Jue 31.01.2002

ESPECTáCULOS  › UN DOCUMENTAL SOBRE JOHN LEE HOOKER, EN FILM & ARTS

El hombre con alma de boogie

El músico fallecido el año pasado repasa su vida, que es, también, la historia del blues, en un especial que termina siendo su legado.

› Por Roque Casciero

“El día que me muera van a enterrar al blues conmigo. Pero el blues nunca morirá”. La frase preferida de John Lee Hooker es tan contradictoria como real. El blues, música de muchas almas, difícilmente deje de existir, pero también es cierto que una gran parte de esa sensibilidad especial reposa hoy junto a los restos de Hooker, quien falleció el 21 de junio del año pasado. El cantante y guitarrista fue una leyenda de la música –sin distinción de géneros–, y así lo reconoció una legión de seguidores que incluye a los Rolling Stones, Van Morrison, Eric Clapton, Carlos Santana y Robert Cray, entre muchos otros. Todos ellos aparecen en el documental que Film & Arts exhibirá pasado mañana a las 2O en su ciclo “Perfiles”, para dar testimonio de la importancia e influencia de Hooker.
El programa, concebido a principios de la década del 90, comienza con imágenes de Clarksdale, Mississippi, la ciudad donde nació el guitarrista en 1917. El lugar no parece haber cambiado demasiado con el paso de los años, tal como demuestra la comparación con imágenes de archivo que se exhiben más tarde. Todo el material de época es muy interesante: el trabajo en los algodonales a principios de siglo, la gran inundación que Hooker recuerda en una canción, los barrios negros de Detroit a mediados de siglo y la actuación del músico en televisión en 1964. Esas imágenes se cruzan, como es habitual en los documentales, con testimonios de músicos, familiares, allegados y el propio protagonista. B.B. King, por ejemplo, asegura hacia el final que, dentro del blues, Hooker fue el más grande que escuchó.
El documental repasa la carrera de Hooker, desde que su padrastro le enseñó a tocar la guitarra hasta el momento en que volvió a los primeros planos con el disco The Healer (1989), con duetos con artistas como Santana y Bonnie Raitt. Buena parte del racconto lo hace el propio protagonista y a su manera: improvisando una larga canción blusera con la historia de su vida. Así, aparecen sus mudanzas sucesivas hasta establecerse en Detroit (donde grabó el millonario éxito “Boogie Chilen”), sus shows en clubes atestados de la zona más peligrosa de la ciudad, los cientos de LPs que hizo con seudónimos como Johnny Booker o Jerry Williams, la reivindicación que de él hicieron los artistas de rhythm’n’blues británicos como los Animals, los Yardbirds o los Rolling Stones a mediados de los 60 y sus colaboraciones con artistas de Motown como Martha & The Vandellas. Uno de los grandes momentos del programa llega con Hooker tocando a dúo con Van Morrison en un embarcadero de Louisiana. Otro, cuando se ve al guitarrista tocando como invitado de los Stones en la gira de Steel Wheels: a cada lado tiene a Eric Clapton y Keith Richards, quienes lo miran con admiración.
Además de la historia de Hooker, el programa indagó en su estilo para tocar, en el que era fundamental el tap. Con el pie marcaba el ritmo de cada tema, como una orquesta de un solo hombre. Y cuando tomaba la guitarra, enseguida improvisaba una nueva canción. Así salieron hits como “Boom boom” o “Crawlin’ King Skake”, que después retomaron los Doors. “El blues es muy profundo y mis canciones son muy buenas”, dice Hooker en el documental. “No es por agrandarme, pero cuando oigo mi voz la siento hermosa, dulce y triste. Tanto, que a veces me hace llorar”. Seguramente miles de bluseros en todo el mundo estarán de acuerdo con The Boogie Man.

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