“Es un giro furibundo”, evaluaba anoche una fuente en la Casa Rosada acerca de la declaración de culpabilidad de Moisés Maionica y el posterior comunicado del Departamento de Justicia de Estados Unidos. Según la interpretación del gobierno argentino, la causa por la valija de Guido Antonini Wilson se encamina ahora a culpar al ex vicepresidente de la petrolera estatal venezolana Pdvsa y titular de la filial argentina, Diego Uzcátegui Matheus, como el verdadero dueño de los dólares, y al de Hugo Chávez como el gobierno que pretendió ocultar la maniobra. En esta lectura, Estados Unidos se preocuparía en dejar a un costado a Argentina y centrar sus cañones en el enemigo bolivariano. El hecho, obviamente, llevaba alivio a la Casa Rosada, pero no dejaban de reconocer que la causa entera era “una turrada” contra Venezuela.

En Gobierno explicaban que ya habían tenido señales tanto públicas como privadas de un cambio de posición de Washington respecto del desarrollo del expediente. “Lo que hizo el Departamento de Justicia en su primera declaración pública fue imprudencia”, argumentaban, en referencia a aquel informe acerca de que los 800 mil dólares estaban destinados a financiar la campaña de Cristina Fernández de Kirchner, a días de asumida la Presidenta. “La única prueba que tenían parar afirmar eso era la grabación de uno de los acusados, que encima le hablaba a Antonini en tono de apriete”, añadían.

La acusación, se recordará, provocó una airada respuesta de Cristina y Néstor Kirchner. Acusaron a Estados Unidos de reaccionar así frente al acto de lanzamiento del Banco del Sur y la asunción de la Presidenta, donde Chávez y Evo Morales, presidentes refractarios a Washington, tuvieron alta cuota de protagonismo. Kirchner le reclamó entonces a Estados Unidos “que mande al prófugo”, en referencia a Antonini, reaparecido en Miami como testigo protegido.

A partir de aquel duro cruce, en los radares de la Casa Rosada comenzaron a recibir mejores señales desde Washington, de los que se hacía eco la embajada que conduce el sonriente Earl Wayne. “Por diferentes medios nos hicieron saber su preocupación por lo que había trascendido y nos avisaron que de ahí en más la investigación iba a conducirse por el camino adecuado”, revelaban en Gobierno.

Así, detectaron una gran prudencia en las palabras del secretario para Asuntos Hemisféricos, Tom Shannon, cuando volvió a hablar de la investigación. Por ejemplo, ahora no se olvida de mencionar que el gobierno argentino fue el que descubrió el caso.

Con todo, en la Casa Rosada no dejan de pensar que la causa de Miami está armada con un objetivo político, pero que ese objetivo siempre fue Venezuela y no Argentina. Cerca del despacho presidencial creen que el caso no tiene muchos misterios: Uzcátegui le dio la valija con el dinero a Antonini Wilson –que pudo subir al avión fletado por Enarsa gracias a la gestión del joven Daniel Uzcátegui Specht, el hijo del vicepresidente de Pdvsa–, para que comprara un departamento en Buenos Aires o llevarla a Uruguay para alguna inversión. Uzcátegui padre fue echado de su cargo, entre otras cosas, por la insistencia argentina a Chávez.

Estados Unidos aprovechó el filón que le otorgaron los venezolanos que ingresaron a ese país para convencerlo a Antonini que armara una versión de los hechos adecuada. Maiónica, sostenían en el gobierno argentino, debió admitir su culpabilidad porque lo tenían grabado en una conversación telefónicamente con el secretario de inteligencia de Venezuela, en el que le informaban cómo debía actuar con Antonini. La torpeza le permitió a Washington armar una causa contra Chávez, que Argentina –insistían– ligó de rebote. No casualmente, la Embajada norteamericana dejó trascender ayer, luego de conocida la declaración de Maionica, que la investigación de Miami “no tiene propósito de política exterior” y reiteraron conceptos de la última conferencia de Shannon, en la que aseguraba que la relación bilateral con Argentina “es importante para Estados Unidos”.