EL PAíS • SUBNOTA › KIRCHNER ESTRENO SU ARTILLERIA DESDE EL LLANO
“El embajador de los Estados Unidos decía que las relaciones con la Argentina son buenas. Lo que están haciendo en Miami es una vergüenza, señor embajador. Se lo digo como ciudadano argentino, así las relaciones no son buenas. Ustedes nos tienen que respetar.” Aunque no fuera el atril de la Casa Rosada, sino uno de los salones de Costa Salguero, Néstor Kirchner no pierde la costumbre. Cada vez que el Gobierno aparece en el medio de presiones cruzadas, Kirchner usa el micrófono para denunciar a quienes considera responsables. Ayer no fue la excepción. En la fiesta de fin de año de Aysa, la empresa estatal de aguas, el ahora ex presidente cargó muy duro contra la administración republicana de George Bush. “La Argentina no es una colonia y ustedes nos tienen que respetar. Los argentinos estamos siendo manoseados por una banda de mafiosos y me gustaría que la Justicia de Norteamérica nos mande al prófugo, al famoso Antonini. Que venga a declarar ante la Justicia argentina”, arremetió. Fue su primer discurso desde que dejó la Presidencia.
Que no fue una fiesta de fin de año más, de ésas que reúnen a funcionarios y empleados para hacer el balance de la empresa, quedó claro apenas Kirchner comenzó a hablar desde el micrófono. Una vez arriba del palco, el ex mandatario aprovechó para opinar en público sobre los dos hechos que conmovieron al Gobierno en la primera semana de Cristina presidenta. “No es casualidad que haya aparecido muerto Febres, que pasen ciertas cosas en la Argentina que están pasando. Ustedes, nosotros y todos, más que nunca, con más fuerza, vamos a defender la profundización del cambio, porque no queremos dar un paso atrás”, arengó.
En primera fila se veía al diputado Edgardo Depetri y al ministro de Trabajo, Carlos Tomada. Ambos aplaudieron con gesto serio, concentrado. No es muy común escuchar a un ex presidente decir cosas como las que se escucharon ayer. Kirchner dedicó más tiempo al affaire de la valija. Y lo hizo justo el mismo día en que el canciller, Jorge Taiana, recibía al embajador de Estados Unidos, Earl Anthony Wayne. En los códigos diplomáticos, pedirle a un embajador que se presente en la Cancillería es un gesto poco frecuente, al que se recurre cuando se quiere expresar un descontento, un obstáculo serio en la relación bilateral.
“Empiezan, como dijo nuestra Presidenta, a hacer operaciones sucias de todo nivel”, denunció Kirchner desde el micrófono. Fueron palabras muy parecidas –casi calcadas– a las que había usado su esposa la semana pasada. Aunque en ese párrafo no nombró a Washington, quedó claro que se estaba refiriendo al gobierno de Bush. “Les preocupa a algunos que en América latina nazca el Banco del Sur, se consolide el Mercosur y nazca la unidad de los pueblos de América del Sur. Les preocupa también que nuestra compañera Presidenta haya pedido que aquella ciudadana colombiana, y otros secuestrados que están en Colombia, puedan recuperar sus derechos, su libertad y que puedan reencontrarse con su familias”, denunció.
Con un tono tan crítico como nunca se le había escuchado decir hasta ahora, Kirchner siguió cuestionando a Washington. Recordó que los presos detenidos en Guantánamo no están protegidos por ninguna ley internacional y dijo que los militares estadounidenses usan la tortura para obtener información. “Les preocupa que nosotros, con absoluta firmeza, digamos que condenamos al terrorismo global, pero que no significa bajo ningún aspecto que admitamos la violación global de los derechos humanos o bases como la de Guantánamo, que dan vergüenza que estén en Estados Unidos, que torturan gente para tratar de obtener cualquier forma de información”, acusó.
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