EL PAíS • SUBNOTA › POR UNA CAUSA QUE TRAMITA EN JUJUY
El ex titular del Tercer Cuerpo de Ejército Luciano Benjamín Menéndez se negó ayer a declarar en la causa penal iniciada por la desaparición y asesinato de la maestra jujeña Dominga Alvarez de Scurta durante la dictadura y quedó preso en la Alcaidía Federal de San Salvador de Jujuy. Centenares de militantes de organismos de derechos humanos que realizaban un ruidoso escrache al represor en las puertas del Juzgado Federal 2 fueron disueltos con gases lacrimógenos por la policía jujeña.
Menéndez “quedó detenido por violación de domicilio, secuestro y tortura seguida de muerte” y se va a pedir que sea encuadrado en el “delito de genocidio”, afirmó Pablo Pelazzo, uno de los abogados querellantes. El propio juez Carlos Olivera Pastor confirmó que Menéndez “no declaró” y que su abogado defensor, Horacio Conesa Mones Ruiz (un ex fiscal de Estado que fundó la filial jujeña de Fuerza Republicana y que también representa a Antonio Bussi en esta misma causa), no presentó ningún escrito. El magistrado tienen diez días para resolver la detención original, ya que Menéndez –que tiene abiertas otras 50 causas por violación a los derechos humanos en la provincia– gozaba de arresto domiciliario en Córdoba.
Alvarez de Scurta fue secuestrada en mayo de 1976 por fuerzas del Ejército –cuando Menéndez comandaba la represión ilegal en todo el norte argentino– y la policía provincial y llevada a la jefatura policial para torturarla. Luego fue trasladada al penal de Barrio Gorriti, en donde desapareció. El cuerpo de la maestra fue encontrado en el cementerio de la localidad de Yala en 1984, donde había sido sepultada como NN. Antes –según pudo reconstruir la Justicia– su cuerpo estuvo enterrado en un predio del Ejército, frente al Regimiento de Artillería de Montaña 5.
Pero el escrache al represor terminó mal. La policía dispersó violentamente a centenares de manifestantes, cuando éstos advirtieron la maniobra de “distracción” con que el Servicio Penitenciario trató de sacar a Menéndez y se abalanzaron contra el camión celular en el que viajaría el represor. La policía jujeña, que había montado un fuerte y numeroso operativo de seguridad sobre el juzgado, comenzó a disparar gases lacrimógenos para disolver a los manifestantes y liberar el camino para trasladar a Menéndez hasta su nuevo lugar de detención.
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