ESPECTáCULOS
› “MALANDRAS”, “COSTUMBRES ARGENTINAS” Y “SOY GITANO” COINCIDEN EN SU PASION POR “ROMEO Y JULIETA”
Por Shakespeare, ya nadie paga derechos de autor
Amores imposibles en el marco de familias enfrentadas: el tópico se repite en tres de las ficciones que pelean el rating estival.Los tres guionistas relativizan el parecido y ensayan su defensa.
› Por Emanuel Respighi
“Es pura casualidad”, garantiza Marcos Carnevale, guionista junto a Marcela Guerty de “Soy gitano”, el culebrón de gitanos del 13. “Es una eventualidad, pero eso no significa que a la televisión argentina le falten ideas”, puntualiza Adriana Lorenzón, autora de la tira “Costumbres argentinas”, que emite Telefé. “Históricamente, los melodramas se basan en un par de conflictos afectivos. El problema es que el azar llevó a que un mismo conflicto conviva a la vez en tres programas”, explica Alejandro Borensztein, productor de “Malandras”, la tira de Canal 9. Las opiniones se refieren a una característica insólita de esta temporada televisiva: la coexistencia de un mismo nudo dramático en tres de las cuatro ficciones que se estrenaron en enero. “Malandras”, “Costumbres argentinas” y “Soy gitano” comparten algo más que la imperiosa búsqueda de rating: también toman al clásico modelo de Romeo y Julieta, de William Shakespeare, como centro a partir del cual se desarrollan las historias de cada programa. Año nuevo, ideas viejas.
La obsesión por el rating y la necesidad de apropiarse de un buen porcentaje de la escasa torta publicitaria veraniega llevaron a los canales a lanzar la temporada televisiva más temprano de lo habitual. En esa búsqueda, las ficciones se convirtieron en la carta fuerte de los tres canales que encabezan las mediciones. Sin embargo, la disputa en materia ficcional se dirime bajo el mismo nudo dramático, basado en el amor prohibido entre los hijos pertenecientes a dos familias enfrentadas: los Amaya vs. los Heredia en “Soy gitano”, los Rosetti vs. los Pagliaro en “Costumbres argentinas” y los Ordóñez vs. los Bertolotti en “Malandras”. El cruce de historias, aunque cada una está realizada con sus propios colores, invita a un par de reflexiones. Por un lado, demuestra la vigencia en el siglo XXI del monumental entuerto creado por Shakespeare entre Capuletos y Montescos. Pero, por otro lado, la yuxtaposición pone en evidencia el funcionamiento actual de la TV nacional. Ya sea porque existe una llamativa falta de ideas, o porque en un mundo donde el rating es Dios es preferible apostarle a fórmulas probadas y no “jugarse” a nuevas historias. Lo confirma el dicho popular: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”.
“Creo que se tomó el mismo nudo porque es un clásico que es un fierro, no falla nunca”, comenta Lorenzón a Página/12. “Lo valioso es que cada autor buscó una manera distinta de contar el conflicto base. En ‘Soy gitano’ se lo sumergió en las costumbres y las reglas de la comunidad gitana, que giran en torno al amor prohibido. En ‘Malandras’ se le agregó el contexto de la marginalidad y la delincuencia. Y en ‘Costumbres...’ la imposibilidad amorosa se desarrolla en la década del ‘80, en una trama que apunta más a enfocar el proceso cíclico de los vínculos afectivos.”
Por su parte, Carnevale afirma que la reiteración del tradicional conflicto no lo sorprende porque “es un lugar bastante común dentro de lo que es la estructura dramática”. “Es una fórmula –dice– que se repite casi siempre a la hora de idear un culebrón o una tira diaria de conflicto amoroso. Del mismo modo que no hay telenovela que no descanse en el amor entre una parte pobre y la otra rica de La Cenicienta. Pero cada una está contada a su manera. Incluso, ‘Soy gitano’ no se basa en un solo amor prohibido. Hay muchos idilios cruzados entre las nuevas generaciones.”
El mayor de los hijos de Tato Bores, en tanto, no cree que las tres historias tengan el mismo punto de partida. “El único punto en común es que los tres programas tratan enfrentamientos familiares. Pero la similitud es inevitable porque no contamos historias de submarinos sino de conflictos cotidianos. Pero nuestro programa se dedica a mostrar con humor el universo de malandras, que es donde en un nivel de importancia menor se va a dar el conflicto Romeo y Julieta”, apunta.
Más allá de todos los argumentos, lo cierto es que no es demasiado frecuente ver en la TV un mismo modelo dramático diseminado en tres programas distintos. La excepción veraniega la marca “Resistiré”, la tiradiaria protagonizada por la dupla Pablo Echarri-Celeste Cid, que cuenta una historia de amor volcada a la telenovela clásica, donde la Cenicienta es en realidad el Ceniciento Pablo Echarri. Además de diferenciarse por la trama, “Resistiré” es también la única ficción de las que se estrenaron este mes producida íntegramente por un canal, en este caso Telefé. Los otros tres son programas realizados por productoras independientes: “Costumbres argentinas” por Ideas del Sur (la empresa de Marcelo Tinelli), “Soy gitano” por Pol-Ka (Adrián Suar) y “Malandras” por BBTV (Alejandro y Sebastián Borensztein).
Aunque es posible entender la correspondencia de las tramas como el síntoma visible del estancamiento creativo en la TV, los responsables de las tres ficciones rechazan la vinculación. Para Lorenzón, la coincidencia se debe a que “la ficción habla siempre de lo mismo, no hay muchas vueltas. Lo importante es que a lo clásico cada uno le otorgue su propio sello. Como los clásicos son la base del drama, me parece que a esta altura lo que importa es el cómo se cuenta, no el qué se cuenta”. Compartiendo la opinión de la autora de “Costumbres argentinas”, Carnevale señala que además del cómo se cuenta una historia hay que prestarle suma atención a las posibilidades materiales que tiene cada autor a la hora de poner al aire un programa. “El con qué elementos se narra –remarca Carnevale– es tan valioso como el cómo se lo hace. El equipo de producción, el elenco, el dinero, son importantes. Uno muchas veces puede tener una historia maravillosa, pero si los otros elementos fallan, no hay historia que aguante. No es que se piensa en un clásico para tener éxito. No hay nada seguro, y menos en TV. Por algo no todos los programas que se basan en un mismo conflicto tienen el mismo éxito comercial.”
Teniendo en cuenta las dificultades de un país recientemente devaluado e imprevisible en materia económica, Borensztein está convencido de que el actual es “un momento explosivo de la TV en materia creativa”. “Es fascinante que se hayan lanzado tantas ficciones juntas y que convivan tiras ambientadas en malandras, gitanos y en la década del ‘80. Hay que considerar que este año habrá aun más tiras y muchísimos unitarios. Aunque, gusten o no, no hay que descuidar que todas las ficciones tienen una gran cuota de calidad. Justamente lo que sobra es creatividad. Sólo se trata de una mera coincidencia, producto de los procesos cíclicos de la TV”, subraya el productor.
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