› Por José Natanson
Aunque parezca sencillo, hacer una buena entrevista es bastante difícil: hay que saber formular bien las preguntas, buscar un foco para el reportaje pero estar abierto a nuevos temas, permanecer atento para la repregunta y, si es un medio gráfico, editar con equilibrio el resultado. Ultimamente, el subgénero de la entrevista se ha degradado bastante y muchos periodistas parecen creer que hacer un buen reportaje equivale a obligar al entrevistado a que diga lo que nunca quiso decir, como si se tratara de un interrogatorio o de una confesión. Esta idea está bastante extendida en los medios audiovisuales, donde es fácil hacerse famoso persiguiendo a un represor por la calle al grito de “asesino” o dejándose propinar algunas trompadas en una manifestación de retrógrados.
Como sea, las buenas entrevistas no abundan y por eso es una buena noticia la aparición del libro de Jorge Halperín, destacado entrevistador que pasó por el diario Clarín, hoy trabaja en Radio Mitre y ha escrito libros de reportajes a personajes como José Saramago, Noam Chomsky y John Kenneth Galbraith. En su último trabajo, Halperín indaga en el significado del progresismo en la historia argentina: ¿quién era realmente progresista en la Revolución de Mayo, el ilustrado Moreno o el popular Saavedra? ¿Quiénes eran más progresistas, los unitarios o los federales? ¿Qué progresista se opuso a la guerra contra Paraguay o a la campaña de aniquilamiento del indio? Y, en la actualidad, ¿qué significa exactamente ser progresista? El gobierno actual, que defiende una agenda vinculada con los derechos humanos pero no ha avanzado significativamente en la distribución del ingreso, ¿es realmente progresista?
Estas y otras preguntas formula Halperín en los cinco reportajes a intelectuales que integran su libro. El sociólogo Carlos Altamirano explica la revalorización de la calificación de “progresismo”, despreciada por tibia en los 60 y 70, a partir de la crisis de los proyectos revolucionarios. El filósofo José Pablo Feinmann pone en duda el carácter revolucionario del proceso iniciado el 25 de mayo de 1810. El historiador Luis Alberto Romero recuerda los vínculos entre el progresismo criollo y la dictadura. Otro historiador, Felipe Pigna, analiza la difícil relación de la izquierda con el peronismo. Y el politólogo Atilio Boron repasa la herencia menemista y las estrategias de la nueva izquierda en el Gobierno.
Los reportajes son interesantes y profundos, las preguntas están perfectamente formuladas, las respuestas bien editadas. Se nota que las entrevistas se hicieron con tiempo y tranquilidad y que el autor preparó bien los temas a abordar en cada caso. Los cinco entrevistados son hombres lúcidos con cosas para decir, que representan ese espacio un tanto indefinible denominado “campo progresista”, pero desde posiciones ciertamente diferentes. No hubiera venido mal, aunque los cinco entrevistados son bastante conocidos, una breve exposición de sus antecedentes y, quizás, una justificación de por qué fue elegido cada uno, cuestión de explicar al lector el proceso de confección del libro. Por lo demás, Halperín demuestra que los reportajes bien hechos funcionan y que, a diferencia de otros libros de entrevistas, que se pierden en detalles y se van por las ramas, es posible encontrar un eje nítido si la idea está clara desde el principio.
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