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Las marcas de la historia
“Yo me enteré de que estaba desapareciendo gente en una clase de teatro en el Payró. Haciendo un ejercicio con Jaime Kogan, uno de mis compañeros contó cómo se chuparon al hermano”, recuerda Leonardo Bechini. “Yo lo viví de cerca, tenía un amigo que vivía en una estancia, de familia de mucha plata, con tres hermanos que eran Montoneros, que se refugiaron en la estancia, y los mataron a los tres, a las tres cuñadas. El crió a todos sus sobrinos y nunca superó eso, vivió con una culpa permanente y terminó suicidándose hace siete años. El decía que no soportaba la realidad. Y si yo estoy acá es por él, porque allá las estructuras son muy conservas. A mí me volvió loco ver cómo él vivía la intensidad de las cosas, venía Serrat y él iba a verlo, yo lo acompañaba pero para él era otra cosa, vino Amnesty y Sting hizo subir a las Madres, y para él Sting era un ángel”, recuerda Marcos Carnevale. Quizá por eso, intuye, su primera película fue Noche de ronda, que aborda el tema de los desaparecidos, para luego hacer cine publicitario y “éxitos comerciales –define– como Mi papá es un ídolo y Esa maldita costilla. Así, los autores de “099 Central” evocan en la entrevista con Página/12 su propia historia, al recordar las marcas macabras dejadas por la desaparición forzada de personas.
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