Lun 21.01.2008

EL PAíS • SUBNOTA

“Que esta boda despierte las conciencias”

Preparativos, proyectos y expectativas de una boda que abrirá un fuerte debate en Argentina sobre la discriminación y el derecho al reconocimiento legal de las parejas de personas del mismo sexo. Un concejal del Partido Popular celebrará la boda. Los testigos.

› Por Horacio Cecchi

“Es muy importante quien te case, no es lo mismo que te case el Registro Civil que un concejal del Ayuntamiento de Madrid. La figura del concejal acá (España) es muy importante. Y que sea un concejal del Partido Popular también nos pareció importante, porque hay muchos militantes del PP que están a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo”. Faltaban doce horas para que el concejal del Ayuntamiento de Madrid, Luis Asúa Brunt, iniciara el acto de casamiento y Cigliutti y Suntheim relataban a este diario las idas y vueltas, las preguntas y detalles, los pasos, marchas y contramarchas, las minucias de un casamiento que, como cualquier casamiento, carga con su consecuente estado de nerviosismo, ansiedades y anhelos, sin importar de quién se trate y lo que se esté jugando de por medio.

“Es un trabajo de más de un año que venimos haciendo –explicó Cigliutti–, es la segunda vez que venimos a España para realizar el casamiento. Ya habíamos venido hace ocho meses porque había que resolver el tema burocrático que fue tremendo”. En qué consistía. Pues simplemente que debían demostrar lo lejos que estaban de la pretensión de casarse con un ciudadano comunitario para obtener la ciudadanía.

–Lejos del matrimonio por conveniencia...

–Exacto. Por eso, nosotros adjuntamos a todo el trámite el antecedente de nuestra unión civil –detalló Suntheim–, porque demuestra que no es de un día para el otro, que venimos construyendo un proyecto de vida. La estrategia jurídica necesita una espina dorsal que es demostrar que tenemos un proyecto de vida en común. La pregunta del millón es si dos argentinos podían casarse en España y después pedir el reconocimiento en Argentina.

“La gran diferencia –acotó Cigliutti–, es que Marcelo es ciudadano comunitario, y tenemos un proyecto común. Esa es la diferencia. No somos dos argentinos que venimos a Madrid a hacer shopping jurídico, nos vamos fuera del país, hacemos el acto administrativo y nos volvemos por el reconocimiento queriendo evadir la ley argentina”.

–¿Y desde lo privado cómo empezó a gestarse la idea?

–Nosotros empezamos a plantearnos este paso con la unión civil, que fue el primer paso por nuestros derechos –explicó Suntheim–. Pero también tiene que ver con nuestro proyecto de vida. Por cuestiones laborales yo estoy viendo la posibilidad real de una actividad vinculada a la importación y exportación. Ninguna empresa, es un pequeño proyecto, pero eso exige tener una oficina en España y otra allá, en Buenos Aires. Eso implica que tendría que vivir legalmente una temporada para poder contratar, alquilar, firmar, etcétera. Entonces pensamos que lo ideal sería casarnos en España, tener un reconocimiento de la ley española. Argentina va a seguir siendo nuestro país, nuestro lugar, y el proyecto laboral en España es un proyecto, que tiene un principio y puede tener un final”.

“Pero, además, es toda una historia de activismo nuestro –añadió Cigliutti–. Nuestro activismo para que se reconozcan los derechos de adopción, de pensión y de herencia. La unión civil fue determinante como primer paso de este proyecto, porque cuando la logramos formaba parte de un proyecto que era llegar hasta la aceptación del matrimonio en nuestro país.”

Aunque aceptada legalmente la posibilidad de matrimonio en España, a Cigliutti-Suntheim no les resultó sencillo. “Los trámites fueron farragosos –dijo Cigliutti–. La presentación de los papeles allá, las legalizaciones, la presentación acá. El hecho de que Marcelo sea comunitario y yo no era toda una cuestión. Si la unión civil fue determinante para que se vea que lo nuestro no era un matrimonio por conveniencia, igual no fue sencillo. Cuando vinimos el viaje anterior, hace ocho meses, nos hicieron un cuestionario, nos preguntaron sobre detalles íntimos, nos preguntaban a cada uno que regalo le habíamos hecho y cuándo había sido la última vez que lo hicimos. Cosas por el estilo para demostrar que eramos una pareja constituida y no estábamos buscando sacar provecho de la situación. Si Marcelo no hubiera sido comunitario esto sería imposible. Aprovechamos esa circunstancia y empezamos a organizar nuestro proyecto. Fue uno de los proyectos más costosos (Cigliutti ríe), tuvimos que pagar dos viajes, estadías, escribanos”.

“Mañana (por hoy) es la ceremonia de casamiento –prosiguió Cigliutti–, el concejal que nos casa lee un acta, nos da la documentación, el libro de familia que es como la libreta de matrimonio de allá. Y estaremos casados con todos los derechos de un cónyuge, y pasado mañana nos vamos de luna de miel a Egipto”, aclara y se escuchan risitas por detrás. “Y después vamos con el equipo de abogados y lo presentamos allá”.

–¿Cualquier pareja casada en el exterior necesita pedir el reconocimiento del matrimonio para que sea válido en Argentina?

–En una pareja heterosexual no hace falta pedir nada. En nuestro caso, como la ley argentina no reconoce el matrimonio entre personas del mismo sexo, tenemos que pedir a la justicia.

–¿Suponen que los jueces argentinos lo van a aceptar?

–No va a ser sencillo, pero no es que somos dos personas que piden casarse y después no les permiten. No es que no nos podemos casar. Vamos a decir, ya estamos casados, España nos reconoce, y elegimos España porque es lo más cercano culturalmente a Argentina. Queremos que Argentina nos reconozca.

Frente al concejal Asúa Brunt la pareja no estará sola. Los testigos fueron elegidos cuidadosamente: Javier Ugarte Pérez, filósofo, autor de “Sin derramamiento de sangre. Un ensayo sobre la homosexualidad”, “y activista de la Fundación Triángulo –apunta Cigliutti–, muy conocida en España, con once años de trabajo muy intenso, que colabora con organizaciones latinoamericanas, pionera en ayudarnos a nosotros, en Argentina”. El otro testigo será Juan Herrero Brasas, autor de “La sociedad gay. Una invisible minoría”, “ideólogo, activista –explicó Cigliutti–, un referente muy importante del movimiento español por los derechos de las personas homosexuales.”

Además, la parejita invitó a un emblema de la militancia gay argentina, Héctor Anabitarte, “fundador del legendario y primer grupo argentino gay-lésbico, el Frente de Liberación Homosexual –agregó Cigliutti–, que fue creado en el ‘67, y que marchaba a la Plaza con Perón al lado de las columnas de los Montoneros. Es todo un referente. Se tuvo que escapar cuando llegó la dictadura en Argentina, y ya se quedó a vivir en España. Vive en Aranjuez, y hace un rato hablamos con él y nos confirmó que estará en la ceremonia”.

Cigliutti recuerda una frase del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, cuando al aprobarse la ley de matrimonio homosexual dijo que “España es hoy un país más decente, porque no discrimina a sus ciudadanos”. “Nosotros –dice Cigliutti– tenemos la esperanza de que esta boda, que realizamos a pesar nuestro en un país que no es el nuestro, ayude a despertar una mayor conciencia en gobernantes, legisladores y jueces”.

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