Mar 24.12.2002

ESPECTáCULOS

“Como la mayoría del público, este año consumí mucha mala televisión”

La conductora Carmen Barbieri retorna al aire el miércoles 1 de enero con “Cómplices y testigos”, un magazine que irá al mediodía.

Por Mariano Blejman
@En el primer piso está Nito Artaza que, acorralado detrás de una baranda, saluda brazos en alto como si fuera a convertirse en candidato de la gente. Pero no. Artaza está de casualidad en un restaurante de Palermo, cuando ingresa Carmen Barbieri, que viene a presentar su nuevo programa después de un año sin pantalla. Barbieri abraza a Artaza y los fotógrafos inmortalizan el encuentro: “Estuve a punto de hacer algo con Nito en teatro pero al final voy a hacer tele”, confesará después a Página/12. Desde el 1 de enero –a las 13–, América pondrá en el aire “Cómplices y testigos”, un nuevo magazine (“de nivel”, dice Barbieri), con la participación de Claudio Negrete, en periodismo de actualidad; Julieta Camaño, en espectáculos; Santiago del Moro con su columna “para la juventud”; el cheff Juan Carlos Cepeda y Melina Fleiderman como movilera “de notas sociales”.
La televisión suele no perdonar el bajo temple de sus estrellas. El lema: quien está adentro debe resistir la exposición como un negativo encandilado. Por eso Barbieri vuelve con el caballo descansado. Estando fuera, Barbieri se dedicó a contarle a todo el mundo que dejó de hacer “Movete” –programa que heredó de Georgina Barbarossa– porque había sufrido una enfermedad llamada “panic attack”. Pánico a todo. Además, su esposo Santiago Bal estaba muy enfermo, lo cual la obligó a recluirse. “En el último año de ‘Movete’ yo estaba muy desgastada, era una especie de superchica. Me temblaban las piernas y tenía que estar todo el tiempo sonriendo. Al final, me dio bulimioanorexia, una mezcla de las dos enfermedades”. En pantalla, sus ojeras crecieron al ritmo de la muerte del “Potro” Rodrigo –y el desfile de sus familiares, novias, amantes y enemigos–, los infaltables mediáticos, las peleas en cámara de sus invitados que le habían puesto los pelos verdes a Barbieri. “Pero ahora estoy curada”, cree.
En el restaurante, mientras Barbieri concede una entrevista la teleplebe sigue acumulándose alrededor. El glamour está otra vez a pleno y ella dispuesta a recibirlo. Primero atiende a sus pares, obvio, que no tienen reparos en interrumpirlo todo. El inefable Santiago del Moro pasa por encima de los presentes y cumple su cometido: el vivo de “Intrusos” tiene prioridad. Durante este año, Barbieri no descansó demasiado. “Como la mayoría del público, este año consumí mucha mala televisión. En medio del desastre, mi amigo Marcelo Polino –que realizó Zap por Canal 9– hizo un programa que tuvo buen rating porque era lo que la gente quería ver. Era un mundo ilusorio que no lastimaba a nadie. La telenovela de la vida. Chabacano, eso sí, pero sin mala leche”. Visto de ese modo, Barbieri se perdió un año fuerte, cree, en materia de realidad ficcionada. Le hubiera encantado tratar los casos de Grassi y el secuestro de Antonio Echarri. Al respecto, dice: “En este país apenas se hace un agujero aparece feo olor”.
En este tiempo, dice Barbieri, la gente que la paraba en la calle y le decía “volvé”. Recibió primero una propuesta del 9, pero al final se quedó en América, su casa. “No vamos a tener mediáticos. No va a ser un programa amarillo que se pase a verde, no va a ser procaz, no va a ser mediocre. Va a ser de alto nivel y con entrevistados de peso. Las peleas no van a existir. La gente está cansada de las discusiones en cámara. Pero yo no reniego de lo que hice antes”, define la conductora, que tiene un largo pasado de actriz, que incluye un paso por el teatro de revistas.
En la otra esquina del local, Artaza sigue saludando como político en campaña. Sin embargo, ya salió del corral que lo aquejaba y viene a conquistar el último beso de su amiga Barbieri. “Yo soy popular”, piensa Barbieri. No soy de un nivel muy alto, pero soy popular. Sin embargo, ahora necesito crecer. Quiero hacer un programa que no me exija jugarme demasiado con el cuerpo. Quiero divertir al público a pesar de la crisis. No podemos reírnos, está claro, mientras la gente se muere de hambre enTucumán. Pero sin olvidarnos de la solidaridad quiero empezar el programa con buenas noticias”.

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