Mauricio Macri dijo, en varias ocasiones, que el siglo XX “fue” el de los derechos humanos y el siglo XXI debe ser el de las obligaciones ciudadanas. La frase llamó la atención, en varios sentidos. Al cronista le sonó asombroso que un planteo tan conceptual fuera propio del ingeniero Macri, cuyo pensamiento no es especialmente sofisticado. Una búsqueda sencilla le permitió advertir que replica un razonamiento del escritor noruego Jostein Gaarder, autor del best seller El mundo de Sofía, una historia novelada de la filosofía. Esa parte del texto, para quien quiera leer menos líneas, fue divulgada por el argentino Sergio Sinay.

El cronista no pretende investirse como especialista en un autor que ha ojeado en las últimas horas pero es interesante notar que Gaarder no dice lo mismo que Macri. Su versión de los deberes humanos (y no deberes ciudadanos) no tiene la pátina negativa que le adjudicó el jefe de Gobierno electo (“no cortar las calles”, “no tirar la basura”, etc.) sino uno positivo, de conductas activas, a favor del conjunto social. Deberes humanos serían la compasión, la empatía, la solidaridad, por caso.

La diferencia con la fuente es sugestiva, tanto como el talante con que Macri citó sin citar. El presidente de Boca abandonó la distensión de la campaña, se mostró severo, sugirió el fin de una etapa y no su enriquecimiento.

Esa enunciación podría acompañarse con el anuncio de “despidos” en la Ciudad Autónoma. En rigor se trata de rescisiones de los capciosos contratos a que apelan, abusivamente, gobiernos de variado pelaje. El uso del término más severo (y técnicamente hablando, impropio) parece sugerir que hay un mensaje inicial de “Mauricio”, a la sazón el gobernador Macri.

En términos coloquiales y ciertamente precarios, la paráfrasis de Gaarder y el uso enfático de la expresión “despido” podrían traducirse “se acabó el discurso light y ecuménico”. O, aún más charramente, “se acabó la joda”.