Elisa Carrió fue tal vez la más taxativa a la hora de negar la posibilidad de un acuerdo electoral con los otros candidatos opositores. “No tenemos nada que ver con ellos. Además, no hacemos alianzas partidocráticas, sólo con sectores sociales”, explican cerca suyo. Ni siquiera con López Murphy, con quien mantiene una excelente relación. “Una cosa es tomar un café, otra hacer una alianza electoral. Que quede claro: eso no existe ni va a existir”, subrayaban.

De nuevo en solitario, entonces, la estrategia de Carrió para la campaña que se viene no será muy diferente a la de 2003. Señal de austeridad con sólo utilización de recursos propios, recorriendo el país con coches de militantes, parando en casas particulares. La candidata buscará lanzar la Coalición Cívica en todas las provincias con un esquema parecido al que hizo en la Capital Federal: alianzas con organizaciones sociales, religiosas, ONGs, intelectuales. En cuanto a partidos, no habrá novedades. Sólo acuerdos con el socialismo o la democracia cristiana en algunos distritos. Cerca de Carrió se resisten a definir ideológicamente –de manera de definir también su oposición al Gobierno– a la coalición. “Definiciones como progresismo o centroizquierda están muy desgastadas y devaluadas”, explicaban ayer cerca de la candidata. “Las problemáticas de la sociedad no son de izquierda o de derecha. Son problemas que hay que solucionar”, añadía. Las definiciones de Carrió pasan por cuatro puntos, que funcionan como una plataforma: ética, república, redistribución del ingreso, plan económico sustentable y previsible.