ESPECTáCULOS
› RIDLEY SCOTT HABLA DE "BLACK HAWK DOWN"
"No hice un film patriótico"
El inglés Ridley Scott explica el éxito de su nueva película, que cuenta la historia de los 18 soldados estadounidenses muertos en Somalia. El film es el más taquillero del momento en EE.UU.
Por Elsa Fernández Santos*
Las imágenes de un soldado de los Estados Unidos linchado y arrastrado por las calles de Mogadiscio dio la vuelta al mundo en octubre de 1993. Casi 10 años después, basada en el libro del periodista Mark Bowden, el cineasta británico Ridley Scott (Los Duelistas, Alien, Blade Ranner, Thelma & Louise, Lluvia negra y Gladiador) relata en Black Hawk down la traumática experiencia de las tropas de Estados Unidos acorraladas por guerrilleros y ciudadanos hostiles en la capital de Somalia. Tras una guerra limpia (la del Golfo, en 1991), a los estadounidenses les salpicó la sangre. Murieron 18 de sus hombres y 73 resultaron heridos. “Esta no es una película patriótica”, se ataja el director. “Es una película sobre el valor de unos hombres acorralados en un combate. No emito juicios, sólo planteo preguntas”. Para la realización del filme cuyo presupuesto llegó a los 90 millones de dólares, Scott contó con la participación de Tom Mathews, un asesor militar del Pentágono especialista en cine bélico y encargado de subrayar la fidelidad de la película a los hechos ocurridos el 3 de octubre de 1993.
El filme, que toma su título del nombre de los helicópteros que fueron derribados en las calles de Mogadiscio, se convirtió en un éxito en la taquilla de Estados Unidos, superando incluso el pasado fin de semana a la –hasta ese momento– imbatible El señor de los anillos. Allí, el estreno estaba previsto para la primavera, pero se adelantó después del atentado del 11 de septiembre. “Lo creímos oportuno dada la visión heroica que ofrece el filme de los soldados norteamericanos”, señala Scott. “La sociedad norteamericana está muy sensibilizada con este asunto y eso, desde luego, ha beneficiado a esta película”, agrega el productor Jerry Bruckheimer. “Hollywood”, continúa, “no dejará de hacer cine de guerratras el 11 de septiembre. Da igual lo que ustedes lean o lo que se diga. El cine bélico es un género que no desaparecerá. Quizá desaparezcan las películas tipo Rambo pero poco más. Es pronto para decirlo, pero seguramente se hará también una película sobre el 11 de septiembre ¿Por qué no si hay una buena historia? Una televisión está ahora mismo preparando una película sobre aquel día, concretamente sobre el avión que cayó en Pensilvania.”
Black Hawk down transcurre durante apenas 24 horas. De una extrema violencia y con algunas escenas que rozan el gore, el filme fue rodado entre junio y agosto de 2001 en Marruecos. Como en un juego de rol, los soldados de EE.UU. se mueven buscando salida por las laberínticas calles de una ciudad llena de guerrilleros armados hasta los dientes, y de ciudadanos claramente hostiles a unas tropas que consideran invasoras. Para Ridley Scott, el filme, sobre el papel, no era comercial: “Sin historia de amor y con 37 personajes diferentes, la cosa es complicada.” “Sin embargo”, continúa Scott, “era una gran historia, de alguna manera me recuerda a Alien; por supuesto, salvando todas las distancias, pero tienen un importante elemento común: el tiempo. En las dos películas hay un grupo de hombres atrapados por un mismo elemento, el tiempo.”
El cineasta evita responder sobre la posibilidad de rodar una quinta parte de Alien, y cita dos películas de guerra como sus favoritas: La patrulla infernal, de Kubrick, y La batalla de Argel, de Pontecorvo. “Por supuesto que soy un director comercial, y me gusta serlo”, señala. “Esta industria se sostiene sobre películas comerciales y no sobre las 10 favoritas de los críticos. Y no me avergüenza decirlo: me encantaría ganar un Oscar”. Scott, que vive entre Londres, el sur de Francia y California, afirma que Black Hawk down no es ni patriótica ni nacionalista. “Es una película sobre el valor de unos soldados, unos soldados que al final no piensan en naciones; piensan en el compañero que se muere a su lado y al que tienen que salvar.”
“La película me interesó desde el principio porque el libro describía la esencia de lo que es una guerra moderna, una guerra urbana, sin trincheras, en la que la inteligencia juega un papel muy importante. Quería contar una historia sin adornos, sin filtros románticos. No quería ofrecer respuestas, sólo preguntas”. Ante la inevitable pregunta sobre los atentados del 11 de septiembre, Scott dice: “El mundo se ha vuelto más pequeño desde entonces. El terrorismo es la voz del hambre, no de la religión. Es la rabia de los hambrientos”. “Estados Unidos”, agrega, “se ha convertido en la policía del mundo. Ningún país ha querido dar ese paso y alguien tenía que hacerlo.” Y retuerce la boca cuando nombra a los grupos pro-derechos humanos que intentan defender los derechos de los presos trasladados a la base de Guantánamo y, tensando su cuello blanco, afirma: “Que no me hablen a estas alturas de derechos civiles.”
* De El País de España, especial para Página/12.