ESPECTáCULOS
› LA ENERGIA POSITIVA DE ARBOL, HOY EN CEMENTO
Chapusongs y buenas ondas
› Por Pablo Plotkin
El primer disco de Arbol tenía un cactus enano en la tapa. La del segundo, Chapusongs, es una viñeta que muestra a una nena jugando con una manguera dentro de una especie de palangana. Más allá, en los arbustos, dos pibes la contemplan y se tocan. Bajo una sombrilla de plástico en una esquina de Colegiales, tres quintas partes de Arbol parecen representar el tipo de escena veraniega que transmite esa portada. “Es como comerse un asado en Bosnia”, metaforizan los autores al describir la sensación de estar celebrando su segundo lanzamiento en pleno derrumbe económico.
En el cruce de dos realidades casi opuestas –los ensayos en Haedo, las sesiones de grabación en Los Angeles–, Arbol es, hoy, la banda argentina prioritaria de Surco, el sello de Gustavo Santaolalla. Chapusongs –que será presentado esta noche en Cemento– revalida ese espíritu polimorfo y optimista que los llevó a ser bendecidos por el capitán de la industria del rock latino. Cuartetos, rancheras, baladas, violines, orquestas pueblerinas y hardcore positivo. “Eso tiene que ver con que siempre fuimos un país periférico, que absorbe la información que le llega de todos lados pero que al mismo tiempo la recicla con lo que puede, porque no tenemos la estructura de Estados Unidos, Francia o España. ¿Qué tenemos a mano? ‘Y, hoy me compré una trompeta usada, suena más o menos, pero le sacás un par de notas’. Bueno, con eso armamos una canción. ‘¿Vos qué tenés?’ ‘Tengo una armónica y un xilofón.’ Bueno, los metemos. Tiene que ver con reciclar, una práctica que los países primermundistas tuvieron que aprender del Tercer Mundo”, dice Eduardo Schmidt, violinista y cantante.
Arbol tenía grabado casi todo Chapusongs a mediados del año pasado, 14 canciones seleccionadas entre un total de 55. El viaje de Schmidt y el cantante Pablo Romero para grabar las voces en Los Angeles fue previo a la huida en helicóptero de De la Rúa. “A pesar de todo lo que pasó en el medio, las canciones siguen teniendo actualidad”, señala Schmidt. “Es más: ganaron posibilidades de lecturas, y en muchos casos parecen hechas ahora. Eso quiere decir que las canciones que elegimos para el disco tienen valor en sí mismas, más allá del presidente que gobierne. Es que cuando hablás de estar solo, o de que te están engañando, por lo general la realidad te va dando la razón. ‘Enes’, por ejemplo, habla de un niño al que sus padres le mintieron con respecto a los desaparecidos. Hoy se puede decir lo mismo de los políticos que nos dijeron que valíamos tanto como país y era mentira, o que nuestro peso tenía determinado valor a nivel mundial. El engaño, que aparece a lo largo de casi todo el disco, hoy quizá tiene más vigencia que cuando lo grabamos, dos años atrás.”
Pero Chapusongs no es un disco de denuncia, ni nada parecido. En todo caso, aborda ciertos conflictos del ser argentino desde un punto de vista descriptivo, cargado de cierta energía adolescente. “El grupo tiene eso de hablar de cosas duras desde un lugar positivo, desde el ‘está todo mal pero hay que seguir adelante’. ¿Por qué no disfrutar las cosas buenas?”, se pregunta el guitarrista Hernán Bruckner. El show de esta noche en Cemento pretende poner en escena ese carácter lúdico y veraniego de Chapusongs. Dice Schmidt: “Hoy en día disfrutar de un show o de un disco es algo marginal. Desde arriba te dicen que hables de que todo es una pálida. Bueno, está todo mal, listo. Ahora pasémosla bien, hagamos música, divirtámonos. No vamos a seguir con la bermuda, tocando con distorsión, diciendo ‘esto es una mierda, esto es una mierda...’”