ESPECIALES • SUBNOTA
› Por Fabián Lebenglik
Los cuatro se juntaron durante varios días en el primer piso de la sede de este diario y se divirtieron dibujando y pintando una obra conjunta. Un mural de casi seis metros de ancho por dos metros cincuenta de altura. La enorme pintura se compone de cuatro paneles, dos blancos y dos negros, colocados perpendicularmente en la esquina del stand. La propuesta inicial, dado que todos trabajan con la línea, era dibujar negro sobre blanco (en los paneles blancos) y blanco sobre negro (en los paneles negros). Pero ningún plan es bueno si no admite modificaciones. Y aquí las hubo: porque el resultado fue un estallido de color y formas. Entonces el plan cambió.
Todo comenzó con un trazo de Ferrari. Y si de Ferrari se trata puede decirse que en el principio fue el verbo. León se largó primero a transcribir con su particular grafía la carta abierta que los intelectuales publicaron hace unos días en relación con el conflicto del campo con el Gobierno.
Un momento después Rep se lanzó al ruedo dibujando el embrión de una ciudad, perfiles edilicios, construcciones verticales yuxtapuestas que, una a una, sumadas, iban trazando otro tipo de textura, propiamente urbana. Y si las letras de Ferrari daban cuenta (visual y discursivamente) de aquel documento donde se dilucidan aspectos políticos e ideológicos respecto de la tensión entre campo y ciudad, la ciudad de Rep supone también, en este contexto, una toma de partido. A medida que Rep avanzaba, unió sus trazos a los Ferrari ofreciendo el primer cruce de estilos, el primer encuentro entre poéticas y políticas. La ciudad de Rep se hizo una con la escritura de León, sin fusionarse completamente.
Nigro entra en escena: planta su pincel a las puertas de la ciudad, en un claro que dejan los caligramas de Ferrari. Dibuja una forma animal. También es un artista que domina el grafismo y en ese punto (y esa línea) comienza su trabajo.
Casi inmediatamente Yuyo Noé toma posición en el primer panel blanco (Ferrari ya estaba en los paneles negros desplazando su escritura, mientras que Rep y Nigro se trenzaban dibujísticamente hacia la mitad de los paneles blancos). Yuyo se suma también dibujando con pincel. Los cuatro están concentrados en la superficie de los paneles y en sus trazos. Los cuatro trabajan las dimensiones del mural como si se tratara de una miniatura. En ese tratamiento minucioso y detallista se enfrascan, enfocados en el fragmento. Todos parten de un territorio conocido, el estilo propio, hacia la frontera: para atravesarla en dirección al encuentro de los demás en el camino de lo desconocido.
Todos parten de sus propios territorios, casi como en un ejercicio. Y todos van hacia donde los lleve el camino que ellos mismos, en conjunto, van trazando. Camino y recorrido se construye al mismo tiempo.
El punto de partida de Ferrari es la escritura. Las letras de Ferrari, una bellísima trama caligráfica que transforma todo discurso escrito en un caligrama, ofrece un paisaje enmarañado y sutil que enraiza la doble pasión del artista por el arte y la política. Con sus escrituras, Ferrari unió ambos paneles blancos como zurciéndolos con una textualidad que se vuelve textura. La escritura es central en toda la obra de Ferrari: uno de los trazos más cotidianos –la letra y su articulación morfológica, sintáctica y semántica–, donde se fusionan la línea y las ideas, amplía sus sentidos en Ferrari.
El punto de partida de Noé propone una imagen magmática profunda y radicalmente caótica, visceral e intelectual al mismo tiempo. La línea de sus dibujos es una línea reflexiva, de alguien que además de pintor y dibujante es un pensador y gran lector, siempre atento al estado del mundo. Si en algunas secuencias su trabajo condensa un caótico paisaje visual, en otros se dispersa y estalla, se de-sintegra. La concepción de Noé, aunque se dedique a un fragmento, es totalizadora, porque concibe y pone en marcha un mundo completo en sí mismo, que parece no dejar nada afuera.
En el caso de Nigro es notoria la relación entre libertad y sujeción, entrelazando una trama suficientemente abierta como para crecer y expandirse y, por otra parte, relativamente cerrada, como para perfilar un estilo y un sentido. En Nigro el fragmento funciona como una molécula del todo y la relación entre el fragmento y la totalidad es sumamente estrecha y a la vez dinámica y orgánica. Como si la parte, el fragmento, contuviera todos los atributos y toda la complejidad del cuerpo mayor de obra al que pertenece. Una memoria portátil, un artificio complejo, una incrustación hecha de retazos provenientes de las más diversas fuentes, destiladas, transformadas, recuperadas y atesoradas en el aquí y ahora de la obra.
En las tramas urbanas de Rep sus trazos van conformando (dándole forma) un mundo a través de los distintos estadios de una ciudad imaginaria. Estilos arquitectónicos y artísticos acumulados se van complementando en líneas minuciosas que se yuxtaponen: sincronías y diacronías de tiempos, espacios y culturas; simultaneidad de geografías, diálogos de ciudades diferentes y parecidas, tal vez algunas citas de edificios célebres. Las ciudades de Rep son una versión poética y transfigurada de la ciudad como máquina de convivencia.
Todos ellos fueron fusionando sus maneras y estilos, sus trazos y concepciones a algo nuevo. No es común que cuatro artistas consagrados se reúnan para ceder algo de sus propios estilos, consolidados, en favor de algo incierto, colectivo. Tal indeterminación, tal hibridación de ideas y estilos fue lo que más motivó al cuarteto. Que luego de dejar plantadas sus propias concepciones se largaron a la pura improvisación.
Así realizaron esta gigantesca miniatura ultrabarroca: cuando el ojo se acerca a este mural cada zona se advierte trabajada minuciosamente.
De lejos pueden verse las distintas zonas de tensión, los múltiples sectores que ofrecen núcleos de acumulación de sentido y luego otros de relativa calma. Se perciben las transfiguraciones, las combinaciones azarosas, la articulación entre forma y color, en todo momento el azar como motor. Allí el ojo del visitante podrá descubrir multitudes que circulan, ríos que fluyen, escrituras reveladoras, perfiles urbanos, grandes simetrías, imágenes espejadas... Se trata de un enorme palimpsesto en cuatro paneles que configuran al mismo tiempo una escritura, un caos, una metrópoli, un cosmos, no necesariamente en este orden.
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