EL PAíS • SUBNOTA
“A veces la CTA me parece una amante ingenua: hace cuatro años que mantiene la esperanza de que el kirchnerismo abandone a su esposa vieja y fea y se vaya a vivir con ella. A la hora de los bifes, siempre terminan pesando más los pibes, el qué dirán y cierto conservadurismo de último minuto. A fin de cuentas, las amantes son eso... amantes”, escribió Alejandro en el blog colectivolabarbarie.com. “Para una Central que afirma tener 1.200.000 afiliados, andar mendigando la personería gremial roza ya la indignidad (...) Si la CTA no puede organizar (o amenazar con organizar) una medida de fuerza que obligue al Gobierno a darle la personería, ¿de qué manera va a disciplinar a sus filas para los acuerdos salariales? Un actor que no es lo suficientemente sólido como para conseguir la personería mediante su propio accionar, difícilmente vaya a recibirla gratuitamente. Darle la personería a un gremio que ni siquiera puede organizarse para conseguirla es más o menos como armar con fusiles a los monjes tibetanos (...) La CTA es fruto de un gran trabajo político. Es imposible negar el valor de una Central alternativa, y más aún si se tiene en cuenta el contexto histórico de su formación (...) Para cualquier gobernante racional, darle personería gremial a una Central que no puede o no quiere exigirla es lisa y llanamente irracional. Tan irracional como es para la CTA no trabajar en la generación de las condiciones políticas en las que lo irracional sea no darle la personería.”
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