ESPECTáCULOS
› FINALMENTE, “EL SEÑOR DE LOS ANILLOS” SE ESTRENA MAÑANA
Un film pudo romper el corralito
Luego de cuatro semanas de retraso que pusieron impacientes a los fans, el clásico de Tolkien promete reventar las boleterías locales.
› Por Eduardo Videla
Por Eduardo Fabregat
En el resto del mundo ya es casi historia vieja, pero la Argentina construye su propio microclima y las debacles políticas se llevaron todo el protagonismo. Mañana, un mes más tarde de lo originalmente anunciado y cuarenta días después de su estreno mundial, finalmente llegará a los cines locales El señor de los anillos: la comunidad del anillo, primera parte de la versión fílmica del clásico de J. R. R. Tolkien. Y basta un dato para confirmar la relevancia del estreno: una vez conocida la fecha definitiva, los distribuidores cinematográficos “limpiaron” sus estrenos y dejaron al film de Peter Jackson como única renovación de cartelera. Una ecuación lógica, si se tiene en cuenta que Lord of the rings va a arrasar con las recaudaciones, se ponga quien se ponga delante: también en la Argentina, los fans de Tolkien son legión y todo lo dicho y escrito hasta el momento –y el trailer repetido insistentemente en los cines– no han hecho más que seguir cebando al público. Como prueba, una fuente de la cadena de cines Hoyts comentó a este diario que, el lunes, todos los cupos de venta telefónica y por Internet –que incluían los preestrenos de hoy en varias salas– estaban largamente sobrepasados.
El fenómeno es claro e innegable, el resto es si la película está a la altura. Las adaptaciones de textos célebres suelen provocar los mismos interrogantes: para los que leyeron el libro, el temor siempre pasa por si la adaptación es lo suficientemente fiel al original. Para los que no, la cuestión es si vale la pena pagar una entrada de cine sólo por “el fenómeno” y tener de qué hablar en las reuniones con amigos. Jackson, un neozelandés loco cuyo historial incluye una oda gore llamada Bad taste y una versión degenerada de los Muppets titulada Meet the Feebles, responde correctamente ambos interrogantes y se gana el premio mayor. La comunidad del anillo es rigurosamente fiel al original de Tolkien. Y La comunidad del anillo es una película que le puede volar la cabeza aun a quien cree que Tolkien es una marca de lubricantes.
El director, claro, contó con varios ases. Uno es el reparto, donde cada intérprete parece nacido para su personaje, y donde brillan Christopher Lee (un veterano de mil batallas, ideal para encarnar a Saruman), Ian McKellen (Gandalf), Cate Blanchett (Galadriel), Viggo Mortensen (Aragorn) y Elijah Wood (Frodo), quien cumple a la perfección la pesada tarea de ser el portador del Anillo. Pero Jackson también tuvo el buen tino de llamar a Alan Lee y John Howe, los ilustradores de Tolkien, y contó con los billetes como para que WETA Limited diseñara todo lo necesario, desde vestuario, maquillaje y armas de guerra palpables hasta la construcción digital de la Tierra Media. Pero, fundamentalmente, el director contó con eso que más escasea en Hollywood: una historia atrapante y sólida como una montaña, tan intrincada que –en una movida inédita– lo llevó a realizar las tres partes en un solo proceso de filmación.
Por eso y por todo lo que la letra no puede describir, La comunidad del anillo es mucho más que “el fenómeno del verano” o la película snob que hay que ver para estar en onda. Esta es la primera de una serie de tres que terminará en la Navidad de 2003, pero nada más lejos de la franquicia fácil o el negocio bien empaquetado. Son tres horas que pasan sin esfuerzo, y un ejercicio cinematográfico demoledor, una de acción con gran presupuesto pero también mucha sustancia. Una de esas películas que, al salir del cine, hacen parecer irreal a lo que hay afuera.