Lo vertiginoso de la realidad argentina suele dejar poco espacio para la reflexión. De ahí que sean contados los trabajos que hoy pueden leerse de la crisis ocurrida en el 2001 y sus causas. La Argentina fuera de sí, Qué piensan de nosotros en el mundo, viene un poco a ocupar ese lugar. Cuenta en el prólogo su autor, el periodista Pablo Rosendo González, que la idea del libro se le apareció una tarde de abril del 2002 cuando, estando en Estados Unidos por una beca de estudios, quiso llamar por cobro revertido a la Argentina y la operadora le informó que eso no era posible; tan bajo había caído el crédito del país en default. El título, en cambio, se lo dio unos días después el senador norteamericano Jay Rockefeller. Viejo zorro, el miembro del célebre clan de millonarios le explicó que ése era el momento justo para hacer dinero en la Argentina, cuando la crisis había tocado fondo. “Su país está fuera de sí”, le justificó. Si Jay siguió su propio consejo, debe haber embolsado unos cuantos dólares más a su abultada billetera.

Con el tema y el título, González –recibido como profesor de Filosofía, pero periodista de profesión, entre otros medios trabajó en los diarios Página/12 y Perfil, y fue corresponsal de los cariocas Jornal do Brasil y O Dia– encaró la cuestión de una manera original. Se dedicó a viajar por el mundo para entrevistar gente que lo ayudara a evaluar a la Argentina desde el exterior. Así voló más de 100 mil millas entre Chile, Japón y varias ciudades de Estados Unidos y Brasil, y reporteó a personajes de la talla del Nobel Milton Friedman, uno de los fundadores del buscador Yahoo Jerry Yang, o el ex canciller mexicano Jorge Castañeda. Pero también estuvo con legisladores, asesores, ex funcionarios, corresponsales extranjeros, argentinos viviendo en el exterior y hasta comerciantes o taxistas, cualquier persona que considerara que pudiera aportar una mirada nueva sobre la cuestión argentina y las particularidades de cada país que decidía visitar.

El resultado es un libro ágil y entretenido, que se lee de un tirón. A mitad de camino entre el ensayo y la investigación periodística, escrito en una atípica primera persona, resultó finalista del premio La Nación-Sudamericana 2005. Si una virtud tiene el trabajo, aun cuando se pueda no estar de acuerdo con todo lo que plantea, es la posibilidad de abrir el debate sobre el entramado que conforma nuestra realidad.

El libro se detiene en los problemas que sufrieron las sociedades que visita y cómo hicieron para resolverlos, ensayando una comparación con lo que sucede en nuestro país. El nacimiento de las puntocom en California, la puesta en marcha del presupuesto educativo en Porto Alegre y hasta la apertura de un restaurante en Nueva York, todo sirve para poner la lupa en la difusa forma de nuestro “ser nacional”.

Dos perlas. Uno, la estadía del autor como huésped en la casa de la ciudad de Yokohama de un anciano bonista japonés, furioso con la Argentina, casi un cuento en sí mismo. Otro, la entrevista off the record en Washington con un funcionario del FMI, quebrado, que admite uno a uno todos los pecados que se le adjudican al organismo.

En contra del trabajo se puede argumentar su brevedad, condición que suele atentar contra la profundidad. A veces se definen en un par de párrafos problemas argentinos que arrastran una larga historia y que seguramente no deben ser de tan sencilla resolución. En otras momentos algunas conclusiones suenan apresuradas, como la de sostener que el éxito de Hollywood reside en que Estados Unidos “es universal porque incluye todas las miradas”, cuando podrían sostenerse muchos argumentos menos naïf sobre la preponderancia totalizadora de los productos culturales norteamericanos en el mundo.

Con todo, La Argentina fuera de sí cumple con su objetivo de pensar el país desde otro lugar, un diagnóstico que en más de una ocasión puede resultar incómodo, casi tanto como cuando el espejo devuelve las señales de nuestro deterioro.