ESPECTáCULOS
“En nuestras obras todos salimos vivos, por suerte"
La compañía de Gerardo Hochman estrena hoy “Ronda”, en que la acrobacia, el teatro y la música se combinan en clave rioplatense.
› Por Silvina Friera
¿Cómo serían esos bailes populares donde todos se tomaban de las manos y empezaban a girar como una rueda, a perderse en la velocidad, a marearse con o sin la ayuda del alcohol? Tal vez, la necesidad de conectarse con la médula de una sociedad rioplatense que celebraba el tango, la murga y el candombe en calles y en clubes de barrio, o la nostalgia de las danzas judías que fluyen en la memoria del actor, acróbata y director Gerardo Hochman, hayan sido el germen de Ronda, montaje que se estrena hoy a las 20.30 en la sala A-B del C. C. San Martín (Sarmiento 1551), con entrada libre los jueves, y a sólo 2 pesos de viernes a domingo. Estrenado en mayo de 2002 en España como espectáculo callejero, con dirección de Hochman y coreografías de Teresa Duggan, el espíritu festivo que contagian las destrezas de Celeste Noya, Luciano Martín, Carolina Della Negra, Matías Plaul, Iván Larroque, Luciana Mosca, Javier Zuker y Safira Algamiz se mantiene intacto, a pesar de que la estructura fue reelaborada en función de un espacio cerrado, con un escenario tradicional a la italiana.
“Hacemos incursiones en la platea y desarmamos un poco el espacio, abrimos el juego, lo democratizamos para compartirlo con la gente”, cuenta Hochman a Página/12. Los espectadores podrán marearse alegremente mientras observan cómo un puñado de acróbatas gira sobre la rueda alemana al son de “La murga del diablo”, o fascinarse por la habilidad de los artistas en pirámide humana, al ritmo de una chamarrita. Pero en el menú de este espectáculo, subtitulado “una fiesta de circo rioplatense”, no podían faltar los malabares con cajitas, musicalizado por el candombe “Tumbalata”, o la emotiva pareja de acróbatas en las alturas de un mástil cuando suena el tango “Dame un beso”. El baño de inmersión musical rioplatense que acompaña las secuencias incluye temas de Omar Giammarco Quinteto, de Axel Krygier y un mambo de la peruana Yma Sumac, entre otros. La atmósfera de Ronda es mucho más diurna, “porque conserva un sabor a calle, el aroma de una reunión festiva divertida y absurda”, aclara el director de la escuela de circo La Arena y creador de Emociones simples, En la arena, En órbita, Gala, Bellas Artes y Vibra.
–¿Había una necesidad de establecer un puente con particularidades festivas y musicales?
–Sí, quería involucrarme por ese lado, incorporar la música rioplatense, pero el origen también está relacionado con la historia del espectáculo. Durante un par de años tuvimos un productor que nos organizaba giras e invitaciones a festivales. En un momento me preguntó si me animaba a hacer un espectáculo callejero en España. Le dije que sí y me pidió que le diera el nombre y una sinopsis del espectáculo... que no existía. Empezamos a ensayar, y diez días antes del estreno viajamos para ultimar detalles.
–¿Le preguntaban por la situación del país?
–En febrero del año pasado en Gijón, en la Feria europea de teatro para niños, me preguntaban por el país y cómo nos afectaba la crisis a los trabajadores de la cultura. Aunque me sentía afectado, no percibía mucho las diferencias. Somos una compañía independiente
–¿No cuestionaban que Ronda propusiera un espíritu festivo cuando no había nada que festejar?
–Ahora me sucede lo mismo. Me preguntan de dónde sale la alegría, la fuerza para concretarlo. No encuentro una explicación convincente, pero supongo que existe una necesidad vital de trabajar, de seguir asociándonos y transmitir emociones. Igualmente, nuestros guiones nunca tienen anclaje en la realidad; son expresiones más poéticas.
–¿Por qué el espíritu callejero, aunque no perdure en las calles con la misma intensidad que en los ‘80, se conserva en salas y galpones?
–Hice mucho teatro callejero con el grupo de mi hermano Claudio, Calidoscopio, en los ‘80. Esa experiencia callejera la llevo en el alma, no sólo por la cuestión de actuar para todo tipo de público, sino por los métodos de producción. Por eso busco democratizar los espacios, abrirlos, bajar a la platea, envolver a la gente. El circo es un lenguaje muy bueno para las emociones esenciales
–Sus espectáculos ¿están signados por el riesgo?
–El circo convive permanentemente con el peligro, con la posibilidad de caerse de cabeza, de ser mal atajado, resbalarse, sufrir esguinces y contracturas, lesiones inherentes a la actividad. Me gusta el riesgo con poesía, pero los artistas estamos lejos de poner la vida en peligro. Nos podemos pegar palos feroces, pero en nuestras obras todos salimos vivos, por suerte. Esto nos diferencia del circo tradicional, que se apoya en el morbo de jugar con el peligro. El artista hace la parodia de que está por caer y a uno se le paralizael corazón.