EL PAíS • SUBNOTA › EL ANALISIS DE LOS ACTORES EN LA PELEA DE LA CIUDAD
Cerca de Macri opinaban que el conflicto con los sindicalistas los ayudaba porque les permite presentarse como “nueva política”. Los gremialistas, en tanto, creen que el jefe de Gobierno deberá sentarse a negociar. El kirchnerismo no quería arrimarse demasiado a los gremios, pero imaginaban por adelantado los problemas que deberá afrontar la gestión porteña.
› Por Werner Pertot
El funcionario macrista levanta la mirada hacia la Plaza de Mayo. “¿Ves ese palco? Es uno más impresentable que el otro. Ese palco nos ayuda”, se divierte. Se refiere a los rostros de los que encabezaron el acto de Sutecba, con Hugo Moyano al frente. En el gobierno porteño había un cierto clima de triunfo por esa foto, que los dejó más contentos que preocupados. Cerca de Mauricio Macri evaluaban que cuanto más se muestren los sindicalistas del “período cretáceo”, más les permiten presentarse como la “nueva política”. Con estrategias diferenciadas, Sutecba y ATE escalarán los paros la semana próxima. En la Legislatura, donde deberán ratificar el primer DNU del Jefe, el panorama es prometedor: la Coalición Cívica les daría quórum y los kirchneristas deberán ensayar una oposición medida para no quedar pegoteados al sindicato.
Macri arremetió con una dureza poco conocida hasta ahora. Tras ordenar 2400 despidos –nadie puede decir que no sabía, ya que estaba en su plataforma electoral–, respondió al paro de los municipales con la intervención de su principal fuente de financiamiento: la Obsba maneja cerca de 300 millones de pesos al año y atiende a 250 mil personas. Para los macristas la medida tiene el doble propósito de escarmentar al gremio y ganar capital político pára la gestión. Algunos ministros hasta llegaron a compararlo con la remoción de la mayoría automática que impulsó el presidente Néstor Kirchner cuando asumió la presidencia. “Es matar a un muerto. Amadeo Genta y Patricio Datarmini tienen un enorme desprestigio social. Por eso se parece a la Corte menemista”, dice un funcionario macrista con buena llegada al Jefe.
Por añadidura, la desregulación de la obra social es un reclamo histórico de docentes y médicos, quienes presentaron amparos luego de que se sancionara la ley 472 en enero de 2000 y el presidente de la Obsba, Patricio Datarmini, no la inscribiera en la Superintendencia de Salud. La posibilidad de optar por otra obra social le drenaría –estiman– unos 45 mil afiliados. “La gente está contenta con esta medida y creemos que también algunos sectores que no se animan a expresarlo”, sostenía un ministro ante Página/12.
El Jefe. Aunque algunos ya piensan en empezar una negociación, la posición del Jefe tiende a ser inflexible. En su gabinete, evalúan que la protesta tiene patas cortas y poca solidaridad por parte de “la gente”. Una y otra vez reiteran que no negociarán ni los despidos, ni la intervención. Macri sabía desde hace dos días que Moyano iba a irrumpir en el conflicto. La foto de ayer no hizo más que convencerlo de que está en el camino correcto. “El mejor discurso fue el de Moyano... con eso te digo todo”, se mofaban cerca del ingeniero.
Aunque había cierto triunfalismo, no todos están felices con la expansión del conflicto. “Se podría haber hecho de forma más gradual. Ahora hay un punto de no retorno entre un gobierno que ganó con 60 por ciento y una dirigencia sindical vieja y anquilosada”, describía uno de los ministros. El lunes tendrán que analizar, en la reunión de gabinete, un plan de emergencia que estaría destinado a aquellos servicios que “la gente” reclama: los cementerios, el Registro Civil y los CGP.
El Obelisco. “No nos pueden desconocer, somos como el Obelisco. Te puede gustar o no, pero siempre estamos”, dijo una vez Genta, en una frase que lo pinta de cuerpo y alma. El sempiterno secretario general de Sutecba parece desconcertado por momentos. “Del 1983 hasta hoy, ningún gobierno democrático hizo un despido masivo”, dicen en su entorno. “No somos un gremio que pongamos palos en la rueda. Hemos convivido con dirigentes de distintas ideologías: Ibarra, De la Rúa, con intendentes peronistas. Es la primera vez que nos encontramos con esta sorpresa”, señalan.
La fama de intocable de Genta se pondrá a prueba en esta pulseada. Por lo pronto, ya le dio un anticipo de lo que le espera al futuro interventor de la obra social, Jorge Rey, un ex gerente de recursos humanos que trabajó para una larga lista de empresas, incluida una del Grupo Macri. Ayer le impidieron la entrada al edificio de Obsba. En el gremio dicen que se trató de un malentendido y que el lunes lo va a recibir “como corresponde” el propio Datarmini.
Pese a todo, en Sutecba hay cierta tranquilidad. Consideran que tarde o temprano se tendrán que sentar a negociar con ellos: “La pelea permanente no existe para ningún gobierno”, se jactan. Y la carta de frenar la recolección de la basura, por ahora, parecen reservársela. Los macristas tienen la sensación de que a Moyano no le va a dar el cuero para jugar esa carta. “Es una medida muy antipática. No se va a inmolar”, pronostican.
ATE. El gremio que responde la CTA quedó en un lugar complicado, difícil, molesto luego de la intervención de la Obsba: la desregulación era uno de sus reclamos. Sin embargo, hasta ahora hicieron el mayor esfuerzo para evitar hacerle el juego al macrismo y hacer más evidentes las diferencias que tienen con Genta. “Eso fue una jugada de Macri para partir aguas”, indicaban en el entorno del dirigente Marcelo “Nono” Frondizi. “En otro marco –subrayaban el “otro”– decimos que se aplique la ley 472. Pero hoy el problema principal es la reincorporación de los despedidos”, completaban. También reiteraban su oposición a la medida “xenófoba” de dar prioridad a los porteños en los hospitales y al aumento del ABL. El miércoles harán un nuevo paro, a la par del de 72 horas que convocó Sutecba.
El primer DNU. El siguiente paso que dará Macri está en la Legislatura, que debe respaldar su primer decreto de necesidad y urgencia (DNU). Para eso, convocará una sesión extraordinaria la semana próxima. “Los votos lo tenemos y el quórum está”, se ufanaba una de las espadas del macrismo en la Legislatura. La principal preocupación es que los sindicalistas les tomen el recinto y no los dejen sesionar, como ocurrió en más de una oportunidad con los padres de Cromañón. Con la idea de evitar incidentes, el vicepresidente primero Diego Santilli dispondrá seguridad extra en el recinto. Lo que no es una garantía, precisamente. “El otro día llegaron hasta la puerta del despacho de Rodríguez Larreta. Manejan más de lo que uno supone”, comentaba un legislador. Santilli será probablemente el único de los peronistas PRO que estará presente dado que el resto se tomó unas convenientes vacaciones.
Los K. Hasta ahora ningún funcionario nacional salió a opinar sobre la disputa en la ciudad. En el kirchnerismo porteño, aseguraban que eso no ocurrirá. “Alberto (Fernández) se muere de risa con esto, pero no va a hablar. Está mirando, no operando”, dice uno de los hombres del jefe de Gabinete. Los kirchneristas no la tienen fácil: si sobreactúan su rol opositor, quedarán pegados a Sutecba, algo que no quieren por nada del mundo. “No defendemos a Genta y Datarmini”, asegura uno de sus dirigentes.
Sin embargo, el eterno gremialista municipal les resulta, por ahora, funcional para desgastar a Macri. “En Chacarita, hoy había 48 muertos al sol. Las colonias de vacaciones están paradas. Y un conflicto prolongado lo perjudica a Macri. Yo que ellos, no festejaría tanto”, enumeraban en las filas K en donde, a diferencia de los macristas, ven un enero plagado de paros y cortes de calle. “Macri está definiendo un estilo de gobierno cacciatoriano. Dejó trascender que sobran 20 mil municipales. Son uno de cada cinco”, deslizaban, como para echar nafta al fuego.
Los legisladores no están dispuestos a darles quórum en la sesión especial, pero consideran que “si bajan los diputados de Macri y Carrió”, ellos se presentarán para votar en contra. “Lo vamos a hacer sin ponernos la camiseta del sindicato, si no con una argumentación más técnica”, aclaraban. Por si hacía falta.
Coalición Cívica. La actitud es aún más moderada entre los lilitos. Por ahora, hay buenas chances de que den quórum para que se apruebe el decreto de la intervención. El jefe de la bancada, Enrique Olivera, está convencido de que hay que cumplir con la desregulación y reconvertir a la Obsba. Incluso impulsó una ley sobre cobertura universal de salud. “El servicio que presta la Obsba es malo. No hay que dejarse enceguecer por la pulseada política”, indican en el entorno del ex jefe de Gobierno. Los socialistas, que no integran el bloque de la CC, tendrán una posición bien distinta. El titular del PS, Roy Cortina, no se privó de criticar la iniciativa macrista.
Con los despidos, el análisis de los lilitos también era más moderado: “Me cuesta creer en 2400 ñoquis. Sí puede haber 2400 designaciones de último momento”, sostenían desde el espacio que compartió una alianza con el ex jefe de Gobierno Jorge Telerman. “Hay que defender el derecho del trabajador, pero no se puede utilizar la función pública para hacer clientelismo y traer gente que no trabaja”, remarca uno de sus referentes.
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