–¿Cuál es la realidad de la escuela?

–La escuela fue creada en un edificio abandonado por la iniciativa de un grupo de madres del barrio Presidente Mitre, durante los años 90, cuando la crisis económica evidenciaba la desocupación y ciertos aspectos de marginalidad. Los adolescentes no tenían lugar en otras escuelas, y en el barrio no había ninguna.

–¿Cómo se vincularon con Café Cultura Nación?

Siempre intentamos adoptar programas que son muy provechosos para los pibes. Café Cultura nos pareció una alternativa interesante para generar un espacio de reflexión de todas las cuestiones referidas a la educación.

–¿Cuál es el aporte del ciclo?

–Habitualmente, trabajamos sobre la emergencia, y así es muy difícil sentarse a pensar y a reflexionar juntos. El encuentro con Daniel Filmus, por ejemplo, permitió generar un espacio para que los referentes de organizaciones y quienes trabajan en el campo educativo encontraran un momento de debate y discusión.

Lo interesante es que, una vez finalizada la reunión, estas reflexiones continúan durante la semana: el Café Cultura funciona como una suerte de disparador, ya que en dos horas no es posible agotar y resolver los temas tratados. La idea es seguir realizando los Cafés con los actores que abordamos las mismas problemáticas y realizamos un trabajo diario con los chicos.