La escuela-fábrica de la UOM de La Matanza lleva el nombre de Emilio Tomasín, un delegado metalúrgico desaparecido en los primeros días de la dictadura. Tomasín no fue el único desaparecido de Martín y Amato, una fábrica de arranques y alternadores para automóviles con más de 1500 obreros. Los dirigentes de la UOM reconocieron que los familiares de los otros compañeros “nunca hicieron la denuncia” de las desapariciones y rechazaron el acercamiento al gremio. La combativa comisión interna de Martín y Amato (hoy Prestolite), junto a la de Santa Rosa (hoy Acindar), formaba parte de las “coordinadoras fabriles” que en los ’70 estaban ferozmente enfrentadas con la “burocracia sindical” peronista. Ayer, en las primeras filas estaban varios de sus ex compañeros y hasta el secretario de aquel cuerpo de delegados, Carmelo Afatato, que salvó su vida exiliándose en el exterior. Pero también había varios dirigentes cegetistas formados en la ortodoxia sindical, la misma que Tomasín combatió como delegado.