ESPECTáCULOS
› “BETTY FISHER”, DEL FRANCES CLAUDE MILLER
Madre no hay una sola... sino tres
› Por Luciano Monteagudo
Hace años que la televisión europea se ocupa de llevar a la pantalla la obra de la escritora británica de misterio Ruth Rendell, pero últimamente también el cine le está haciendo honor. Primero fue Claude Chabrol quien buscó inspiración en Rendell para La ceremonia. Después vino Pedro Almodóvar con Carne trémula, otra versión libre de una novela de la autora. Y ahora es el francés Claude Miller quien recurre a Rendell para Betty Fisher, un film que se suma a esta estructura narrativa tan en boga desde Ciudad de ángeles y Magnolia, que consiste en ocuparse simultáneamente de las vidas cruzadas de un puñado de personajes que pueden o no conocerse entre sí, pero que comparten un destino común sin tener conciencia de ello.
Se diría que son tres madres los ejes que mueven este mecanismo. Por un lado, hay una escritora exitosa y divorciada (Sandrine Kiberlain), que vive aislada del mundo con su pequeño hijo, hasta que llega su propia madre (Nicole Garcia), que sufre de un inquietante desequilibrio emocional. El terrible accidente que sufre el chico no hará más que alterar esa relación. Una tercera madre es la que compone Mathilde Seigner, una prostituta que también pierde a su hijo, pero de otra manera, como si nunca lo hubiera tenido. Que ese chico pase a ocupar el lugar del otro es apenas la punta de un drama bastante más complejo.
En tiempos de Ciudadano bajo vigilancia y La quiero con locura (sobre una novela de Patricia Highsmith), Claude Miller parecía un director estimable. Sigue narrando con fluidez, pero hoy parece resignarse a ir siempre detrás de alguna moda, sin rumbo fijo. Esa mera corrección en el relato no esconde sin embargo un problema serio que tiene el film, al menos para la platea argentina. En un país donde la apropiación ilegal de menores supo ser una práctica corriente, Betty Fisher viene a decir que quizá no sea tan malo quedarse con un hijo ajeno, sobre todo si proviene de una mujer que termina con una bala en la cabeza. Esa afirmación, que el film parece hacer suya, suena horrible en todos lados, pero aquí más que en ningún otro.