ESCRITO & LEíDO
Telesur comenzó a transmitir a fines de julio.
› Por José Natanson
La dolorosa experiencia del crac de 1929 instruyó a los países centrales en las ventajas de la políticas anticíclicas para contrarrestar o atenuar los efectos de las crisis económica. Argentina, que durante la primera mitad del siglo apeló con éxito a estos instrumentos, se abandonó más tarde al facilismo de las “recetas mágicas”. El resultado fue un patrón de crecimiento decepcionante, cuyo rasgo fundamental es la ciclotimia, la increíble capacidad para alternar breves períodos de crecimiento con profundísimas recesiones.
La patología pendular es el núcleo de Sin atajos, el luminoso libro de los heterodoxos Javier González Fraga y Martín Lousteau, que apoyan sus hipótesis en datos bien claros: en las últimas dos décadas Argentina sufrió 9 años de recesión, que contrajeron el PBI un 38 por ciento. En ese mismo período, Chile sufrió una sola recesión y Brasil tres. Desde 1975, el PBI argentino creció apenas un 50 por ciento, contra un 150 por ciento del brasileño y un 300 del chileno, redondeando una cifra escalofriante: en 30 años la economía argentina sólo se expandió al ritmo del crecimiento poblacional, con lo cual hoy tenemos prácticamente el mismo ingreso per cápita que en 1974.
La matriz oscilante de crecimiento no es inocua. No es lo mismo crecer poco pero sostenidamente que entusiasmarse con una breve prosperidad seguida por una abrupta caída. Los altibajos atentan contra la institucionalización de cualquier política productiva, golpean a las pymes (la Argentina bate records de nacimiento y mortandad de pymes), desactiva la cultura del crédito y alienta el cortoplacismo: ante una catástrofe inminente, los actores económicos tienden a pensar en términos inmediatos.
Los que más sufren son los pobres, ya que los ricos tienen herramientas para defenderse: poseen activos de valor inflexible (basta comparar la evolución del precio de las propiedades en Recoleta y en Constitución luego del 2001), pueden canalizar sus ahorros al exterior y cuentan con trabajos calificados que se recuperan mejor luego de una crisis. Esto es fácilmente comprobable: después de cada uno de los colapsos –el Rodrigazo en 1975, la crisis de la deuda en 1981, la hiperinflación en 1989 y el estallido del 2001– ocurre siempre que la mejora registrada en los índices de equidad arroja valores inferiores al peor momento de la etapa anterior.
Al analizar los motivos que explican estas oscilaciones, González Fraga y Lousteau aseguran que la creencia en que “somos un país rico”, que no tiene por qué seguir los caminos trabajosos y graduales del resto de las naciones, impulsó a los gobiernos a apelar ingenuamente a recetas cambiarias y monetarias mágicas. Los planes de Krieger Vasena, Rodrigo, Martínez de Hoz, Sourrouille y Cavallo coincidieron en la fijación del tipo de cambio y la apertura comercial para contener la inflación, combinado con la liberalización de los movimientos de capitales para fomentar el desarrollo financiero.
Hoy –aseguran los autores– el panorama es mucho más alentador. El cóctel macroeconómico –superávit fiscal, baja inflación, dólar alto– difiere en forma sustancial de los anteriores y además se han recuperado herramientas clave de política económica. En este sentido, es necesario cuidar el dólar alto con un tipo de cambio flexible, de modo que sus variaciones permitan a la economía acomodarse ante posibles cambios internos y externos, y al mismo tiempo evitar la certidumbre cambiaria que favorece los movimientos especulativos de capitales (el compromiso de un valor fijo se asemeja alos seguros de cambio). La idea es, entonces, una trayectoria errática en el corto plazo pero con cierta estabilidad implícita en el mediano plazo.
Impecablemente escrito, con cuadros y gráficos comprensibles, Sin atajos defiende con sólidos argumentos las líneas maestras de la política económica oficial. Podrán discutirse algunos puntos –los autores no terminan de explicar del todo la importancia del contexto internacional para la recuperación argentina–, pero de todos modos constituye un análisis claro de la historia económica reciente, seguido por una serie de sugerencias sensatas para el futuro.