Luego de un mes sin contactos, Eduardo Duhalde recibió ayer a Raúl Alfonsín en la quinta de Olivos. Cerca del ex presidente insistieron en bajarle el tono al encuentro y aseguraron que sólo se habló de las inundaciones en Chascomús. Sin embargo, los dos líderes de la –hoy quebrada– alianza fundacional del Gobierno fueron más allá: conversaron sobre el panorama político y los decretos electorales, a los que el radicalismo se opone en forma parcial.
Desde un principio, los voceros de Alfonsín intentaron minimizar la importancia de la reunión: primero aseguraron que se había reducido a un llamado telefónico. Después admitieron su existencia, aunque dieron una versión un tanto increíble: que los dos dirigentes sólo hablaron sobre la obras atrasadas en Chascomús. “Alfonsín fue en nombre del intendente, que busca fondos para mejorar la infraestructura contra la inundaciones”, juraron.
Es cierto que el ex presidente se tomó la molestia de mencionar la grave situación que atraviesa su municipio. Sin embargo, fuentes del Gobierno coincidieron con dos importantes dirigentes radicales en que, concluido el lobby, Alfonsín y Duhalde conversaron sobre otras cuestiones.
En un repaso del panorama electoral, Duhalde comentó la complicada interna de su partido, y el líder radical aseguró que la UCR aún no sabe si se presentará a las internas abiertas. Después, el Presidente mencionó los decretos de convocatoria a elecciones que firmó el lunes pasado.
Sin levantar la voz, Alfonsín retomó la gran objeción de su partido al paquete de decretos: la cláusula que permite que los afiliados a una fuerza política voten en la interna de otra. En la reunión de ayer Alfonsín apenas mencionó los argumentos: públicamente, los radicales aseguran que, con las nuevas disposiciones, el aparato de un partido puede intervenir –y distorsionar– la interna de otro. En voz baja, en cambio, reconocen otro motivo: el riesgo de que muchos afiliados radicales, decepcionados con su partido, opten por participar de la interna de otro. En cualquier caso, Alfonsín prefirió no insistir demasiado con el asunto. Duhalde, por su parte, dijo que volvería a consultar a los partidos, aunque los decretos ya están firmados y nadie piensa en cambiarlos. Después de media hora de charla y un té cada uno, los dos dirigentes se despidieron en el mismo tono amable que utilizaron durante el encuentro.
Fue el primero entre los dos líderes desde que se quebró el acuerdo que dio origen al Gobierno. A pesar del apoyo inicial garantizado por Alfonsín, la presión de los radicales, que buscaban tomar distancia de un Gobierno desgastado, terminó de desarmar la alianza parlamentaria PJ-UCR: enojado, un mes atrás el líder radical produjo uno de sus típicos movimientos sorpresivos, renunció a su banca de senador y se refugió en el silencio.