Jue 09.01.2003

ESPECTáCULOS

Una obra polémica sobre la imposibilidad del celibato

“El crimen del Padre Amaro”, el film más visto de la historia de México, llega a Buenos Aires precedido de polémicas y escándalos. En esas reacciones paradójicamente descansa su mayor potencial comercial.

› Por Martín Pérez

Si durante mucho tiempo el nombre excluyente del cine mexicano moderno fue Arturo Ripstein, desde fines del siglo pasado las cosas están cambiando. A fuerza de films contundentes tanto a través de su valor como por el fenómeno que generaron a su alrededor, México fue divulgando al mundo sus nuevos nombres propios. Primero fue el de Alejandro González Iñarritu, el director de la contundente Amores Perros. Casi inmediatamente después llegó el turno de Alfonso Cuarón, responsable de la road movie generacional Y tu mamá también, ahora elegido para dirigir la tercera parte de la millonaria saga de Harry Potter. Por el camino abierto por estas predecesoras, el fenómeno del cine mexicano ha creado un nuevo nombre propio, el del Padre Amaro.
Basado en una novela del siglo XIX del escritor portugués Eça de Queirós, La traición del Padre Amaro fue el film del año 2002 del cine mexicano, al punto de haber superado el record de ventas de entradas que ostentaba Y tu mamá también. Fenómeno por derecho propio, lo único que comparte el film con los dos anteriores hitos es un nombre. Pero un nombre de esos que alcanzan y sobran, el de una estrella ascendente: Gael García Bernal. El rostro del joven galán está detrás del boom de una obra que no está a la altura artística des su predecesoras pero que ha logrado ocultar esa distancia a través de la polémica y el melodrama.
La historia que cuenta el film de Carlos Carrera es la de una iniciación. Pero no la de cualquier iniciado, sino la de un joven cura que es destinado a un pueblo. Ante sus ojos, y los de los espectadores, desfilarán todos los pecados del clero. Sexo, lujuria, hipocresía y, por el recurso del director de trasladar la acción al presente, tratos con el narcotráfico. Con su mejor rostro ingenuo y seductor, García Bernal encarna a un Amaro que apenas posa los pies en su nuevo destino romperá el corazón de la joven Amelia. Su pequeño destino de pueblo es apenas el prólogo de una carrera que se abrirá si puede superar las tentaciones. Aunque en realidad no se trata de superarlas, sino de saber barrerlas debajo de la alfombra, como hacen sus colegas de sotana. Testigo de los pecados del cura que rige el destino de la diócesis, Amaro demostrará no ser tan ingenuo como parece. Ni estar dispuesto a no hacer aquello que la carne parece ordenarle
En torno a sus silencios, Amaro verá pasar (y deshacerse) destinos ajenos. La historia incluye un cura honesto con claros vínculos con la lucha armada (que es condenado por sus pares) y todo un universo social construido alrededor de la hipocresía e incluso el delito. Por sobre ese fondo, la trágica historia de amor entre Amaro y su devota amante es fatal. La tentación primero, el sexo después, y el escándalo más tarde serán tres capítulos previsibles. Poco tiene para ofrecer El crimen del Padre Amaro una vez que se ha mostrado los imperdonables pecados de la Iglesia y de una comunidad acomodada a su hipocresía. Pero su alegato contra la virtual imposibilidad del celibato impacta del tal modo que buena parte del resto parece luego accesorio.

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