ESPECIALES › ASAMBLEA PERMANENTE POR LOS DERECHOS HUMANOS (APDH)
› Por Asamblea Permanente por los Derechos Humanos
La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) surge el 18 de diciembre de 1975 de una autoconvocatoria de personas provenientes de los más diversos sectores sociales, políticos, intelectuales, sindicales y religiosos argentinos, en respuesta a la creciente situación de violencia y de quiebre de la vigencia de los más elementales derechos humanos que se escalaba en el país.
A lo largo de ese año 1975 ya había en Argentina más de 700 muertos producidos en secuestros, allanamientos ilegales y enfrentamientos callejeros y se reclamaba por la desaparición forzada de más de 300 personas. Se hacía manifiesta la operación de bandas clandestinas armadas que, luego unificadas bajo el nombre de Triple A, amenazaban, secuestraban, torturaban y asesinaban a dirigentes y militantes políticos y sociales, con la anuencia y la protección de las fuerzas de un estado que se había vuelto terrorista.
La APDH adoptó como meta y fundamento de su acción la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Entre sus fundadores figuran Alfredo Bravo, el Obispo Carlos T. Gattinoni y el pastor José Miguez Bonino de la Iglesia Metodista, la Dra. Alicia Moreau de Justo, el Obispo Jaime de Nevares, Susana Pérez Gallart, Eduardo Pimentel, Raúl Aragón. En estas cuatro décadas se sumaron el Dr. Raúl Alfonsín, Alicia Gillone, Dr. Emilio Mignone, el rabino Marshall Meyer, el Dr. Augusto Conte, Rosa Pantaleón, el rabino Roberto Graetz y Aldo M. Etchegoyen, entre otros.
Los fundadores imaginaron un nombre que fue a la vez identidad y práctica social y organizativa: Asamblea refería al colectivo horizontal y plural de tratamiento y decisión; Permanente a la continuidad, sin hiatos, de la tarea, con el foco puesta en la defensa y promoción de los derechos humanos.
En sus primeras acciones atendió especialmente a cientos de familiares de personas desaparecidas que se fueron haciendo miles en los primeros años de la dictadura, y que dejaban su desgarrador testimonio de los secuestros. Con esa información la APDH hizo pública la primera lista de desaparecidos en el año 1977. Y en octubre de 1979, cuando la Comisión Interamericana por los Derechos Humanos (CIDH) de la OEA visitó nuestro país aquella lista había crecido aproximadamente a 5 mil denuncias.
En aquellos años también se iniciaron contactos internacionales con el Director de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Dr. Theo Van Boven y con el Consejo Mundial de Iglesias con sede en Ginebra para compartir con ellos las graves situaciones de violación de derechos humanos que padecía nuestro país.
Además, la APDH recibió testimonios de víctimas sobrevivientes y familiares que integraron el Informe Nunca Mas. Aquel informe abrió el panorama al país y al mundo sobre los hechos aberrantes cometidos por la dictadura cívico militar.
Con la llegada de la democracia 1983 además de la continuidad en la lucha de los derechos civiles y políticos la APDH dio intensidad a la defensa de los derechos económicos y sociales.
El compromiso de la APDH con la verdad, la justicia y la dignidad humana, así como su amplia pluralidad ideológica, religiosa, y social nunca declinaron. La APDH ha participado y participa en juicios de lesa humanidad y milita en la defensa de la educación, la salud, el trabajo, la vivienda, con foco en los sectores vulnerables y vulnerados.
Hoy la APDH es un colectivo nacional, con casi 30 regionales, organizada federalmente, con una conducción en la que participan decididamente las compañeras militantes y las regionales de todo el país. Los encuentros nacionales de militantes que se están realizando todos los años son el caldo de cultivo de esta nueva organización que recoge y procesa los problemas de derechos humanos de Argentina.
A 40 años de iniciada la lucha por los DDHH ratificamos nuestro carácter asambleario y permanente, invitando a todas aquellas personas que quieran participar de nuestras tareas militantes.
En al año 1981 Joan Báez, durante su gira por varios países de Latinoamérica, visitó nuestro país. La recibimos en la APDH en nuestra sede actual a la que nos habíamos mudado hace poco tiempo. Fue un encuentro maravilloso que nos permitió conversar con ella sobre las dificultades de nuestra lucha común en la tarea de la defensa de los derechos humanos, la paz y la democracia. Tuvimos el privilegio de que cantara para nosotros en nuestro modesto salón de actos.
Joan Báez era considerada persona peligrosa, vigilada, seguida y amenazada por las fuerzas de seguridad de aquellos días de la dictadura cívicomilitar, que llenaron los pasillos de acceso a nuestra casa con gases lacrimógenos. La vivienda de la encargada del edificio, a quien conocíamos muy poco, recibió la peor parte.
Cuando pudimos restablecer el orden, nuestro secretario bajo a hablar con ella, para pedirle disculpas por el ataque del que fuera objeto. Nos preocupaba su reacción por la inseguridad que nuestra presencia en el edificio pudiera representar.
Ante su asombro, la señora de avanzada edad, confesó que se sentía orgullosa de colaborar con nuestra lucha, que también había sido y seguía siendo la suya propia. Era oriunda de las Islas Canarias y toda su familia era republicana. Su esposo había sido prisionero de Franco.
Extracto de entrevista a Aldo Etchegoyen1 en 2012
“Yo, junto con Emilio Mignone, entramos en Argentina, en 1980, el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que vino en octubre del `79. Tener ese informe acá en Argentina, en 1980, es tener una bomba en la mano. Y Mignone fue a Washington, más o menos en marzo del `80, a la organización de Estados Americanos y pregunta: ¿Está el informe? “Sí, está el informe” ¿Está en inglés? “Está en inglés y en castellano” Ah no me diga ¿Me lo puede mandar a la Argentina? “Sí, como no ¿Cuántos le mandamos?” Pide quinientos ejemplares. A los dos días llega Mignone a Buenos Aires, nos reunimos en la mesa directiva de la APDH y nos cuenta. Nos queríamos agarrar la cabeza ¿Quinientos ejemplares, Emilio? “Y los tengo que ir a buscar a Ezeiza”. Y me acuerdo que Don Jaime... Le dice no vayas solo, tenés que ir acompañado y especialmente por un religioso. Yo no sabía dónde meterme, si debajo de la mesa o dónde meterme. Al otro día Mignone me viene a buscar en su Fiat 1500, vamos a Ezeiza, pedimos el informe en un formulario. Emilio me dice ¿Qué ponemos? Porque había que escribir en el informe qué material íbamos a retirar. Le digo mirá Emilio, pongamos “material educativo de la Organización de Estados Americanos”. Y bueno, así ponemos. Viene el vista de aduana, nos lleva al depósito. Eran cinco paquetes cien kilos cada uno ¡Quinientos kilos! El vista lo abre, lo mira, no se da cuenta de lo que tiene en la mano. El corazón mío, no sé el de Mignone, pero el mío funcionaba que yo te digo, y dice “bueno, llévenselos”. ¿Dónde los íbamos a llevar? Los ejemplares eran más pesados que el autito de Mignone. Alquilamos un camioncito, tuvimos que cargarlo con mucho esfuerzo. Venimos para Buenos Aires, nos para un control policial, nos requisa todo, el policía se sube al camioncito, mira los documentos y no se da cuenta tampoco lo que tiene en la mano y finalmente entramos el informe. En la calle Paraguay estaban esperándonos para llevarlos. Que si nos encuentran en ese momento, yo no estoy acá. Te aseguro que no estoy acá.”
1. Presidente honorario de la APDH. Fallecido el 1º de noviembre de 2015.
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