ESPECTáCULOS
Las tribulaciones de Mercano, el marciano varado en la Argentina
El jueves se estrena “Mercano, el marciano”, el film del realizador Juan Antín que ganó el Festival de Cine de Animación de Annecy, en Francia, y acaba de participar en el de San Sebastián, en España.
› Por Mariano Blejman
“Si fuera real, sería cartonero”, dice el realizador Juan Antín sobre el protagonista de su ópera prima, Mercano, el marciano. El personaje central del film argentino de dibujos animados, producido en forma independiente, es un marciano –Mercano– que cayó en la Tierra en busca de venganza luego de que su perro interestelar fuese aplastado, al salir a pasear, por un satélite terrestre cuyo cartel espetaba “Llegamos en son de paz”. Pero, Mercano tuvo la mala suerte de caer en Buenos Aires y se convirtió al poco tiempo en una especie de marciano “de la calle” aunque tenga dotes de programador avanzado en computación. Este film argentino, destinado en principio a adultos, que muestra al marciano saqueando comercios de computación y a la policía comiendo pizzas sin pagar, llamó poderosamente la atención en la sección “Made in Spanish 02” de San Sebastián, donde acaba de participar.
A grosso modo, la película cuenta la historia de un ser verde de cuatro dedos, que tiene sobre su cabeza un casco de “aire para marcianos”, aunque no lo use demasiado. Sin escatimar en violencia “bien entendida”, según Antín, Mercano –que no habla sino que emite raros sonidos– está varado en una Buenos Aires opresiva, ya que su nave ha quedado averiada por el aterrizaje (en el que se llevó por delante un centro espacial y despedazó a sus científicos). Entonces, Mercano se cuelga de Internet para comunicarse con su planeta, aunque sus amigos marcianos lo dejan de lado. Mercano comienza así un peregrinaje por Buenos Aires, hasta que se le ocurre crear un mundo virtual en Internet, como una forma de volver a armar su entorno. Pero, en eso, un holding empresario quiere quitarle el mundo virtual a Mercano y comienza a presionarlo para que desista. “En definitiva, nuestra historia se enmarca de algún modo con el movimiento de antiglobalización”, dice Antín a Página/12. Mercano mira el mundo a través de sus propios ojos achinados y hace pensar que Argentina bien podría quedar en otro planeta.
–¡Dale andá al psicólogo! –le grita un colectivero a un taxista que le impide el paso, mientras Mercano transita impasible.
–Soy psicólogo –contesta el taxista.
El largo tiene entre sus voces a Roberto Carnaghi (el empresario poderoso), Graciela Borges (la mujer del empresario), Damián Dreizik y Fabio Alberti, además de las de Ayar B. y el propio Antín. La película se estrenará este jueves en el circuito comercial, tras haber recibido el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cine de Animación de Annecy, en Francia. El dato no es menor: el apuro por participar en el festival europeo hizo acelerar los tiempos al dúo creativo que conforma la productora Malcriados. Más de un año después de haber comenzado el trabajo y en medio del caos de diciembre pasado, los Malcriados se habían quedado sin plata, sin director del INCAA que les firmara los cheques, sin poder sacar dinero de los bancos. Pero aún les quedaba una cosa: ganas. Así, durante un mes y medio unas 16 personas trabajaron 20 horas diarias para poder finalizarlo con vistas al viaje a Francia. Para ser aceptados, Antín y Ayar B. se habían subido al caballito de la debacle económica argentina pidiendo que les aceptaran pruebas. La situación social del país dio pie a que el largometraje se convirtiera en objeto de culto y análisis entre los asistentes: “En la primera función había cinco personas, en la segunda cien, en la tercera estaba lleno y de ahí en adelante se agotaron todas las entradas: el boca a boca había funcionado”, recuerda Antín. Algo similar ocurrió la semana pasada en San Sebastián.
Mercano, el marciano había comenzado como un austero proyecto de animé en televisión emitido en Much Music durante 1998. Era una especie de separador de videoclips que después transitó por I-Sat Cortos, VideoManía, Canal (á) y llegó al circuito cerrado del subte, hasta que el proyecto se convirtió en película, primero en la cabeza de ambos y luego, en la de setenta personas, la mayoría dibujantes. Sin embargo, la prolongación delos tiempos en la finalización fueron alejando al ejército de creativos cansados de poner el hombro. “Los que quedamos estuvimos encerrados todo este tiempo y la verdad es que salir a la calle tampoco era demasiado estimulante. Eramos una especie de secta Moon dibujante”, confiesa Ayar B.
La realización de la música, en tanto, fue otra odisea. Le habían pedido temas a Leandro Fresco, un músico electrónico que trabajó con Gustavo Cerati, a Roberta Ainstein, a Jaime Sin Tierra, a la banda Cucsifae e incluso la película incluye una cumbia de Mala Fama, que suena de fondo mientras Mercano camina por Florida entre desechos, saltimbanquis, hombres que duermen en la puerta del “Banco Gidos”, cartoneros y niños de la calle. Justamente esa imagen del marciano linyera es una especie de premonición de lo que vendría para el país, ya que fue pensada y dibujada un año antes de que la abrumadora y autoorganizada llegada de los cartoneros al microcentro se hiciera presente. Aún así, Ayar B. y Antín terminaron haciendo pasajes musicales que no habían conseguido de otra forma.
Como frutilla del postre de la inventiva, Antín y un ingeniero de la Universidad del Cine crearon un mecanismo único, inédito y original para llevar a formato fílmico lo que habían realizado en sistema digital. Valga la redundancia: fotografiaron cada fotograma en la película. El invento argentino ahorró ni más ni menos que el costo de 30.000 dólares habituales de traspaso a formato de cine. Una idea marciana para terminar un proyecto de un delirio similar al de la realidad argentina.