ESPECIALES
› ROBERT PINSKY, POETA LAUREADO DE EE.UU.
“La calamidad crea necesidad de poesía”
Escribe poesía y escribe sobre poesía. Es el único poeta que fue laureado tres veces. Y es un sutil analista de la posición de su arte en la cultura y el imaginario de su país. El resultado es una charla sobre el rol del poeta, la relación con
la política y el hambre de palabras desde los atentados a las Torres Gemelas.
Por Andrew Graham-Yooll
–¿Por qué hay tan poca poesía política escrita en Estados Unidos? Parece no haber esfuerzo alguno por canalizar los sentimientos sociales y políticos a través de la poesía.
–Estados Unidos no es un país coherente, como muchos piensan que es. No sólo tenemos una variedad de aspectos y muchas etnicidades, tenemos muy poca mitología nacional, aun cuando es cierto que somos un país tan grande y poderoso. Tampoco hay una tradición popular. La abuela chilena, afroamericana o coreana, conforma tradiciones diferentes. Y por alguna razón que desconozco, este país nunca le puso un valor snob a la poesía. Tampoco tenemos una tradición aristocrática. Nuestros políticos no se sienten obligados a amar el arte, como sí se les requiere en otros países. En este país nadie se siente herido porque le digan que no tiene cultura. No es un insulto norteamericano. Como resultado, la poesía no está en el centro de la actividad e interés públicos, por lo tanto no siente confianza. En América latina, Asia, o Europa, un creador puede tener una importante opinión editorial acerca de una situación política en un periódico. Está en el centro del debate o de la curiosidad. En este país las artes, aun las artes populares, están al margen de la vida pública. Esto puede estar evolucionando, quizás estemos cambiando, pero para el arte la ausencia de coherencia, la falta de un lugar común a la gente, significa dos cosas: una, la situación tiende a conservatizar a la gente, porque todos quieren verse en el centro y si no pueden estar en el centro se vuelven cautos. Dos, esa necesidad de estar en el centro margina al arte, como no está en el centro no hay lugar establecido para el arte. A raíz de estos dos fenómenos yo diría que en Estados Unidos a la literatura no sólo le falta política, pero le falta poesía acerca de temas reales. La poesía relacionada con grandes temas centrales se logra con gran dificultad. Es difícil ser reconocido como poeta. William Carlos Williams (1883-1963), Wallace Stevens (1879-1955) y Alexander Hill Everett (17901847), escribían sobre los grandes temas, pero les requería muchoesfuerzo. Si pienso en un poeta en una cultura aristocrática, o en una cultura popular, veo que los temas están más disponibles. Alexis Tocqueville (1805-95) escribió en su libro La democracia en América (1835 -8), que era muy difícil visualizar una influencia de la poesía en Estados Unidos, porque en democracia no se puede escribir sobre héroes o reyes. La democracia es escéptica y no deja lugar para escribir sobre ángeles o diablos. Concluye diciendo, “creo que los temas de la poesía en América serán pocos y más dispersos”.
–¿Considera que los escritores latinoamericanos son demasiado “políticos” o demasiado comprometidos socialmente para el gusto norteamericano?
–Esas frases, demasiado político o demasiado social, me parece que tienen poco de serio como explicación de los poetas latinoamericanos que se leen aquí. Creo que Czeslaw Milosz (1911), o Paul Celán (1920-70), u otros, son muy respetados por los norteamericanos precisamente por su contenido político o social. Estaba pensando en una “explicación de América” mientras hablábamos en un intento de incorporar ese contenido de forma para que sea de la cultura de norteamérica, en vez de europea o sudamericana. Pero esto no es simple. Creo que fue Gabriel García Márquez (1928) que escribió alguna vez que el mejor libro sobre América latina fue El Hamlet (1940), de William Faulkner (1897-1962). Aunque no le parezca, aquí se lee mucho. Como muchos norteamericanos, me interesa la poesía de Pablo Neruda (1904-73) y Jorge Luis Borges (1899-1986). Son partes de una especie de canon de traducciones ínter naciones, junto a Rainer María Rilke (1875-1926), Constantino Cavafy (1863-1933), Federico García Lorca (1898-1936), Paul Celán, Nazim Hikmet (1902-63), Carlos Drummond de Andrade (1902-87), Octavio Paz (1904-98), Zbigniew Herbert (1924-98), y otros muchos que son muy conocidos en Estados Unidos.
–¿Entonces adónde colocaría usted a esos poetas patrióticos o patricios como son Robert Frost (1874-1963) y Walt Whitman (1819-92), por ejemplo?
–No creo que esos autores fueran patricios. Frost estaba más interesado en el discurso demótico y en los personajes rústicos. Whitman también usa el discurso demótico para componer arias. Pero ninguno de los dos se expresa en forma aristocrática. Son conservadores en un sentido muy literal, donde se sienten que están inventando la cultura. Eso no lo han hecho ellos solos, aunque Whitman se comporta como si la cultura fuera un invento propio. No hay sensación de que está en el centro. Al leerlo uno no siente la sensación de estar, o ser de un lugar, como se puede decir con algunos poetas argentinos o franceses u otros, “estoy en Buenos Aires, o París”, conozco a esta gente, conozco el espacio que controlan, conozco a sus ricos y a sus pobres, que sería un requisito para lo patricio. El héroe político en este país podría ser William Carlos Williams quien, en forma emocionante, en sus cartas a Ezra Pound (1885-1972), escribió retando a Pound por encumbrar la economía fascista. Williams le dice a Pound que escriba de lo que conoce porque no sabe nada ni de economía ni de fascismo. Williams era un médico de provincia, muy dedicado, liberal y progresista. No es que no tengamos otra tradición que la conservadora, pero realmente no hay mucho más de lo otro. Frost, en una copla, dice, “Nunca fui radical de joven/Por temor a ser conservador de viejo”. Eso aspira a describir todo un espectro dentro de una carrera y es el aspecto serio del humor característico de Frost. Entiendo la caracterización de esos dos poetas como patrióticos y patricios, pero cuanto más se los mira más hay que colocar esa clasificación en contexto y revisarla.
–¿Dónde están los poetas en la confusión norteamericana que surge desde el 11 de setiembre de 2001?
–Estas calamidades proporcionan un gran momento para la importancia de la poesía, porque la poesía puede tomar la medida real de las cosas de los hombres. Los edificios eran enormes, los aviones eran enormes, el númerode personas afectadas fue enorme. Los medios que nos dan la visión de la enormidad con tremendo impacto también operan en una escala enorme. Y mientras que la poesía no puede competir con la inmediatez ni con la escala, estas calamidades provocan una gran necesidad de poesía en la gente. Se comenzó a ver a la poesía en los periódicos. La gente comenzó a distribuir mucha poesía, que sentían que los representaba, por el correo electrónico. A mí me han pedido que lea poesía por televisión en los noticieros de horas pico. También he recibido cientos de correos con sugerencias de lo que debería leer. A raíz de eso quiero leer una poesía de Carlos Drummond de Andrade, “Souvenir...” traducida al inglés por Mark Strand. He leído a Horacio (65-19 AC) en traducción inglesa, y “¿Qué son los años?” de Marianne Moore (1887-1972). Subrayo que la importancia que para mí tiene la poesía está en su naturaleza, que tiene que ver con el hecho de tomar como media lo que abarca una persona. La poesía tiene una penetración a escala individual, es decir es el arte a la medida de una persona, y no es ésta necesariamente la medida del artista. Hay que tomar como media de una poesía el tamaño del cuerpo del lector, nada más. La persona que lea una poesía en voz alta lo hará a su medida. Y creo que la gente ahora tiene una gran necesidad de cosas a escala humana. Es un apetito por algo que restablezca la dignidad individual frente al gran tamaño de las calamidades. Por lo tanto la poesía puede ser descripta, por un lado, como un arte aristocrático, perteneciente a la corte de todos, y por otro lado es el arte del individuo, de la persona. Por eso también encaja bien con la democracia: está a escala humana.
–¿Esa poesía por correo electrónico viene de todo el país?
–Naturalmente. Cruza fronteras. De repente, Nueva York es la ciudad de todos los norteamericanos como nunca lo ha sido. Es de la gente de Montana, Alabama, Delaware... Todos piensan en Nueva York, que es algo que a su vez refleja a Estados Unidos, una ciudad políglota pero uniforme en su idioma. Por ejemplo, cuando yo era niño estaba rodeado de personas de diferentes orígenes y todos hablaban con el mismo acento que yo. La misma voz, uniforme, pero eran políglotas. Los coreanos y los caribeños eran todos neoyorquinos. Eso pasa ahora con la identificación frente a la tragedia, todos lo ven diferente, a su manera, pero todos sienten el dolor en forma igual.
–Bueno, entonces ¿podrá verse crecer en esto un sentimiento de nación?
–Siempre me he sentido criatura de mi país. Crecí comiendo comida norteamericana y usando la ropa que usamos. Nunca dudé de que sea norteamericano, aunque el único factor común del país es que todos se está desarrollando, transformando en algo diferente, creándose aun como nación. Es bueno admitirlo. Mi relación con la poesía tiene que ver con ser un medio libre o restringido en Estados Unidos que tengo a la vista. Por ejemplo, el estilo de la vanguardia de este país es pretencioso, parte de la realidad pero con una fachada asumida. Por lo tanto el estilo de la experimentación, de la fragmentación, sin referentes (en el contexto de la política y cultura de Estados Unidos), se ha convertido por una parte en un arma de defensa contra lo que incomoda, y por otro lado contra tener que adoptar una posición política o filosófica. Este arma de defensa ha sido una forma de mantener el equilibrio y aparentar tener las cosas bajo control con muy poco esfuerzo. Pero el enfocar un tema en estos momentos es decir que la experimentación de estilo no tiene protección alguna o escondrijo como defensa, tiene que salir a descubrir y confrontar.
Que el ataque a las Torres Gemelas esté relacionado a la política exterior estadounidense de los últimos treinta años ¿tiene la poesía que mantenerse al margen de esta realidad? Si la imaginación de la izquierda es insuficiente para enfrentar estos hechos, la poesía no debe descalificarse como canal para representar todos los factores. Si los hechos nos hacen pensar que la política exterior de derecha de los últimos treinta años hasido incompetente, la poesía no debe marginarse de enfrentarse a eso. En mi mundo confieso que es en parte un desafío de estilo.
–¿Cómo es elegido el poeta laureado en Estados Unidos? En muchos países no hay, excepto en algunos festivales. En Inglaterra se elige de por vida. Usted ha sido electo poeta oficial tres veces...
–La función es renovable cada año, algunas veces extensible a un segundo año. Yo tengo el record por haber sido elegido tres años seguidos. Nunca se había logrado eso antes, pero en parte surge de mi programa de promoción, “El Proyecto de Poesía Favorita” y el “Proyecto Milenio” para la poesía, que son iniciativas que intentan expandir el conocimiento de la poesía, y llevar la poesía a la gente. El Proyecto de Poesía Favorita intenta ser distribuido en colegios y bibliotecas, hacemos videos de lecturas públicas y en estudio, busco que otra gente lo haga, que podamos traer a rusos, japoneses, burmeses, que lean poesía en su propio idioma, para los que lo entiendan y sientan. Hemos publicado una antología, y se prepara una segunda. Es impresionante, pero esto facilita una necesidad de expresión que ha alentado la organización de muchos eventos de poesía y ha atraído a miles de personas. Hemos reunido a gente, desde un intendente de un pueblo alejado hasta a Hillary Clinton, y personas de todas las edades, para que lean y sientan la poesía. Pero, como le iba diciendo, la elección de poeta oficial es accidental. La responsabilidad la tiene la Biblioteca del Congreso.
–Un poema suyo, publicado en noviembre último en el “New Yorker”, contiene una referencia a las cinco palabras que supuestamente dice el norteamericano después de hacer el amor: “¿Dónde está el control remoto?”. Esto parece reflejar la idea de reducir la pasión en el macho americano, y rebajar el concepto de amor.
–No, tiene humor. El chiste está en decir algo subido de tono pero en un contexto donde no es esperado. También lo usé al Buda en esa pieza, porque es inesperado. Para mí, parte del placer de la poesía es lo inesperado. Me aburro fácilmente, por eso me gusta la poesía. Es aburrida si solamente tiene el chiste, pero si se entrelaza con otras cosas, lleva a transiciones rápidas, y el éxito está en la combinación de todos los factores.
–Usted es docente, y hace radio, viaja mucho... ¿cuándo escribe?
–La escritura ocurre cuando es inconveniente. Las ideas surgen en momentos que no pueden ser expresadas cómodamente, en un avión, en un ómnibus, o durante esta conversación con usted que por respeto no puedo interrumpir. En este momento pienso en el tiempo, en el día, en esta reunión donde no puedo anotar las impresiones que me provoca usted, en decir pavadas en vez de tratar de decir cosas importantes a una persona como usted que apenas conocí hace una hora.
–Parece darle vergüenza expresarse así, rebajando sus ideas y sus palabras... Me parece muy norteamericano, muy antiintelectual.
–Comparado con la poesía, todo lo que pueda decir en una entrevista así no tiene importancia. Pero al considerarlo nada importante significa de que no es inútil, sin contenido. Significa que requiere ser revisado y encarado nuevamente. No retiro nada de lo que dije, pero preferiría tener tiempo para repensar y afinar lo que he dicho. Me muevo mucho, en Texas ayer, estaré en Nueva York mañana. Eso significa acumular impresiones, que necesitan ser consideradas, desmenuzadas, y ahora me temo que digo pavadas por no poder dedicarle más tiempo para pensarlas.
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