ESPECIALES › SUPLEMENTO 21º ANIVERSARIO > EL BACKSTAGE DE LA CRISIS
› Por Daniel Miguez
El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, se reconfortó en medio de tantos momentos agrios con una llamada que recibió el jueves 15 de Hermes Binner: “Alberto, quiero decirte que ahora sí creo que lo que dijiste de esta gente es verdad. No sabés lo que me hicieron a mí”, le transmitió entonces el gobernador de Santa Fe minutos después de los durísimos discursos prenunciado la continuidad del lockout que los dirigentes rurales dieron desde el balcón mismo de la gobernación provincial. Enojado con los ruralistas, a quienes les ofreció esa tribuna tras una reunión en la que asintieron a su planteo de levantar la protesta para volver a dialogar, Binner agarró esa misma noche el teléfono y llamó a su amigo presidente de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi. “Sólo te quiero decir que si quieren hacer el acto el 25 en Rosario no me voy a oponer porque el Monumento a la Bandera es de todos y están en su derecho. Pero que quede claro que el gobierno de Santa Fe ni avala ni tiene nada que ver con ese acto. Y si alguno de ustedes dice o insinúa lo contrario lo voy a salir a desmentir”, le espetó y colgó.
La reunión entre Binner y los dirigentes del campo fue al día siguiente del acto de asunción de Néstor Kirchner como nuevo jefe del PJ. Allí la presidenta Cristina Fernández de Kirchner convocó al diálogo, a la concertación y a la unidad, entre otros sustantivos conciliadores que utilizó.
La expectativa del día era saber qué iban a hacer los ruralistas después de su encuentro con Binner: si seguían con el lockout o respondían a la convocatoria de la Presidenta levantando la medida de fuerza. En la reunión los dirigentes rurales le pidieron a Binner su opinión sobre el conflicto. Les contestó que entendía muchos de los reclamos, pero que él sabía que había buena voluntad del Gobierno, que el acuerdo estaba al alcance de la mano y que esperaba que levantaran la protesta para volver a dialogar y terminar con el asunto. Binner vio y oyó con alivio gestos y palabras de asentimiento a su postura y terminada la reunión les prestó el balcón de la Casa de Gobierno de Santa Fe para que hablaran a la gente reunida en la plaza. Allí, para su sorpresa, escuchó discursos durísimos que anticipaban que el lockout seguiría.
Un rato después se produjo esa llamada a Fernández. Lo mismo que al jefe de Gabinete les contó después Binner a otros dirigentes de su partido, según pudo saber Página/12. Esas fuentes agregaron otro dato. La misma noche del jueves, con la continuidad del lockout ya decretada, Binner llamó a Buzzi y con tono amargo le dijo: “Eduardo no puedo creer lo que me hicieron”.
El titular de la Federación Agraria quiso ensayar una explicación y el gobernador lo cortó para advertirle que no avalaría el acto que los ruralistas anunciaron para el 25 de mayo en Rosario.
¿Qué fue lo que había dicho Alberto Fernández que ahora Binner dio por cierto? Que en la reunión del martes 6 de mayo el jefe de Gabinete no había admitido que las retenciones fueran un error como dijo Buzzi. En ese polémico encuentro Fernández les entregó el papel con las diez propuestas que incluía la solución a las demandas agropecuarias y las excedía. “Llegamos a esta decisión (la de darle una solución definitiva al tema) porque no podemos dejar que le sigan haciendo este daño al país y generando un grave problema político.” El secretario de CRA y ex presidente de Carbap, Javier Jayo Ordoqui, le respondió con toda circunspección: “Señor ministro, nosotros no somos políticos y no sabemos nada de política”. Fernández abrió los ojos grandes y replicó entre asombrado y resignado: “Ah, si ustedes están tomando decisiones políticas de semejante peso y no saben nada de política yo estoy en el peor de los mundos”. Y sintió que lo corroboraba unos minutos después cuando escuchaba impávido que Buzzi, al salir del edificio de la Jefatura de Gabinete, en Diagonal Sur, les decía a los periodistas: “La reunión fue positiva porque el Gobierno admitió que las retenciones son un error y las va a modificar”.
Luego llegó la obvia desmentida de Alberto Fernández y las especulaciones sobre si los ruralistas habían pecado de impericia política o, por el contrario, habían sacado a relucir la más tradicional picardía política para golpear al jefe de Gabinete tratando de quitarlo como interlocutor, o, finalmente, buscar una excusa para seguir con el lockout, como decidieron al día siguiente.
En ese día siguiente, con el lockout reinstalado, Alberto Fernández jugó fuerte: dijo a las radios que llamó al presidente de la Sociedad Rural, Luciano Miguens, para preguntarle por qué Buzzi había declarado eso y que el dirigente agropecuario le contestó “¿Y qué querés? Si no nos mataban”, en alusión a la presión de “las bases” para seguir con el conflicto. “Nadie salió a desmentirme”, dice por estos días Alberto Fernández al reafirmar la textualidad de su diálogo con Miguens.
La posición de Binner y del gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, pidiendo que los ruralistas vuelvan al diálogo con el Gobierno, le cayeron muy bien a la Presidenta, según un ministro que habló con ella el viernes, en un hueco de su agitada agenda en la Cumbre de Lima. El mismo ministro le pasó el resultado de una encuesta fresquita de esa mañana con datos relevados el día anterior que indicaba que el 57 por ciento de la población había escuchado su discurso del miércoles, que de ellos el 71 por ciento estaba de acuerdo con su convocatoria al diálogo y que 67 por ciento quería que los ruralistas levanten el lockout. Otra buena noticia que recibió la Presidenta en Perú es la solicitada a favor del diálogo y del Acuerdo del Bicentenario que publicaron la UIA, Adeba, la Cámara de Comercio, la Bolsa y la Cámara Argentina de la Construcción, cinco de los integrantes del llamado Grupo de los 7.
En el Gobierno saben que, a esta altura, no hace falta ningún esfuerzo para que la Sociedad Rural se avenga a levantar el
lockout y que lo mismo ocurre con Coninagro. Según el panorama que le pintan los productores agropecuarios de diálogo informal pero cotidiano con funcionarios del Gobierno, el problema se centra en la Federación Agraria y CRA. En la Federación Agraria las diferencias y la competencia entre Buzzi y Alfredo De Angeli, de Gualeguaychú, están más expuestas a la vista de los medios. Y según la óptica del Gobierno ambos se corren por izquierda para dirimir quién es más duro. En cambio, la distintas posturas en la CRA son más sigilosas, pero en la Casa Rosada dicen percibir claramente que Carbap, que nuclea a los productores de las provincias de Buenos Aires y La Pampa, son los más intransigentes. En cambio ven que la otra confederación fuerte de la CRA, Cartez, donde están los productores de la llamada Tercera Zona es más propensa a volver a sentarse a la mesa del diálogo.
Todas estas tensiones internas volverán a ponerse en juego el miércoles, cuando vence el nuevo plazo del lockout. Allí se verá, otra vez, si levantan la medida o la continúan hasta el 25 de mayo, cuando los ruralistas harán su acto en Rosario. Si prima la decisión de continuar, el Gobierno mantendrá su estrategia de no confrontar públicamente, e incluso desalentarán al jefe de la CGT, Hugo Moyano, y a las distintas organizaciones sociales de su plan de cortar rutas para impedir la llegada de los ruralistas a Rosario. Es probable que esto sea trocado por otra marcha en paralelo del oficialismo, más allá del acto oficial de la Presidenta en la Posta de Yatasto.
Publicada el 18 de mayo de 2008.
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