ESPECTáCULOS
› PHILIP NOYCE, EL CINEASTA QUE ADAPTO LA NOVELA DE GRAHAM GREENE “EL AMERICANO IMPASIBLE”
“En la Casa Blanca hay ahora un tipo muy peligroso”
El director australiano explica por qué “El americano”, que se estrena mañana aquí, causó una enorme controversia en los Estados Unidos. “Es una oportunidad para discutir la política exterior estadounidense”, señala.
› Por Martín Pérez
A modo de bienvenida, la voz al teléfono desde Los Angeles anuncia con satisfacción que acaba de recibir una botella de champagne con una tarjeta. “Dice así: Felicitaciones por The Quiet American y Rabbit Proof Fence. Firmado: John Woo”, leyó para sí mismo y para Página/12 el australiano Philip Noyce desde el mismo centro de la fiebre pre-Oscar que es la capital de Hollywood en este momento. Enfrascado en una fervorosa campaña para lograr que, como él mismo explica, “uno o dos votantes más de la Academia alcancen a ver tu película antes de las nominaciones”, Noyce es un director que, gracias a las dos películas mencionadas por Woo, ha recuperado aquel lugar de exitoso outsider de la industria que una década atrás le permitió iniciar su carrera en los Estados Unidos. Y que, sabiendo la polémica que puede despertar cada una de sus declaraciones sobre su último film, exigió que la nota telefónica no se hiciese a través de la distribuidora de sus películas, sino llamando directamente a su oficina en Los Angeles.
Luego de formar parte de la nueva ola del cine australiano de la década del ochenta –junto a Peter Weir o Mel Gibson, por ejemplo– Noyce logró acceder a Hollywood tardíamente gracias al éxito de Terror a bordo, protagonizado por sus compatriotas Nicole Kidman y San Neill. De allí en adelante Noyce filmó thrillers como Sliver (1993), con Sharon Stone, o El coleccionista de huesos (1999). Pero su nombre quedó asociado a las adaptaciones de las novelas de Tom Clancy, como Juegos de Patriotas (1992) o Peligro Inminente (1994). “Cada vez que tenían que hacer explotar un avión o el mundo sufría por alguna amenaza nuclear, me llamaban a mí. Así que finalmente me di cuenta que tenía que escapar de Hollywood para poder volver aquí, y entonces me fui a filmar a Australia”, explica Noyce.
Aquella película que Noyce rodó en Australia es Rabbit Proof Fence, un polémico film sobre la sistemática separación de los hijos de los padres aborígenes por parte del Estado, con la intención de darlos en adopción y así insertarlos en la sociedad. “Despertó mucha controversia porque la opinión pública no deja de recordar que con aquella política sólo se intentaba hacer el bien... algo que la película no contradice, sólo que deja bien en claro que se puede matar queriendo hacer el bien”, explica Noyce. La frase también engloba el mensaje final de su adaptación de El americano impasible, la novela de Graham Greene que tan bien describió el conflicto de Vietnam y los riesgos de la política exterior norteamericana mucho antes de que su ejército se involucrase activamente en aquel conflicto armado. “Antes de filmarla me obligué a ver la vieja adaptación cinematográfica dirigida por Joseph L. Mankiewicz, y la verdad es que no sé por qué quiso filmarla. Más que una versión cinematográfica es una perversión”, dice Noyce sobre el film de Mankiewicz.
–¿La temática del film no funciona como un exorcismo para las adaptaciones de Clancy que usted realizó para Hollywood?
–No me gusta pensarlo de ese modo, porque creo que aquellas adaptaciones no fueron tan derechistas como las obras de Clancy. Tal vez en Sudamérica puedan verse de esa manera, pero son películas que critican la corrupción alrededor de la cúpula presidencial. Tal vez pueda considerárselas derechistas en tanto Harrison Ford termina siendo un chico poster para la CIA. Pero no estoy seguro de que esos films, dentro del contexto estadounidense, puedan ser considerados derechistas...
Titulada en castellano simplemente como El americano , la adaptación del director australiano fue protagonizada por Michael Caine y Brendan Fraser. El primero encarna a Thomas Fowler, un experimentado periodista británico afincado en Vietnam, mientras que elsegundo es Alden Pyle, un joven estadounidense recién llegado, que dice trabajar para la Cruz Roja pero que finalmente terminará revelándose como un agente secreto. Las órdenes de Pyle son alentar la creación de una tercera fuerza para luchar por el poder en Vietnam, por entonces en disputa entre la ocupación francesa y la guerrilla comunista, algo que terminará en un baño de sangre. “Uno de los problemas de adaptar esta novela es que es muy simbólica”, explica Noyce. “Todo forma parte de una alegoría. Más allá de todo, Pyle es también estadounidense, y de la misma manera en que quiere salvar a la chica, también quiere salvar al país. Está equivocado y sus intenciones, incluso siendo honestas, sólo llevarán a la tragedia. Tal como lo ha hecho la política exterior estadounidense en el Tercer Mundo.”
–Una de las escenas claves del film es cuando la tercera fuerza alentada por Pyle lleva a cabo un atentado en el centro de la ciudad...
–Es una escena delicada, ya que es clave en la comprensión de la paradoja central del film. Fue preparada por el equipo de filmación vietnamita del film. Dirigida por Dang Nhat Minh, la segunda unidad se encargó de preparar esa escena. Dang es uno de los más importantes directores de cine de Vietnam, y a su padre lo mató una bomba B-52.
–¿Que es lo que más le sorprendió de aquel americano impasible evocado por la novela de Greene?
–La forma en que Greene fue capaz de definir ese paternalismo que exhuda la política exterior norteamericana desde la Segunda Guerra Mundial en adelante, y cómo algo que él evocó a partir de su observación de lo que pasó en Asia durante los años cincuenta hoy en día tiene más validez que nunca. Creo que, en el mejor de los casos, un tipo como Pyle está a cargo de la Casa Blanca. Un hombre entusiasta, ingenuo, temeroso de Dios y absolutamente peligroso.
–¿Fue difícil convencer a Fraser para que hiciese el papel de Pyle?
–Bueno, Brendan es canadiense y por eso pudo hacer de Pyle sin que lo acusaran de traición a la patria (se ríe)... Pero no creo que pueda ser acusado de algo así, porque no pienso que El americano sea un film antiestadounidense. Del mismo modo en que Michael Caine tampoco lo es.
–Pero hay que ser valiente para interpretar semejante papel después de los atentados del 11 de septiembre...
–Es que ése es el asunto: nosotros filmamos esta película antes de aquel día. Justamente, hicimos una proyección de una copia de trabajo exactamente el día anterior al 11 de septiembre. Después de ese día todo cambió. Cuando la volvieron a ver, los americanos pensaron que nos hacíamos los listos, nos veían como extranjeros criticándolos, y el film no fue bien visto. Los tiempos volvieron a cambiar, y es bienvenido como una oportunidad para discutir la política exterior estadounidense.
–Sin embargo, estuvo a punto de ser archivada...
–Es verdad. Pero nos aseguramos que fuese exhibida en el Festival de Toronto, y entonces los críticos y los periodistas de cine de todo el mundo la salvaron. Rápidamente quedó claro que había un gran apoyo de la crítica hacia y a partir de entonces hubiese sido un gran bochorno para Miramax si decidía no estrenarlo.
–¿Recibió muchas críticas?
–No, para nada. Hay que recordar que la prensa en todo el mundo es más liberal que el resto de su comunidad. Con la excepción, claro está, de esos personajes que se ganan la vida siendo deliberada y provocativamente de derecha, pero todos sabemos quiénes son-
–Dice que Hollywood es el más exitoso colonizador del mundo, más aún que el Imperio Romano... ¿Por qué quiere entonces trabajar allí?
–Porque creo que es indispensable pasar por Hollywood, sea lo que sea que hagas en este negocio. Los norteamericanos lo controlan todo, al fin yal cabo. Nadie lo hace mejor que ellos, ese es su gran logro. De hecho, me atrevería a decir que es uno de sus grandes logros como nación (se ríe). Pero también es algo que siempre se puede usar en provecho propio. Para conseguir el dinero y para utilizar su maquinaria. Si estamos hablando ahora es gracias a ellos. La maquinaria es la que nos ha conectado.
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