EL PAíS • SUBNOTA › OPINION
› Por Luis Bruschtein
Los únicos personajes de fuera de la región que aparecen en los diferentes documentos de la Operación Cóndor son Henry Kissinger en alguna reunión internacional, sobre todo con los militares chilenos, y algunos contrarrevolucionarios cubanos que trabajaban para la CIA. También estos personajes aparecieron muy relacionados con Michael Townley en el asesinato en Washington de Orlando Letelier, que había sido canciller de Salvador Allende y en el funcionamiento del campo clandestino Automotores Orletti, en Buenos Aires, donde fueron torturados y asesinados dos empleados de la Embajada de Cuba.“La Operación Cóndor es un esfuerzo cooperativo de inteligencia y seguridad entre muchos países del Cono Sur para combatir el terrorismo y la subversión. Los miembros originales incluían a los servicios de inteligencia de Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil y Bolivia, mientras que Perú y Ecuador se integraron recientemente”, decía un cable que la CIA envió a las embajadas norteamericanas en estos países en 1977 y que fue recientemente desclasificado.
La CIA conocía desde 1974 la existencia de la Operación Cóndor, porque lo primero que hizo su impulsor inicial, el jefe de la DINA chilena, el general Manuel Contreras, al que le gustaba llamarse Cóndor 1, fue conversarlo con Henry Kissinger. Los norteamericanos siempre estimularon este “intercambio”, pero desconfiaban de la capacidad de los dictadores sudamericanos, pese a que delegaban en ellos las operaciones en el terreno. Sobre todo pensaban que las operaciones debían realizarse en corto tiempo, porque de lo contrario sería inevitable el escándalo internacional que revertiría sobre Estados Unidos. En la reunión con Contreras, Kissinger trató de ponerles un plazo, aunque sin ejercer demasiada presión.
Kissinger manejó la política exterior norteamericana desde 1969 hasta 1976 y después mantuvo una fuerte influencia durante la presidencia de Ronald Reagan, entre 1980 y 1988. Este Premio Nobel de la Paz fue el principal instigador del golpe contra Allende en Chile y fue un gran amigo y encubridor de los demás dictadores sudamericanos. Durante su gestión prácticamente desaparecieron los gobiernos democráticos en América latina. Es difícil saber si se trató de una gran conspiración, pero son innegables los lazos entre todas esas dictaduras que solamente podían subsistir con el beneplácito de Washington. Cuando los dictadores argentinos justificaban sus atrocidades porque estaba en desarrollo la Tercera Guerra Mundial lo decían porque veían a Estados Unidos como la cabeza de la alianza que los incluía. Es un error echar afuera las culpas de nuestras tragedias. Pero también sería hipócrita no reconocer el papel nefasto que jugó Estados Unidos en América latina durante esa época, con la excepción del gobierno de Jimmy Carter.
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