ESPECIALES
› EN 1966 LA DICTADURA APALEO A ESTUDIANTES Y DOCENTES
Bastonazos para don Manuel
Por L. M. y Federico Kukso
(Fragmento de uno de los últimos reportajes hechos a Don Manuel, para la revista Todo es Historia).
–Usted vivió como protagonista las peripecias de la ciencia argentina del siglo XX, así que me parece bastante apropiado.
–Sí, bueno, en tantos años...
–Creo que siempre se debe empezar por la “Noche de los bastones largos”, el 29 de julio de 1966, cuando la policía de Juan Carlos Onganía irrumpió en la Facultad de Ciencias Exactas y apaleó brutalmente a estudiantes y docentes, incluyendo a usted.
–Incluyéndome a mí, que era el vicedecano de la facultad, y a Rolando García, que era el decano. La Noche de los bastones largos, claro, es una fecha que queda grabada... Era un momento muy activo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, allí se cultivaban la matemática, la física, la química, la geología, la meteorología, con un fervor, con una sensación, quizá demasiado exagerada, de que podíamos cambiar el país.
–Cuénteme algo de aquel día. La historia es conocida, pero algún detalle suyo.
–Bueno, la historia de los palazos que nos hicieron pasar entre una doble fila de policías ya la conocen todos... pero es curioso, porque a uno le quedan ciertos detalles sin importancia. Por ejemplo, recuerdo que yo usaba sombrero y lo tenía puesto, así que cuando pegaron los palos, el sombrero atenuó los golpes, que no me parecieron gran cosa, pero después, en la comisaría, pasé frente a un espejo donde vi que tenía toda la cara ensangrentada y entonces me lavé, porque me daba vergüenza estar en esa situación. La verdad es que fue verdaderamente notable con tantos palos que dieron que no hubieran matado gente, porque pegaban bien, pegaban con habilidad.
–Y con ganas.
–Con muchas ganas. Y también recuerdo muy vivamente que yo estaba problematizado, porque había mujeres y yo quería ir a defenderlas, como cualquier persona que está viendo que les pegan a las mujeres y bueno, no podía. Recuerdo mi impotencia, porque uno en la Argentina estaba acostumbrado cuando había lío, cobraba. Pero lo de las mujeres era nuevo.