ESPECTáCULOS
La batalla de las fans, en ambas veredas de la Avenida Corrientes
De viernes a domingos, las salas que ofrecen la versión teatral de “Son amores” y “Rebelde way” son el epicentro de una guerra de iniciadas.
› Por Julián Gorodischer
Cuando empiezan los cantitos, el vendedor de fotos anuncia: “la podrida”. En una vereda, las chicas de “Rebelde way” gritan el insulto a las fans de “Son amores”. Corrientes se llena de mujeres, y ninguna sueña con un festejo de la primavera y un enamorado. Ellas ya tienen el suyo. “Una puede tener un novio real, pero siempre es peor”, asegura la fanática que llegó desde Montevideo para ver a Mariano Martínez. “¿Una locura? Qué sé yo. Ahora me gusta la cumbia”, dice Florentina. Las groupies dan batalla: “Mariano se la come, Felipe se la da”, dice el canto más violento. El vendedor tiene a su cargo el paño frío: “Comprame una y dormí tranquila”, calma a la bestia que arriesga todo por la causa, la que quiere demostrar que su ídolo es más ídolo que el de enfrente.
Las chicas invaden la avenida y empieza el partido. A ver, ¿a quién le sale mejor la coreo? Un pasito de “Erreway” o una mano en la cabeza para representar la cumbia del Marquesi. El juego consiste en tapar a la otra con la voz más alta hasta quedarse afónicas, para probar que la adoración es una entrega total. O hacer un gasto que compromete la economía familiar, como el de la mamá de Marcos, de Chivilcoy, que pagó sus pasajes en el charter de catorce personas en combi, casi 200 kilómetros de ida y vuelta en el día para gritar el halago y volver a partir, como ya hicieron antes con los shows de “Chiquititas” y Bandana: “Todo sea por el nene, que no tuvo Día del Niño”. El nene no pide mucho, pero cuando pide es contundente: tocar a su estrella, Camila, de “Rebelde Way”, reclamar todo el día y a toda hora su favorcito, ganarle por cansancio a la mamá. “Si le viera la felicidad en la carita...”, dice ella.
Las incomprendidas son “Los ángeles de Cris”, dedicadas a adorar a Cris Morena desde “Jugate conmigo”. La persiguen cuando sale del teatro, trazan mapas con su recorrido, veneran a su hija Romina Yan y a su nuevo marido, y todo sea por “sus canciones, ¿escuchaste sus canciones?”, dice Mariela Reyner, presidenta del fan club. Esta variante de la devoción diseña estrategias de seguimiento, hasta que Cris les para el carro. “¡Con mi vida privada no!”, les pidió el día que rastrearon la dirección de su casa. El estudiante de cine, Nico, reclamó a los que lo cargan en la facultad que “la conozcan primero y después critiquen”, y sueña con filmarle el largo: “Rebelde Way, la película. Suena bien, ¿no?”. Claro que todo fanatismo necesita una expresión para la rivalidad, y “Los ángeles” apuntan al club oficial de “Rebelde Way”. Mariela los define con saña: “Son nuestros hijos”.
El cronista del canal israelí mira la escena sorprendido por la multitud de mujeres. Comenta que se están armando tours para israelíes beneficiados por la devaluación, sólo para ver las fachadas de los edificios de sus estrellas, Andrea del Boca y Facundo Arana, y las obras de teatro de sus tiras preferidas. El turismo de novela es lo más rentable que se le ocurrió a una agencia en el último tiempo. Las israelíes van en combi, las locales a pie. Romina, una de las cinco presidentas del club de “Rebelde Way”, camina por las locaciones y termina el día en el teatro haciendo guardia, aunque no la dejen entrar. “Es para demostrar que estamos siempre”, explica, argumento que se gana la ovación del grupo.
Los sueños se dicen solos, espontáneos, sin dudas: eludir al guardia y dar un empujón a la puerta vaivén; sacar una foto (prohibidísima) de los artistas en el escenario; darle un beso a Mariano, a Felipe, a Cris y ofrecer una lección a los detractores. De ésos hay muchos: el compañero de escuela, la barra de la esquina, el padre, el abuelo y la fan del teatro de enfrente. Pero el peor es el automovilista, ese que pasa y les grita “gordas”, justo a ellas que están esperando el momento en que salga Mariano. Justo a ellas que quieren demostrarle que una fan es mejor que una famosa aunque su destino depare “no tener con él una relación sentimental”, dice Vicky, de 17. Justo a ellas les gritan “gordas” y”alienadas”. De la reacción que tengan dependerá que puedan o no dormir tranquilas: que se sepa que con las fans de “Son amores” no se juega. Corren el Fiesta rojo hasta el semáforo, se le suben encima, y pegando puñetazos suaves cantan: “Yo sé que soy pesado, celoso, maníaco del pelo...”, tres minutos de cumbia superpuesta al tecno que sale del auto. Hit de la victoria e himno de guerra consumado, todo a la vez.