Lun 10.09.2007

EL PAíS • SUBNOTA  › OPINION

Un bochorno, una buena noticia

› Por Eduardo Jozami *

El contraste con lo ocurrido en Santa Fe, donde se conocieron en pocas horas los resultados y el candidato oficialista reconoció de inmediato su derrota, hace aún más bochornoso lo que está pasando en Córdoba, donde aún no se sabe quién ganó y las sospechas de fraude son muy serias. No contribuyó a disipar estas sospechas la actitud del candidato justicialista, quien apareció reiteradamente atribuyéndose la victoria y no evitó el ridículo convocando a festejar cuando todavía no habían comenzado a difundirse los datos de la votación. Tampoco contribuye a sostener la postura del proclamado triunfador la desmesura con la que calificó de “oligarca venida a menos” a una diputada nacional a quien los argentinos no cegados por la pasión partidista ven como integrante de una familia que es un símbolo de los extremos que alcanzó la represión de la dictadura.

Será difícil recuperar la transparencia perdida en el demorado escrutinio, pero esa misma demora injustificable y la mínima diferencia hacen razonable el nuevo recuento de los votos que Juez está reclamando. Si esto no ocurriera y se diera por cierto el triunfo de Schiaretti, no sólo quedará afectada la institucionalidad en Córdoba. El fantasma ominoso del fraude en una de las principales provincias argentinas sería un elemento deslegitimador para un sistema político que aún conserva las marcas del repudio mayoritario de seis años atrás.

El episodio prueba una vez más que el gobierno nacional resulta menos afectado por las críticas de una oposición que se niega a ver la transformación ocurrida en el país que por sus propios errores y la falta de construcción política. Sostener el discurso del cambio con los viejos aparatos del pejotismo resulta poco creíble y cada vez más difícil.

Más allá de las notorias diferencias entre la correcta elección santafesina y el escándalo cordobés, los resultados permiten una conclusión común: la irremediable decadencia de los aparatos del Partido Justicialista penetrados por el clientelismo y la corrupción. Si el Gobierno hace esta misma lectura, no debería lamentar los resultados de Córdoba y Santa Fe, que muestran el avance de dos dirigentes que no han enfrentado la política presidencial. Para quienes seguimos viendo al kirchnerismo como la posibilidad real de cambio en la Argentina de hoy, el triunfo de Binner y la gran elección de Juez constituyen una buena noticia.

* Ex legislador porteño

Nota madre

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