Sáb 01.02.2003

ESPECTáCULOS  › “EXTRAÑO” SE LLEVO EL PRIMER PREMIO EN ROTTERDAM

El ganador que nadie conocía

El notable film del argentino Santiago Loza, protagonizado por Julio Chavez y Valeria Bertucelli, llegó a Holanda en silencio, sin difusión y se quedó con el Tiger Award. Aquí ni siquiera tiene distribuidor aún.

› Por Horacio Bernades

Página/12
en Holanda
Desde Rotterdam

Como viene ocurriendo en cantidad de festivales durante el último lustro, como sucedió aquí mismo con Mundo grúa un par de años atrás, el cine argentino se va de Rotterdam con un premio bajo el brazo. Extraño, opera prima de Santiago Loza, recibió uno de los tres galardones que el Gran Jurado de la 32ª edición del Festival de Rotterdam (por lejos, el más prestigioso del mundo en su categoría) determinó para las películas que este año compitieron por los Tiger Awards. Rechazada en su momento por el comité seleccionador del Festival de Toulouse (por no considerarla “un auténtico exponente del nuevo cine argentino” y “verdaderamente latinoamericana” entre otras sinrazones extraoficialmente susurradas), considerada “sin interés” por un comité asesor durante la anterior gestión del Instituto de Cine y Artes Audiovisuales, se entiende que Loza desbordara de sorpresa y alegría ayer, poco después de las 18, cuando se anunciaron los premios del 32º IFFR, en la sala mayor del Doelen Concert-en-Congresgebouw, edificio que durante todo el festival funcionó como centro de operaciones.
Nadie podrá argumentar que Extraño no ganó su premio en buena ley: producida con mínimo presupuesto y de forma casi casera por el propio realizador, sin contar con ninguna clase de apoyo para su lanzamiento, la película desembarcó en Rotterdam acompañada de una campaña promocional igual a cero. En medio de los centenares de afiches que peleaban por un lugarcito en las paredes, era imposible encontrar siquiera una mísera foto de Extraño, y la delegación que acompañó al film se redujo a un único integrante: el propio realizador, que tiene 32 años y no habla una palabra en otro idioma que no sea el castellano. El castellano-cordobés, para ser más precisos. La total ausencia de maquinaria promocional para la película de Loza demuestra que lo que juzgó el jurado mayor fue la obra en sí y ninguna otra cosa. El premio, a la vez, habla muy bien del sistema de elección en Rotterdam, donde las películas no se evalúan en base a su peso o tamaño sino sólo por su valor intrínseco.
Tal vez el premio que se lleva de Rotterdam ayude a Loza a encontrar un lugar en alguno de los festivales argentinos (el de Mar del Plata o el de Buenos Aires) o mínimamente para conseguir distribuidor local. Aunque sea para recibir algún aporte económico (oficial o no) que le permita pasar su película al formato profesional de 35 mm. Porque Extraño se filmó en sistema digital (que, como se sabe, es varias veces más barato que el fílmico) y así se proyectó aquí. Eso no debe llevar a pensar que la obra de Loza luce un acabado desprolijo o escasamente profesional. Por el contrario, en cada encuadre se nota la sólida formación del realizador, adquirida en la escuela que depende del Instituto de Cine y Artes Audiovisuales. Así como es de destacar el espléndido trabajo de iluminación de Willy Benisch (director de fotografía de La ciénaga y Un oso rojo), la magnífica banda de sonido y las muy ajustadas actuaciones, sobre todo por parte de Julio Chávez y de Valeria Bertucelli, que tienen a su cargo los roles principales.
Pero Extraño no es sólo una película bien terminada: también ha sido bien concebida. Enteramente construida alrededor de un personaje (Alex, el cirujano en retiro que interpreta Chávez) del que se sabe poco y habla menos, la película toda aparece empapada del secreto, la melancolía y la reprimida angustia que signan al protagonista. Desafiando la lógica ansia de saber más por parte del espectador, Loza se vincula con su protagonista como quien no quiere hacer preguntas de más. En lugar de intentar penetrar en una interioridad que obstinadamente se resiste a ello, el realizador prefiere sugerir sentidos de modo oblicuo, mediante la serie de refracciones que, como en un espejo partido, vinculan a Alex con su hermana, sus sobrinos, su ex novia y una madre soltera a punto de dar aluz (la siempre magnífica Bertucelli). Extraño podrá gustar más o menos, pero no hay duda de que se trata de un film rigurosamente construido, que no desmerece ningún premio.
Más difícil de justificar resulta, en tal caso, el premio obtenido por el film ruso S ljubov’ju Lilja, fabulita casamentera que alguna lengua viperina definió como “la Bridget Jones rusa”. Pero cualquier descontento queda compensado con el tercer premio, que el jurado asignó a la soberbia opera prima coreana Jealousy is my Middle Name. A su turno, el jurado de la crítica distinguió al film chino Welcome to Destination Shanghai, muestra cabal de la clase de cine que actualmente se produce en la ex China comunista, al margen del control estatal (y que, como el film coreano, posiblemente forme parte de la próxima edición del Buenos Aires Festival de Cine Independiente). El jurado de Amnesty International hizo lo propio con la iraní Cárcel de mujeres, una muestra de la politización que gana terreno en la república de los ayatolas, y el Jurado de la Juventud dio su premio a la islandesa Noi Albinoi. Se hizo así justicia con un film indudablemente fresco, vital y entrador, que pone en el mapa el nombre de su realizador, el treintañero Dagur Kari, de quien sin duda se va a oír hablar en los próximos años.

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