Sáb 08.02.2003

ESPECTáCULOS  › “IN THIS WORLD” Y “HEROE” ABRIERON LA COMPETENCIA EN BERLIN

Cuando el exilio conduce a la muerte

El film de Michael Winterbottom adopta la mirada de un chico afgano de 14 años para retratar el desamparo de un grupo humano cada vez más fuera del mundo. “Héroe”, en tanto, es una incursión de Zhang Yimou en las artes marciales.

› Por Luciano Monteagudo

Página/12
en Alemania
Desde Berlín

Los pronósticos más agoreros hablaban de una probable deserción masiva de estrellas de Hollywood en la alfombra roja de la Berlinale, pero la amenaza de guerra de George W. Bush Jr. parece que todavía no suena lo suficientemente fuerte como para desanimar a Kevin Spacey, Richard Gere y Catherine Zeta-Jones, que estuvieron ayer promocionándose por la ciudad. En todo caso, los primeros films de la competencia de este año en Berlín hablan de otros viajes y otros cruces, más arriesgados. El del protagonista de In this world, por ejemplo. La película del director británico Michael Winterbottom –un nombre asiduo aquí en la Berlinale– da cuenta de la travesía de Jamal Udín Torabi, un chico afgano de 14 años que atraviesa Asia y Europa en las condiciones más precarias y penosas para encontrar un lugar en ese paraíso que imaginaba en Londres, y del cual finalmente va a ser expulsado sin demasiadas contemplaciones.
Con una naturalidad asombrosa, Jamal se interpreta a sí mismo y, en su recorrido, se refleja el de miles de refugiados de todo el mundo que huyen del hambre y de la guerra, una guerra que está por volver a empezar. A partir de un dinero dificultosamente ahorrado, Jamal y su primo Enayatullah salen del campo de asilados de Pakistán (Kabul hace tiempo que quedó atrás) y cruzan primero a Irán, para ser expulsados y volver a atravesar otra frontera, más inaccesible, a través del desierto. Una vez en Teherán, logran llegar a Turquía, para ir desde allí a Trieste, en Italia, luego Calais, en Francia, y finalmente conseguir el sueño de pisar Londres. Nada en primera clase, por supuesto. El periplo es siempre clandestino, algunas veces a pie, pero generalmente en la caja de un camión, o peor aún, encerrados durante días en un container, sin agua ni alimentos.
Este recorrido, que antes los mapas llamaban “el camino de la seda”, es ahora el camino de la muerte. Son muy pocos los que al partir saben realmente a qué condiciones se someten y la mayoría nunca alcanza a ver la meta, como sucedió con los 58 hombres, mujeres y niños que en junio de 2000 aparecieron asfixiados en un transporte de alimentos, en plena cara de Europa. La cámara digital de Winterbottom –un cineasta errático, tan prolífico como irregular– es siempre discreta y está al servicio exclusivo de la historia y sus personajes. Sin los desbordes de Bienvenido a Sarajevo (1997), que ya revelaba un interés del director por los temas de actualidad, In this world expone de manera simple pero contundente lo difícil que suele ser vivir en este mundo, cada vez más injusto y desigual.
Exactamente en el otro extremo, en una galaxia muy lejana de la realidad, se ubicó el segundo film en competencia de la Berlinale. Se trata de Héroe, una superproducción china con apoyo de la compañía estadounidense Miramax (que parece haber copado la mitad de la Berlinale) y dirigida por Zhang Yimou, el director que en 1987 se consagró en este festival con Sorgo rojo, abriendo el camino para toda una avanzada del cine asiático. Ha pasado mucha agua bajo el puente y ahora el director de Esposas y concubinas se anima con una película de artes marciales, protagonizada por las tres estrellas más populares del lejano Oriente: Jet Li, Maggie Cheung y Tony Leung.
La idea detrás de Héroe es seguir la amplia huella de El tigre y el dragón, la película del taiwanés Ang Lee que reveló a los mercados masivos de Occidente los secretos de un cine que hasta hace un par de años parecía imposible que saliera de China y sus zonas de influencia. Es más, el productor es el mismo de El tigre... y muchas de sus escenas –el estilizado vuelo incorpóreo de los guerreros, por ejemplo– parecen una secuela de aquel film. Pero el de Yimou es aún más ambicioso, con escenas de masas con cientos de extras y una estructura narrativa a la manera del clásico Rashomon, de Akira Kurosawa, en la que un mismo episodio es contado de varias maneras diferentes, de acuerdo a quien refiera la historia.
No es lo único que Yimou parece haber tomado del maestro japonés. Las lluvias de flechas –aquí multiplicadas digitalmente– recuerdan a las de Los siete samurais y los movimientos de los ejércitos, identificados con insignias de diferentes colores, tienen un antecedente en Ran. No parece casual que la diseñadora de vestuario de aquella obra maestra, Emi Wada, cumpla ahora la misma función en Héroe. Como espectáculo, la película de Yimou se impone sin duda por su grandiosidad y despliegue visual. Como cine, hace extrañar las épocas, no tan lejanas, en las que el director iba a la vanguardia y no a la cola de los demás, como sucedió cuando empezó a perder el rumbo y a seguir distintos modelos, ya fuera el de Wong Kar-Wai (en Keep cool, nunca estrenada en la Argentina) o el del iraní Abbas Kiarostami (en Ni uno menos).
Menos llamativa pero más auténtica, en todo caso, es Infernal Affairs, un policial de Hong Kong que abrió las medianoches del Forum del Cine Joven. También está aquí Tony Leung (el más melancólico de la pareja de Felices juntos que tomó a Buenos Aires por asalto) y el consultor visual es el mismo fotógrafo de Héroe, el celebrado Chris Doyle. Pero el resultado es completamente distinto. Una, a pesar de sus brillos, no deja de ser una copia, mientras que la otra, más discreta y opaca, tiene sin embargo el valor de ser, a su manera, una pieza original.

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