va a ser jefe de Gobierno de la Capital y otra líder nacional va a ser candidata a presidente.”
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