EL PAíS • SUBNOTA
- Enrique Martínez, director del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI): “Por la poca información que manejamos, es muy difícil emitir una opinión objetiva. Considero que de los incidentes que hasta ahora se produjeron en la planta de Botnia, éste –el derrame de pasta de celulosa en las últimas etapas del proceso y a tanta distancia del río– fue el menos peligroso para las personas y el medio ambiente. Mucho más perjudiciales pudieron haber sido el escape de ácido sulfúrico o el derrame de cloro, que de haber llegado al río podría ocasionar graves daños. Reitero mi opinión sobre la necesidad de realizar un monitoreo conjunto de agua y aire –entre ambos países– por la buena relación que mantenemos con distintas instituciones de Uruguay. Pero para eso hace falta una resolución política que está pendiente, en donde la menos interesada es la empresa, que evitará someterse a mayores controles. Como ingeniero químico, y por haber trabajado en plantas de características similares, en la puesta a punto de una planta de esa magnitud y complejidad es lógico esperar que haya dificultades, que deberán ir ajustándose. Más preocupante es que la empresa les adjudique los incidentes a fallas humanas o impericia de los operarios, porque es la propia compañía la que tiene que formar y capacitar a su personal. Los argumentos que vuelca la empresa pueden ser opinables pero, de todas maneras, un incidente por semana me parece mucho”.
- Héctor Sejenovich, economista, especialista en medio ambiente y profesor en la UBA y la UNL: “El derrame no habría llegado al río, según la información que pude recoger, pero tampoco el incidente fue tan exageradamente pequeño como argumenta la empresa, porque si hubiera sido así no habría trascendido. Los finlandeses no están adaptados a manejar una planta de semejante tamaño, con una producción anual de un millón de toneladas, porque no existe una planta de similares características, ni en Finlandia ni a escala mundial, abastecida por agua de río. Sí las hay, pero a orillas del mar. Es muy difícil soportar un incidente cada semana, hasta ajustar ese monstruo operativo sobre el que no hay experiencia previa de manejo, y dejar expuesta a la gente como chanchito de Indias de una posible contaminación. Es cierto que en la etapa de instalación y puesta en funcionamiento se pueden producir una serie de desperfectos, como también es cierto que, si se produce un derrame importante, hasta que se pueda paralizar todo el proceso de producción ya estará contaminada la mitad del río. Un dato que con exactitud sólo maneja la empresa. Fui uno de los encargados de calcular el lucro cesante que tendría que desembolsar Botnia por la emisión de dioxinas (sustancias cancerígenas), según lo autorizado por los organismos ambientales uruguayos, pero sólo Botnia sabe qué cantidad emitirá su proceso productivo y siempre se negó a proporcionar ese tipo de información”.
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