Jue 12.09.2002

ESPECTáCULOS  › LOS PRODUCTORES CADA VEZ APARECEN MAS EN CAMARA

“Nos hemos vuelto visibles”

De a poco, los productores se convirtieron en un recurso más de los programas: aparecen, dan opiniones, dialogan con los conductores.

› Por Julián Gorodischer

El productor se convirtió en movilero y, ahora, se lo ve en las promociones de “Indomables”. Su intervención como cronista-bobo generó especial adhesión entre las mujeres mayores de 60, y gana cada vez más protagonismo. Empezó como un juego, como casi todos los casos de productores que iluminan la trastienda de su oficio, pero creció hasta transformarse en un personaje más del programa de panel. Cuando los presupuestos bajan, y la fórmula de cuatro discutidores fijos se expande en la pantalla, hay que resolver con lo que se tiene y marcar la diferencia. Pablo Nieto, en “Indomables”, propone un duelo humorístico con el conductor, Mauro Viale, que es a la vez una parodia de otros programas de panel y de otros movileros. Se queda callado en su cobertura, o fragua un viaje al Mundial Corea-Japón, una entrevista al “enano sanador”, y hace de la falsificación una crítica al medio. Ya había asomado el mismo deseo teleterrorista en su pasado reciente, en rol de productor: “Lo mejor que hice –recuerda– fue colarme en la entrega 2001 de los Martín Fierro, o bombardear la casa de ‘Gran Hermano’ con pelotitas de tenis”.
El proceso es parecido, en “Indomables”, “Intrusos”, “Mariana de casa” o “Venite con Georgina”, entre otros: un productor tiene “chispa”. Entiéndase por “chispa”: ganas de aparecer frente a cámara, gesticulación ominosa y buen diálogo con el conductor. De allí en más, todo empezará como un ping pong que podrá quedar en eso, o convertirse en un solo del productor, un momento que le concede rol de personaje y una función definida. Para rastrear la tendencia, dicen algunos de los productores estrella, habrá que retroceder al primer “Videomatch”, con la cabina de control iluminada, y con un productor (Claudio Villarroel, actual gerente de programación de Telefé) como partenaire para la humorada de Marcelo Tinelli. En ese duelo simpático, anticipo de uno posterior menos simpático, encuentra Liliana Parodi algunos antecedentes para su labor en “Intrusos”.
“Con gestos y sin micrófono establecemos otras opiniones –dice la productora general y mano derecha de Jorge Rial en América–, es una forma de opinar. A veces me da miedo que otros productores digan que soy una tilinga por aparecer en cámara, pero me parece que es un aporte interesante al vivo de ‘Intrusos’: se me puede ver como el espectador, me agarro la cabeza como lo haría él, o digo lo que la gente puede estar comentando en su casa.” En el programa de panel, cortando la dinámica de la mesa de discutidores, la productora se hace cargo del punto de fuga: un desvío de las miradas al “fuera de campo” que incluye en la escena un personaje-quiebre. Ella puede jugar roles actorales como monja, diablo o bruja, pero en cualquier caso tiene una duda que la sobrevuela, un aire levemente perturbado de sólo pensar que la intervención pudiera interpretarse como payasada, un paso más allá del juego. “¿Qué van a pensar de mí, que me estoy haciendo el monigote?”, se pregunta Parodi.
La TV del 2002, queda claro, borró una frontera: el productor juguetea con el animador, y el actor se vuelve gerente de programación. Sobre esa anulación de los límites, Daniel García, hermano de Charly y productor creativo de “Mariana de casa”, dice: “La pared entre el afuera y el adentro ya no existe más. El productor ahora trabaja con el aire y el back al mismo tiempo; tiene una nueva tarea que complementa la producción con la artística”. El hombre es un interlocutor visible de Mariana Fabbiani, que hace bromas, empuja a los muñecos disfrazados y entra en duelo con el cocinero Martiniano Molina. Una vez produjo en las sombras ciclos como “Historias de la Argentina secreta” o “Día D”; hoy contribuye “al necesario barullo que debe tener un programa como el de Mariana”.
García define su aporte como “algo de gracia”. El productor no puede precisar el plus que agrega su intervención, pero intuye que apura el ritmo, mejora al conductor y es el eslabón necesario para que no haya un lado oscuro. “Desde Alberto Olmedo –explica–, buena parte de lo que estaba atrás de cámaras pasó a ser conocido. En una pantalla en la que Adrián Suar y Jorge Rial son gerentes de programación, todos los que estábamos ocultos nos hemos vuelto visibles. En esta TV, el productor adquiere una nueva función: es un poco actor.”

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