ESPECTáCULOS
› IÑAKI URLEZAGA, OTRA VEZ EN LA ARGENTINA
“Hay ansia de ballet”
Mientras se prepara para protagonizar una versión del Royal Ballet sobre “La Bella Durmiente” en Europa, el argentino vino a mostrar aquí un espectáculo con reminiscencias folklóricas e indígenas.
Por Silvina Szperling
“Estoy acostumbrado a las presiones externas. La gente espera por demás, mucho más allá de mi propio talento. Pero uno va creciendo y aprende a medirse por la propia vara”, asevera Iñaki Urlezaga a Página/12 en un alto de la gira que lo trajo nuevamente a la Argentina (se presenta en diversas localidades de Córdoba y la costa) y otros puntos de Latinoamérica (Punta del Este este fin de semana, para luego ir a Santo Domingo y Managua) al frente de su compañía, el Ballet Concierto, que dirigen Esmeralda Agoglia y Lilián Giovine. No bien concluya la gira latinoamericana, Urlezaga terminará de aprontar su rol para la nueva producción del Royal Ballet, donde revista como primer bailarín: una nueva versión de La Bella Durmiente por Natalia Makarova, que está generando grandes expectativas en el ambiente europeo. “Es una producción original desde todo punto de vista, coreografía, vestuario, escenografía. Hay muchos cambios. Pero las expectativas de los demás ya no me afectan tanto. Yo trato de dar lo mejor de mí y de disfrutar, porque al final del día sólo quedan los recuerdos, y si son malos no sirven para nada.”
–¿Cómo es trabajar con Makarova?
–Es muy exigente, y eso me gusta mucho. Nos conocimos en Brasil y desde entonces trabajamos juntos en varias oportunidades. La relación fue evolucionando.
–¿Y qué se siente al bailar con un icono como ella en los ensayos?
–Sentís que tocás un pedazo de historia. No tanto por la edad que tiene (ya pasó los 60) sino por lo que ella representa para la historia del ballet. Es una Giselle absolutamente insuperable.
En el marco de un pub muy british (como para no sentirse desubicado respecto de sus hábitos londinenses), el bailarín platense se mostró gratamente sorprendido por el clima que percibió del público este verano.
“En la costa la gente tiene ganas de disfrutar. Hay un clima festivo, sin violencia. Ha sido un año tan duro, con tantas incertidumbres, y no es que realmente haya mejorado, para nada. Pero, entre la esperanza de recuperarse y las ganas de pasarla bien, en la costa me pareció vivir el relato de una Argentina que yo nunca conocí, la de antes de la crisis, la de las colas en los restaurantes, teatros repletos, con gente de pie. Y eso que hay bastantes opciones de espectáculos.”
–¿Cómo percibió la respuesta del público a su espectáculo?
–Buenísima. Impactó muy bien el comienzo, con Pampeana, de Ana María Stekelman, sobre música de Ariel Ramírez. La gente se enganchó muy bien con los ritmos argentinos, con el vuelo de la coreografía, de corte contemporáneo, con leves reminiscencias folklóricas e indígenas. La obra habla mucho de la Pampa, de nosotros. Que ya en el inicio la gente aplauda de pie revela un espíritu muy alto y un ansia de ver ballet.
–¿Cómo fue trabajar con Stekelman por primera vez?
–Muy interesante. Ella trabaja muy bien psicológicamente. Y a pesar de que dice que sus obras no tienen argumento, tuvo que aceptar que cada fragmento es como una viñeta, una pequeña historia en cada canción. Como un rollo de fotos en el cual una foto no tiene nada que ver con la otra, pero componen un todo. Ana María es una artista enorme, muy madura en su trabajo y sabe muy bien lo que quiere de cada artista. A mí me gustó mucho porque es muy franca y se deja sorprender por el intérprete. El trabajo de Pampeana fue muy abierto. A partir de unas pocas ideas nos zambullimos a explorar... Habíamos dicho que tanto nos podíamos ir por el Tren de la Nubes como cabalgando por la llanura o escalar una montaña. Así es el arte, es cuestión de sacarse prejuicios y andar.
Volando permanentemente entre Londres (más las giras del Royal, como San Petersburgo y Moscú el próximo verano boreal durante dos meses, o la gala en Milán por los 10 años de la muerte de Nureyev) y la Argentina (en marzo y abril estará por el sur del país), Iñaki se las arregla para cumplir con sus compromisos europeos y, al mismo tiempo, escaparse a bailar con su grupo y el Ballet del Colón. A fines de este año participará de la puesta de La Sylphide, de Pierre Lacotte. “Es una gran obra que hace muchos años que no se revisa en el Colón y Lacotte va a venir especialmente para eso. Es muy difícil la situación de las entidades oficiales este año, por el hecho de no poder traer figuras de afuera. Pero yo creo que hay gente capaz en la Argentina, que sabe hacer las cosas bien, no se necesita traer continuamente gente de afuera.”
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