EL PAíS • SUBNOTA › LA ENFERMERA VICTIMA DE VARIZAT
› Por Miguel Jorquera
Su regalo del Día de la Madre fue sentarse a la mesa junto a sus hijos, después de estar 70 días postrada. Cristina Coronel, enfermera de profesión, fue quien se llevó la peor parte entre los 24 manifestantes que el ex ministro de Gobierno santacruceño Daniel Varizat atropelló con su camioneta 4x4 en Río Gallegos. Caminando con la ayuda de un andador –por las fracturas en la pelvis y en una de sus piernas– fue a votar el domingo. “Era de honor, no podía faltar”, dijo a Página/12. Cristina afirma que fue un “atentado” y aún no puede entender por qué un ex funcionario es “un preso vip en la escuela de policía”. “Quiero justicia, es la única forma de que los santacruceños recuperemos nuestra dignidad.”
Todavía se estremece cuando recuerda el día que en que Varizat le pasó el vehículo por encima. “La gente lo reconoció en una camioneta que estaba estacionada. Cuando me dijeron que era Varizat, pensé que iban a llamar a la Gendarmería y nos iban a golpear a todos. Di la vuelta y empecé a hacer señas para retroceder, cuando la camioneta me tiró al piso y me pasó por arriba. La gente que seguía atropellando caía sobre mí. Aceleró tres veces contra la gente. Cuando me rescataron yo lloraba, no de dolor sino de indignación”, relata.
Cristina tiene 56 años. Llegó a Santa Cruz desde Santiago del Estero en el ’84 para trabajar en el yacimiento Cóndor de YPF como enfermera de quirófano. Allí, camino a Cabo Vírgenes, el punto más austral del continente, comenzó su militancia sindical reclamando ropa adecuada que permitiera soportar el frío a las escasas mujeres que trabajaban en el yacimiento. Eran tiempos en que “Armando ‘Bombón’ Mercado –el ex esposo de Alicia Kirchner– era dirigente del SUPE y Cristina Kirchner daba charlas sobre derecho laboral en el sindicato”, cuenta.
“Soy peronista de toda la vida”, repite, pero le cuesta entender el resultado electoral del domingo en Santa Cruz: “indudablemente, todavía no somos tantos los que nos despertamos de esta siesta de muchos años que nos tenía adormecidos”, agregó a modo de explicación. Después de la privatización de YPF, Cristina pasó a trabajar en el hospital provincial de Río Gallegos. El día que la atropellaron, la enfermera acompañaba los reclamos de su gremio, ATE.
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