ESPECTáCULOS
› UN REALITY CATALAN TRANSMITE EN VIVO LA EXPEDICION AL ACONCAGUA DE UN GRUPO DE INEXPERTOS
El desafío de tocar el techo de América del Sur
El programa “El Cim”, que se emite en horario central español, pretende lograr un hito en el mundo de la montaña y de la televisión: mostrar en directo la riesgosa llegada a la cumbre del Aconcagua. La intención de los productores no es realizar un reality convencional, con premios y castigos, sino reflejar una experiencia en formato documental. “No nos interesan las miserias de la gente. Aquí no hay competición”, sostienen.
› Por Mariano Blejman
Las antenas emergen anaranjadas e hirientes al paisaje de alta montaña. Las parabólicas más bajas están ubicadas en la base del Aconcagua, en Plaza de Mulas, a 4300 metros sobre el nivel del mar. La más alta se instalará en la cumbre poco antes de la llegada de los expedicionarios. Y transmitirán imágenes de lo que la televisión considera una odisea: que un grupo de inexpertos suba el Aconcagua, posiblemente en directo. En las últimas semanas, la producción española de “El Cim” ha vestido al cerro Aconcagua (6959 m) de tecnología ante la mirada escéptica del resto de los andinistas, quienes también esperan por coronar. A su alrededor, el cada vez más poblado campamento base de Plaza de Mulas mira las laderas que cambian por unos metros el paisaje desolador, ahí donde respirar hondo no es suficiente para resistir unas horas. Hay alemanes, japoneses, franceses, noruegos, bolivianos, colombianos, argentinos, entre otros andinistas de muchos países, que se vienen instalando al pie del cerro para tocar el techo de América con las manos. Y con los pies, obviamente.
Pero las antenas instaladas con esfuerzo por la producción de “El Cim” desvían la atención del resto, aunque tienen un objetivo preciso que durará poco tiempo una vez consumado. Son enlaces satelitales que captan a un grupo de catalanes sin experiencia en montaña seleccionados por TV3 (Televisión de Cataluña) para coronar al Centinela. O como dicen en catalán: “El Cim” tal el nombre del documental-show que se emite desde el martes pasado en horario central español (21.30) por la televisión catalana y que pretende lograr un hito en el mundo de la montaña y la tele: transmitir en vivo una llegada a la cumbre del Aconcagua. “Hacemos programas que hablan de la vida cotidiana de la gente anónima. Creemos que las personas anónimas aportan sentimientos universales y dignifican la existencia. Estos seis chicos diferentes expresan sentimientos con que los espectadores se identifican. Más que la cumbre, nos interesa su proceso de aprendizaje”, explica Miquel García, director del proyecto.
La transmisión de “El Cim” es el esfuerzo de producción audiovisual más grande que haya llegado al Aconcagua. La inversión para la realización se acerca al medio millón de dólares entre alquiler de equipos, contratación de guías, porteadores, camarógrafos de altura, mulas, helicóptero y una larga lista de etcétera. Los seis seleccionados permanecieron seis días en el Parque Aconcagua, aclimatando y acostumbrando su sangre a la falta de oxígeno. El buen tiempo acompañó a la expedición guiada por Oscar Cadiach, quien lleva veinticinco años dedicados a subir las cumbres más altas del planeta. Pero el buen tiempo no dura para siempre y menos en el microclima del Aconcagua.
El proyecto está dirigido por Miquel García, cuenta con la producción de la catalana Montse Feliú –instalada en el hotel de Plaza de Mulas desde hace dos semanas, “con mucho frío”, dice ella– y con la producción local de Jorge Criscitelli y Daniel Rodríguez como guía mendocino. Pero el “Centinela de Piedra” no es fácil de domar, ni aun teniendo tiempo y/o recursos. Los realizadores lo saben bien. Por eso no repararon en gastos, entrenamiento e infraestructura para que todo salga como debe. Aunque el Coloso siempre puede traer una sorpresa y media. Son 40 personas que asisten técnica y físicamente a los “actores” que subirán sin cargas.
En las carpas del Aconcagua todos hablan del “reality”, aunque el director quiso dejar en claro que el programa no es una competición, ni tendrá nominados: “No nos interesan las miserias de la gente. No hay competición, ni ganadores, ni premios por subir. Se trata de reflejar una experiencia en formato documental, con transmisiones en vivo”, explica a Página/12 sentado en el bar del hotel de Plaza de Mulas. Los seleccionados entre mil postulantes –que no sabían a qué se presentaban– fueron: David Torner, 32 años, de Serral, agricultor; Silvia Encinas Navines, 25 años, de Barcelona, licenciada en Comunicación Audiovisual; Agusti Franch, 32 años, fabricante de muebles; Sara Ríos Alarcón, 31 años, quien trabaja en un centro de disminuidos psíquicos; Grace Puertas Oyague, 23 años, psicóloga; Juanjo Julián, 25 años, inspector de gas y bailarín.
El spot de convocatoria decía simplemente: “Un viaje de aventura, superar un reto, hacer realidad un sueño”. En septiembre se entrevistaron 600 personas de Cataluña. Los últimos finalistas pasaron pruebas físicas, médicas y destrezas finales en el Centro de Alto Rendimiento Deportivo en Sant Cugat. Los seleccionados recibieron formación física y entrenamiento técnico en la Vall d’Aran (Pirineo Catalán). “La seguridad y el aprendizaje son siempre prioritarios por encima de la cumbre”, dice García. Antes de llegar a Mendoza, los elegidos hicieron ascensiones a picos altos de la zona –que no pasan los 3000 metros, o sea por debajo de la base del Aconcagua–, trekking y senderismo. Aprendieron algo de escalada, hicieron prácticas de orientación y supervivencia. Aunque nadie sabe todavía cómo funcionarán sus cuerpos en la altura.
Si bien la tele suele ser tirana en materia de plazos, ellos dicen venir justamente con tiempo. O mejor dicho: sin tiempo, como explica Criscitelli, quien hizo el soporte en la base. Los catalanes montaron un andamiaje técnico preciso, aunque el problema es justo el tiempo: una tormenta de nieve, un cambio de clima intempestivo o fuertes vientos blancos pueden acabar con la expedición o demorarla unos cuantos días más, arrastrándola al fracaso. Dos lógicas distintas se encuentran en la altura: el vértigo de la televisión y las velocidades de la montaña. Las máquinas están instaladas en el hotel de Plaza de Mulas, y hay una isla de edición al pie del cerro, a media hora de caminata entre ambos lugares. El 5 de enero, cuando el grupo estaba en el campamento intermedio de Confluencia, los españoles –catalanes, que transmiten en catalán– recién habían probado y con éxito un enlace desde Nido de Cóndores a 5350 metros. “El equipo llegó bastante bien. Algunos con dolor de cabeza, pero motivados. Si todo va bien, el 20 de enero estaremos intentando la cumbre. Queremos aclimatar bien”, dice García.
El final de la travesía se prevé para fines de enero o comienzos de febrero. Hasta entonces se emitirá un programa diario de 10 minutos, enviado vía satélite desde Plaza de Mulas. Además, habrá programas especiales de una hora. Si la expedición hace cumbre se transmitirá en vivo cuando sea necesario, aunque se suele hacer cumbre entre las 12 y las 17. Subirán por la ruta normal, sin dificultades técnicas. Aunque el frío, el viento y la altura pondrán a prueba a los seis expedicionarios que tienen todas las de subir, pero también a las 40 personas que trabajan abajo. El punto de máxima tensión será el día de cumbre, se sabe, ya que por el esfuerzo físico de ese día, si no hay cumbre, deberán esperar varios días en la base para volver a intentarlo. O peor: puede que lleguen a la cumbre y las transmisiones no funcionen. Las fichas están jugadas. “Al menos, que llegue uno”, pide un productor por lo bajo, mientras corre un viento frío y seco que golpea hasta los huesos del más valiente.